No tienen ojos, narices, ni oídos, pero dependen de sus sentidos, en formas que la ciencia sólo ahora está comenzando a comprender.
«Las plantas pueden parecen inertes, pero viven en un mundo muy sensorial», dijo a BBC Mundo Daniel Chamotivz, director del Centro Manna para la Biociencia de la Plantas en la Universidad de Tel Aviv.
Chamovitz es el autor del libro «Lo que una planta sabe», en el que el científico reúne investigaciones que revelan un mundo desconocido para muchos.
«La mayoría de la gente se sorprende al saber que las plantas pueden diferenciar entre el rojo y el azul o responden al tacto», dijo Chamovitz.
¿Puede decirse que las plantas tienen cinco sentidos como los seres humanos?
«Responden a sustancias químicas en el aire, a señales de luz. Sí podemos decir que ven, huelen y responden al tacto, siempre que recordemos que al usar esos términos no estamos diciendo que experimentan el mundo de la misma forma que una persona».
Luz y tacto
Chamovitz señala que así como los seres humanos tienen fotorreceptores en sus ojos que permiten ver, las plantas tienen sus propios fotoreceptores en hojas y tallos.
Las raíces de maíz crecen en dirección a vibraciones de frecuencias específicas, según científicos en Italia.
Estos receptores les permiten distinguir entre rojo y azul e incluso diferenciar longitudes de onda que nosotros no tenemos la capacidad de distinguir.
«Hay un tipo de fotorreceptor que compartimos. Durante el día, los criptocromos en las células diferencian la luz azul y ultravioleta, usando esta señal para marcar el reloj interno y el ritmo circadiano. En las plantas, este reloj regula muchos procesos, como los movimientos de las hojas y la fotosíntesis».
Las plantas también habitan un mundo táctil, respondiendo por ejemplo al frío y al calor moderando su uso de agua o su ritmo de crecimiento.
La sensibilidad táctil es evidente en la planta carnívora conocida como Venus atrapamoscas, Dionaea muscipula, que no se cierra ante cualquier estímulo.
«Deben ocurrir al menos dos contactos con los pelos en el interior de la trampa separados por unos 20 segundos. Esto ayuda a asegurar que la presa es del tamaño ideal y no se escapará».
Chamovitz señala que «el mecanismo por el que la Venus atrapamoscas siente a su presa es similar al que me permite sentir un insecto que sube por mi brazo. En el caso de las personas, receptores de tacto en la piel activan una corriente eléctrica que pasa por los nervios hasta llegar al cerebro que instiga una respuesta. En el caso de la planta, el contacto induce una corriente que se irradia por las hojas, lo que a su vez activa canales de iones en la membrana de las células haciendo que la trampa se cierre, todo en menos de una décima de segundo».
Vibraciones
Investigadores en Suiza grabaron las vibraciones que emanaban de robles durante una sequía.
Las plantas también pueden detectar sonidos.
Investigadores del Instituto de Ciencias Botánicas en Berna, Suiza, grabaron recientemente vibraciones ultrasónicas que emanaban de pinos y robles durante una sequía, tal vez alertando a otros árboles a prepararse para condiciones de escasez de agua, señaló Chamovitz.
Y Stefano Mancuso, del Laboratorio Internacional de Neurobiología de las Plantas en la Universidad de Florencia, Italia, y sus colegas, están comenzado a aplicar estándares rigurosos al estudio de la audición en estos organismos (Trends in Plant Sciences, vol. 17, p. 323).
«Sus resultados preliminares indican que las raíces de maíz crecen en dirección a vibraciones de frecuencias específicas. Y es más sorprendente aún su constatación de que las raíces mismas también podrían estar emitiendo ondas de sonido».
El científico también señala que, al igual que nuestras lenguas contienen receptores para distintas moléculas en alimentos, las plantas tienen receptores para moléculas solubles. Y cita el caso de una planta parásita, la cuscuta, que casi no contiene clorofila y huele a sus potenciales victimas.
Primas lejanas
Para Chamovitz, «cuando miramos a una planta debemos verla como una vieja prima lejana. Hace dos mil millones de años las plantas y los humanos evolucionaron de las mismas células. Unas tomaron un camino y otras otro, pero la biología básica es la misma».
«Pensemos que las plantas están viendo luz, oliendo aromas, distinguen arriba y abajo, e integran toda esta información sin tener un cerebro. ¿Cómo lo hacen? Esta es una de las preguntas increíbles que debemos comprender»
Daniel Chamovitz, Centro Manna para la Biociencia de las Plantas
Entender en mayor profundidad el mundo sensorial de las plantas es además vital para nuestro propio futuro, según el investigador.
«Pensemos que las plantas están viendo luz, oliendo aromas, distinguen arriba y abajo e integran toda esta información sin tener un cerebro. ¿Cómo lo hacen? Esta es una de las preguntas increíbles que debemos comprender».
Hacerlo es fundamental, según el científico, ya que «toda nuestra vida depende de las plantas»: respiramos el oxigeno liberado por las plantas, nos alimentamos de ellas, nos vestimos con productos obtenidos a partir de ellas, viajamos en vehículos que funcionan con combustibles de plantas fósiles y nos curamos con medicinas derivadas de plantas.
«Y con un mundo que en 2050 tendrá 9.000 millones de habitantes, con menos agua, fertilizante, tierra disponible, menos de todo, ¿cómo vamos a cultivar suficientes plantas para satisfacer nuestras necesidades si no entendemos cómo responden al ambiente que las rodea?». (Tomado de BBC Mundo).