Dejando las aulas por el sueño americano

Serie: Deserción escolar en Honduras (4/5)


La migración irregular de hondureños es un problema que está atado a la historia actual de Honduras, pero tiene diversas manifestaciones que lo hacen complejo.

El éxodo de menores de edad es una realidad que forma parte de la problemática migratoria. Una muestra de ello fue la crisis de niños no acompañados de 2014, en la cual Estados Unidos registró 18,244 niños, niñas y adolescentes hondureños detenidos en la frontera con México. Hasta esos días había sido la crisis humanitaria más grande de la historia del Triángulo Norte en relación a la migración de menores.

Pero en 2019, los números se superaron; Honduras rebasó los 20 mil infantes que fueron repatriados desde el país de las barras y las estrellas.


Los niños migrantes después de la escuela

Analizando con mayor profundidad el tema, nos damos cuenta que los niños, niñas y adolescentes hondureños que dejan su país por migrar cumplen con el nivel de escolaridad correspondiente justo hasta los 14 años de edad. A partir de los 15 años de edad, los infantes ya no tienen los estudios básicos que deberían tener, según los datos del último informe “Migración y Trabajo Infantil—Honduras 2019” de la Organización Internacional para las Migraciones.


Fuente: Organización Internacional para las Migraciones (OIM)/ "Migración y Trabajo Infantil—Honduras 2019"

Con la decisión de dejar su país por tener que cruzar las fronteras de Guatemala y México para llegar a Estados Unidos, los niños, niñas y adolescentes de Honduras evidencian que la migración es otro factor (aunque en ocasiones indirecto) que alimenta los números de deserción escolar en Honduras.

Las razones por las cuales los estudiantes de educación básica migran son diversas, pues por trabajo lo hace el 46.7%, según el documento de la OIM. Esta organización también dice que el 61.8% de los niños que parten hacia la ruta migratoria estudiaban y trabajaban en Honduras, y muchos de ellos volverán a hacer lo mismo en suelo norteamericano si tienen la oportunidad.

Pero otros tantos lo hacen por huir de la violencia o acudir al llamado de los padres que viven en la nación del norte y quienes casi siempre invierten fuertes sumas de dinero para lograr la reunificación familiar.

De acuerdo al siguiente mapa, Cortés y Francisco Morazán son los dos departamentos desde donde más niños, niñas y adolescentes parte hacia Estados Unidos, pero llama la atención que el departamento del norte de Honduras casi duplica en el porcentaje al segundo:



El sentimiento que provoca migrar

Recientemente, en un grupo focal desarrollado con estudiantes de noveno grado del Instituto Nueva Suyapa, varios jóvenes confesaron que estudian y que de alguna manera reciben ayuda de parientes que están en Estados Unidos, pero el sentimiento de abandonar Honduras no es una norma en todos los estudiantes.

Un de las participantes aseguró vivir solamente con su abuela y tener a su madre en suelo norteamericano. Al consultársele sobre si pensaba o consideraba la idea de migrar en el caso de que su madre le mandase a traer, la niña contestó:

“Me sentiría muy triste y realmente no me darían ganas de irme porque dejaría a mi abuela sola, que es quien me ha criado, prácticamente”.

Ante esto, se puede interpretar que a veces los niños no planean migrar, pero no tienen otra alternativa por las condiciones en las que viven o porque la decisión de hacerlo no es suya, sino que de alguien más.

Para los entendidos, los entornos en los que se relacionan los niños, niñas y adolescentes influyen mucho en su intención o no de salir de Honduras y abandonar la escuela. Las razones que fomentaron la migración de sus familiares mayores son los puntos a los que se debe atacar para prevenir esta problemática que golpea directamente en las aulas de clase a las que, en algunos sitios, cada vez se les ve más vacías.