El pensamiento sistémico que, para el desarrollo de las sociedades, parece ser demanda de la modernidad es reflejo de la necesidad, sentida en todos los tiempos, de dirigir los Estados con sabias decisiones políticas fundamentadas en bases científicas que permitan enlazar, vincular y hacer interactuar el conjunto de necesidades, intereses y recursos compartidos de la humanidad como bienes públicos desde el nivel local al mundial, relacionándolos ordenadamente entre sí para impulsar el progreso social.
En nuestra región centroamericana, desde hace casi dos siglos, el sabio hondureño José Cecilio del Valle lo señaló, expresando que la prosperidad de los pueblos sólo puede lograrse con decisiones que abracen las grandes relaciones existentes entre necesidades, expectativas, disponibilidades, la naturaleza y el mundo, ya que: “Las ciencias son relativas a las necesidades que las han creado; las necesidades son relativas a la organización física del hombre; los hombres son relativos al punto que ocupan en la Tierra; y la Tierra es relativa al lugar que tiene en el universo. Todo es enlace, todo es vínculo”.
En efecto, la realidad evidencia que la vida cambia, continuará haciéndolo y a esos cambios deberán adecuarse las estrategias nacionales de desarrollo y las relaciones internacionales para ser útiles al fin primordial de los Estados de propiciar digno bienestar a sus pueblos. Asegurar esa correspondencia requiere del liderazgo de conductores de naciones dotados de talento, capacidad y habilidad para reconocer las estructuras subyacentes de esos complejos cambios y facilitar soluciones que permitan vencer el subdesarrollo nacional, contribuir ciertamente al crecimiento económico mundial y reducir los riesgos o peligros ambientales que vive la humanidad.
La evolución económica y científico – tecnológica se hace acompañar de nuevos conceptos como: “organizaciones inteligentes”, “Territorios inteligentes”, “infraestructuras inteligentes”, “tecnologías inteligentes” e “inserción inteligente” en la economía internacional. El calificativo “inteligente” busca subrayar que los recursos, acciones, obras y técnicas se planifican y utilizan adecuadamente al propósito que se persigue y a su eficacia a evidenciar con el logro de los resultados esperados.
“Cumbres inteligentes” llamo a una nueva etapa en las relaciones internacionales que relegaría a la historia las cumbres del pasado generalmente grandilocuentes de acuerdos reiteradamente incumplidos, y las reemplazaría por reuniones diplomáticas que, con orden y provisión de fondos nacionales e internacionales y mecanismos apropiados de seguimiento, tenderán a impulsar los cambios socio – económicos, de buen gobierno, seguridad, cooperación, intercambios comerciales e inversión entre todos los Estados y sus sectores económicos y sociales, teniendo como meta avanzar en relaciones específicas de desarrollo humano.
Romper el arquetipo de las cumbres tradicionales requerirá desaprender actitudes, prácticas y procedimientos burocráticos desatinados del pasado, sustituyéndolos por decisiones y acciones de una nueva generación de “estadistas inteligentes” de pensamiento sistémico que gestionen responsable y científicamente la interrelación democrática de lo municipal, nacional, subregional y regional con lo universal, lo que es necesidad en un mundo cada vez más globalizado y menester indispensable para lograr realmente avances significativos en seguridad, democracia y bienestar de la gente, y, con ello, acreditar cotidianamente la legitimidad democrática de los gobiernos, sus relaciones y organizaciones internacionales.
De ahí, la necesidad de “cumbres inteligentes” en las cuales se organice la toma de decisiones con estrategias innovadoras de ejecución pragmática de acciones que den respuestas tangibles a las necesidades de desarrollo humano de los pueblos, con verificación y control nacionales e internacionales en los cuales participen y contribuyan también actores de sociedad civil comprendiendo los empresariales, y organizaciones internacionales.
En las “cumbres inteligentes” el desarrollo humano sostenible será el aspecto estructural más importante por corresponder al interés compartido de todos los Estados, y se distinguirá de los políticos coyunturales y asuntos bilaterales. El tratamiento de estos últimos será objeto de una agenda accesoria que no deberá comprometer los avances que se esperan de los acuerdos y mandatos requeridos para impulsar el citado aspecto estructural de los Estados y las repercusiones positivas esperadas sobre el bienestar y progreso general de las poblaciones.
Esas cumbres serán menos ostentosas y más ejecutivas con más seria y oportuna escucha a la sociedad civil incluyendo el sector privado, como característica de la participación ciudadana necesaria para asegurar la viabilidad de los acuerdos y su efectivo impacto social en toda la gente. Las cumbres mismas o sus preparativos se realizarán crecientemente por video – conferencias y utilizando las demás tecnologías de la información y la comunicación. De los resultados de las cumbres se rendirá cuenta y se indicará el avance logrado en cada encuentro, el beneficio esperado para el país y la manera de concretarlo en desarrollo humano verificable nacional e internacionalmente.
Esta iniciativa de “cumbres inteligentes” esperaría de los estadistas una responsable consideración orientada a adelantar el bien común de los habitantes, transmutando, en instrumentos eficaces para ello, las tradicionales cumbres bilaterales, del Sistema de la Integración Centroamericana, de América, de América Latina y del Caribe, las intercontinentales y mundiales.
Tegucigalpa, Honduras, Centroamérica, Agosto de 2012.