Era la 1:15 de la tarde, del domingo siete de mayo recién pasado, el sol caía perpendicularmente sobre la calurosa ciudad de San Pedro Sula, los guardias del Penal registraban minuciosamente a los visitantes que entraban y salían, pero de repente algo les llamó la atención. Una rubia se aproximaba cadenciosamente y se disponía a salir del recinto buscando evadir la justicia.
Se trata de Francisco Román Herrera, recluso del centro penal, quien luciendo gafas negras, blusa gris y falda azul, se acercó y fingiendo voz de mujer pidió que los custodios le entregaran su tarjeta de identidad “Jacinta Elvira Araujo”, les dijo cuándo le preguntaron su nombre.
En su comunidad, El Anexo, en Villanueva Cortes, a Francisco lo conocen como “don Chico”. Tiene 44 años de edad y la justicia hondureña lo ha condenado a 15 años de reclusión por el delito de violación especial en perjuicio de una niña de 11 años que en este reportaje llamaremos “Xiomara”, quien además fue víctima de múltiples violaciones por parte de su padre, José Santos Ramírez.
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Revistazo cubrió los horrores espulznantes que sufrieron Xiomara y sus tres hermanos, a vista y paciencia de los vecinos de su comunidad, tanto como la captura de sus agresores y la rehabilitación de los niños en un reportaje publicado el año pasado.
En su intento de fuga, Francisco utilizó una peluca y vestimenta de mujer, se pintó las uñas y se maquilló, pero las autoridades dicen que no logró su propósito porque su tono voz y las facciones no muy femeninas lo delataron. Le pidieron quitarse los anteojos de sol, luego le quitaron la peluca y eso fue suficiente para descubrir su plan.
Los círculos sociales sampedranos manejan que la cárcel de esa ciudad será cerrada en los próximos días y que los 2,137 internos que todavía están allí van a ser trasladados a la de máxima seguridad, conocida como El Pozo, situada en Ilama, Santa Bárbara. Se dice que por esa razón muchos de ellos intentan salirse.
Es de mencionar que en septiembre de 2016 el Presidente, Juan Orlando Hernández, también anunció que el Gobierno cerrará esta cárcel por representar un peligro para la población sampedrana. “Decidimos que se cierran en las próximas semanas y meses” las cárceles de San Pedro Sula (norte) y Santa Bárbara (noroeste) porque “se ubican en el casco urbano y representan un peligro para nuestro pueblo”, afirmó el mandatario.
Varios delitos de violación
José Santos Ramírez. |
El 30 de julio 2015, un testigo protegido identificado por las autoridades como X-01-2015, denunció en la Agencia Técnica de Investigación (ATIC), de San Pedro Sula, que en la comunidad de El Anexo, en la aldea Dos Caminos, en Villa Nueva Cortes, cuatro menores estaban en riesgo social y siendo abusados sexualmente por su padre, José Santos Ramírez y que don Chico pagaba dinero por tener sexo con la menor.
La denuncia 7789-15 menciona que Francisco Ramón Herrera (don Chico) le paga 200 lempiras a Xiomara por sostener relaciones sexuales con ella. Sin embargo, información recopilada en el proceso de investigación indica que no era la niña la que le cobraba a don Chico, sino su papá.
“Al papá le daba dinero don Chico para tener relaciones con la niña”, dijo Catalina Elisama Cueva, fiscal de la niñez.
El 18 de agosto de ese año, el Juzgado de Letras libró la orden de captura contra don Chico y tres semanas después, el 12 de septiembre de 2015, agentes de la ATIC lo detuvieron en San Pedro Sula y horas después un juez de letras de lo penal lo envió con prisión preventiva a la Penitenciaría Nacional de San Pedro Sula.
En su declaración, Xiomara dijo que “don Chico salió de las cañeras y me tiró un pico, yo corrí pero me alcanzó y me agarró a la fuerza, no me dijo nada y me tiró al suelo, me amarró las manos con un lazo, me tapo la boca con un trapo y me bajó el short” y la violó, dice la menor.
El 9 de marzo de 2017, un juez penal de San pedro Sula dictó sentencia condenando a Francisco a 15 años de Prisión que purga en el centro penal de San Pedro Sula.
Xiomara y sus hermanos ya están recibiendo terapia psicológica y viven en un hogar para menores que han sobrevivido maltrato.