“Se contar hasta 100 pero yo solo aprendí", dice niño de siete años que nunca ha ido a la escuela

Serie: Deserción escolar en Honduras // Historias


“Se contar hasta 100 pero yo solo aprendí", dice niño de siete años que nunca ha ido a la escuela

Cerca de Tegucigalpa, exactamente en la carretera que conduce al oriente de Honduras, hay un sector conocido como Villa Vieja. Lo conforman varias comunidades y en una a la que bautizaron como “El Hornito de Brea” por el intenso calor que se siente, principalmente al mediodía, habitan personas de bajos recursos económicos.

Revistazo se introdujo a la zona porque se le proporcionó información sobre un menor que tiene una historia muy particular relacionada con educación y deserción.

Al caminar varios kilómetros cuesta abajo, llegamos a una casa de madera, rodeada de materiales de construcción como arena, bloques y alguna que otra varilla de hierro. Ahí nos encontramos con un niño que jugaba con una cuchara de plástico y un poquito de tierra.

© Revistazo.com

“Carlitos”, como le llamaremos, tiene siete años de edad; es un niño muy listo y lleno de ternura cuando habla. En plena época escolar debería estar recibiendo sus primeras lecciones para aprender a leer, sumar…lo normal, el tradicional “mi mamá me mima” y esas frases con las que todos comenzamos nuestra carrera en el saber y que nos dan nostalgia de vez en cuando.

Pero "Carlitos", a sus siete añitos, no está en un aula de clase. Su madre está en México y dice el niño que le traerá muchas cosas cuando regrese, entre ellas cadenas y lociones.

El padre de "Carlitos" vive con él y con su abuela, dentro de lo que logramos conocer puesto que el niño nos recibió en la entrada de su casa. Solo. Nadie más atendió la puerta, pero daba la impresión que mientras conversábamos con el menor, alguien más escuchó toda nuestra plática.

El pequeño dice que sabe contar hasta 100, pero que él solo lo aprendió. También dice que sabe escribir su nombre, cosa que nadie le enseñó. Él solo dice haberlo aprendido.

Una de las profesionales en psicología que acompañó al equipo de Revistazo le pregunta si le gustaría ir a la escuela para jugar y aprender con otros compañeritos, y el niño responde: “No, porque uno se tiene que levantar muy temprano para ir a la escuela”, lo cual pone en duda si esa respuesta es auténtica ya que es no es una preocupación de un niño, sino que de un mayor de edad.

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Algunos vecinos comentan que "Carlitos" no estudia por no contar con los recursos necesarios, pero que también dedica su tiempo a hacerle mandados a los habitantes del sector y eso le hace ganar unos pocos Lempiras. El niño realmente trabaja en lugar de estudiar.

"Carlitos" contradice sus palabras al equipo de Revistazo cuando se contrastan con lo que dicen sus vecinos: el niño llora cuando ve que los iguales de su edad van portando mochilas y uniformes rumbo a la escuela y ve que él no hace lo mismo. El infante tiene ganas de ir con ellos, dicen sus cercanos.

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El chico es uno de los tantos menores que conforman el 12% de desescolarizados que nunca puso un pie en una escuela, según datos del informe “Una Generación Fuera de la Escuela”, elaborado por el Consejo Noruego de Refugiados entre 2015 y 2018.

"Carlitos" sabe que vive en Honduras, pero al preguntársele más sobre su país, no puede responder. No ha recibido esas lecciones.

El niño, que desde ya está en rezago escolar, es un ejemplo de los casos que se deben atender, pero también de lo compleja que es la deserción escolar y los múltiples factores que pueden provocarla.