De la noche a la mañana más de 100 niños pobres quedaron por segunda vez en nueve meses en la calle junto a sus familiares, tras vivir por casi una década en un lugar de la capital. Su drama ahora es trágica y sin futuro.
Por orden de la jueza Lina Aguilera, fuerzas combinadas del ejército y la policía desalojaron a esa gente de sus miserables covachas que ,con mucho esfuerzo, levantaron hace ocho años en la colonia Altos de la Merriam, al oeste de Tegucigalpa.
El grupo luchó por mucho tiempo, sin el apoyo gubernamental, por legitimar las tierras donde vivían. Sin embargo, las autoridades jamás atendieron sus demandas por lograr una vida más digna, especialmente para los niños.
El llanto, el dolor y el rechazo invadieron a más de 150 familias el 20 de julio al observar cómo las autoridades destruyeron su comunidad, mientras particulares protegidos por los agentes del orden desarmaron sus casas que, con mucho sacrificio, lograron edificar desde el 2005.
Fanny Varela |
“Llevaron (al lugar) gente contratada por Oscar Siri Zúniga para deshacer las casas, bajo una intimidación terrible”, expresó a Revistazo Mary Díaz, una de las afectadas. Siri Zúniga se ha visto involucrado desde hace más de 30 años en eventos similares que humillan a los más pobres de Honduras.
Es la segunda vez que la jueza Aguilera arroja a la calle a los moradores de la colonia Altos de la Merriam , cuyos habitantes se han refugiado en un solar baldío contiguo al sitio.
Las tierras de los Altos de la Merriam son nueve manzanas situadas en las faldas del cerro El Estiquirín.
El terreno es del Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia, pero lo reclama Siri Zúniga, quien acusa a los pobladores desalojados por el delito de usurpación.
Luego de sacar por la fuerza a la gente, Siri Zúniga cercó las entradas y salidas de la colonia, y contrató servicios electrónicos y agentes de seguridad privada para vigilar el lugar.
Los guardias han advertido a los ex ocupantes que tienen prohibido entrar a la zona, lo cual vulnera aún más los derechos humanos de los afectados.
“No nos permiten ir a traer agua y los niños no tienen acceso a la escuela de la comunidad porque si saltan la cerca podrían ser asesinados por los hombres armados de Siri Zúniga”, expresó Fanny Varela, una de las perjudicadas.
Mary Díaz |
La mujer dijo que “estamos desesperados por el frecuente hostigamiento de los guardias de seguridad, que también ejercen una permanente agresión sicológica en contra de nosotros”.
Mary Díaz, otra mujer expulsada del sitio, sostuvo que “por las noches y la madrugada escuchamos sonidos pornográficos”. Explicó que “los guardias usan altavoces para lanzar al aire voces de parejas haciendo el amor”.
Los afectados se quejaron de la desidia de las autoridades gubernamentales por no mostrar voluntad para apoyar un proceso de expropiación que habían iniciado ante el Instituto de la Propiedad.