“Lo que yo pedí es que sí se iba a revisar mi trabajo pudiese estar yo delante para poder rebatir las acusaciones; que es algo que se está dando durante la auditoria en el Almacén Central de Medicamentos (ACM)”, afirma la Dra. Marixa Ramírez de Solórzano. “Primero militarizaron el ACM y prohibieron la entrada a los empleados. El ocho de abril fui apartada de mi puesto y presenté una nota en la que solicitaba permiso para poder sacar mis bienes materiales de mi despacho pero, aún así, no se me ha dejado entrar”, relata.
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La doctora tiene ganas de hablar y contar ‘su’ verdad. “Sólo un medio de comunicación hondureño se ha puesto en contacto conmigo para que pueda defenderme de las acusaciones que se han vertido contra mí; el resto, directamente se han limitado a inculparme”, afirma desde un despacho situado en el Instituto Nacional de Tórax donde recibe a Revistazo. “Se me ha atacado, se me ha acusado pero nunca se me dio la oportunidad de defenderme y me parecen que se han vertido contra mi acusaciones muy graves”, afirma la doctora haciendo referencia al artículo publicado por Revistazo.
“Mi sueldo es de 64,000 de lempiras mensuales más un plus administrativo de 16,000 de lempiras”, afirma la doctora. “Durante 33 años he vivido en la casa de mi esposo; y en julio pasado mi hijo mayor me regaló una nueva vivienda valorada en 128,000$. Él aún la sigue pagando, tienen toda la información a su alcance… Él tiene un buen sueldo en el BCIE y se lo puede permitir; además, mis otros hijos se compraron ellos mismos sus carros”, se defiende de manera categórica.
“Todo lo que tengo no lo tengo de ahora, es fruto del esfuerzo de mi familia. Nunca usé mi puesto para enriquecerme, si hubiese sido así me habría ido de Honduras hace muchos años… No huiré de mi país tirando el trabajo de todos estos años”, sentencia.
Madre de cuatro hijos, todos ellos con estudios superiores, todo este enjuiciamiento público ha comenzado a afectarle la vida de manera que no se imaginaba. “Dos de mis hijos perdieron su trabajo por el simple hecho de ser hijos míos”, denuncia. Según ha podido saber Revistazo, la hija de la doctora trabajaba en la Dirección General de Regulación Sanitaria- a cargo de Mirtha Escobar. “Se la notificó verbalmente que su despido fue por ser hija mía”, apunta Marixa de Solórzano. “Ella era técnica farmacéutica en Fiscalización y Control de Drogas; técnica que había sido capacitada por la ONU y el gobierno colombiano”, comenta.
Por su parte, el Alejandro, hijo de la doctora, también fue despedido de su trabajo- en el Hospital San Felipe. “Había sido una de las personas elegidas para recibir la capacitación en el proyecto Farmatool , con el fin de sostener dicho proyecto; pero tras ser despedido ha perdido esa oportunidad”, apunta.
“Sólo pido defenderme de las acusaciones”
Esto está afectando advierte. Marixa mira a su nieto y le pregunta. que le pasaba a tu papá y a la abuela?” en moto les disparaban”, responde el pequeño. “Se da cuenta, eso con todo esto…”. |
“¿Doctora, por qué cree que se la acusa a usted?”, le pregunta el periodista de Revistazo. “Esa pregunta la deberían responder la gente que me acusa. Pero me gustaría saber porque se me persigue y se me acusa de todas estas cosas”, solicita la doctora a través de Revistazo a los responsables de la investigación.
Después de 26 años trabajando en el ACM de Tegucigalpa, “donde he pasado por todos los puestos”, la doctora en farmacia Marixa de Solórzano ha sido reubicada en atención al paciente en el Instituto Nacional de Tórax pasando consulta a pacientes enfermos de SIDA, entre otros. “Creen que trasladarme aquí es un castigo y una humillación para mí porque trabajo con gente afectada por el VIH, pero están muy equivocados. Es algo muy bonito y que me llena porque son personas cálidas y con las que disfruto; en cambio en el ACM estaba estresada”, reconoce.
La doctora viste una blusa color azul oscuro que llevaba abotonada hasta el cuello de donde cuelga una cruz de plata y pequeños brillantes. Mira a los periodistas de Revistazo a través de sus anteojos y se acomoda en su asiento. Está cómoda y tranquila. “Muy tranquila”, recalca. “Cuando las autoridades quieran acusarme de algo yo tengo el modo de defenderme. Es lo único que quiero, tener la oportunidad de defenderme”, recuerda, una vez más. Durante la entrevista la doctora recibe una visita muy especial. Dos de sus nietos entran en su despacho. La doctora besa a su nieto y abraza a su nieta que viste un vestido rojo.
El informe presentado por la organización no gubernamental Transformemos Honduras fue el detonante para que se produjese una intervención en el ACM donde la Dra. De Solórzano era la administradora jefe. En ese informe se apuntan graves deficiencias en las condiciones e irregularidades en los procesos de recepción y distribución de los medicamentos estaban almacenados en las diferentes bodegas. “Todo es mentira”, se defiende. “Yo tengo fotografías que demuestran todo lo contrario. No había cajas obstaculizando pasillos, etc… Si hubiésemos sido tan malos como apunta ese informe no nos habrían invitado en septiembre a participar en el programa de Calidad Continua”, comenta. “Si algo me duele de todo esto es comprobar que no podré cumplir mi sueño de seguir con la calidad del ACM”.
Según publicó Revistazo, una de las denuncias más reiteradas por parte de los auditores del Ministerio de Salud, por parte del Tribunal superior de Cuentas (desde 2007) y por parte de los investigadores de Transformemos Honduras ha sido el hallazgo de cantidades ingentes de medicamentos caducados. “Los únicos medicamentos que se han vencido son los que pertenecen a programas de organismos internacionales (malaria, tuberculosis,…) y son esos, precisamente, los que el ACM sólo podía despachar con autorización expresa del jefe de programas. Sólo los guardábamos, no los distribuíamos a voluntad”.
La Dra. De Solórzano mide cada respuesta. No habla gratuitamente. Escoge con cautela cada palabra para poder defenderse, una por una, de todas las acusaciones que se vierten sobre ella. Sobre la desaparición de medicamentos durante los envíos no duda en echar culpas sobre los que recepcionaban la mercancía. “Si el que recibía la mercancía firmaba era porque estaba conforme con lo que recibía; no es culpa nuestra si en los hospitales desaparecen las cajas con los medicamentos”, afirma.
Transformemos Honduras tiene en su poder documentación donde aparecen nombres falsos o cifras erróneas; pero, aún así, la doctora es capaz de volver a esquivar las acusaciones. “El medicamento siempre iba bajo custodia; iba bajo la responsabilidad del conductor y de un compañero del ACM que era el responsable de ese envío”. “Mi firma está en los medicamentos recibidos y enviados porque yo era la responsable, pero yo nunca manejaba los medicamentos y teníamos diferentes filtros para evitar, precisamente, posibles fraudes”, se defiende para después añadir. “En el ACM había personas honestas y honradas”.
Según la versión ofrecida por la doctora a Revistazo, desde el pasado mes de septiembre dos auditores del Tribunal Superior de Cuentas trabajaron en el “ACM durante un periodo de dos meses y ninguno detectó los problemas de los que se me acusa en el informe de TH” (Descarga resumen de informe en Power Point). Sin embargo, en 2007 una auditoria del Tribunal Superior de Cuentas encontró irregularidades en el ACM que habrían causado millones de pérdidas para el estado. “Es muy sencillo acusar de que se perdieron medicamentos pero deben demostrar que yo los perdí o los usé para mi propio beneficio”, sentencia tajante y altiva.
Por otra parte, la doctora no tiene ningún pudor en afirmar que había un botiquín a alcance de “todos los empleados” y que los medicamentos eran provenientes de los excedentes aportados por las farmacéuticas. “Había compañeros que venían a pedirme un fármaco; y yo les daba una tableta”. “Los medicamentos vienen rotulados y con el emblema del gobierno de Honduras y no se pueden vender”, advierte ya que es una buena conocedora de la ley.
Por último, habló con Revistazo sobre las muertes violentas de las que se le acusan. “Muchas veces es mejor no pensar en la violencia que vive el país; ¿por qué se da esta violencia?”, se pregunta tirando balones fuera. “Es muy temerario que se nos acuse a nosotros de estas muertes”. “El auditor fue asesinado mientras viajaba en transporte público; y la otra doctora mientras iba en taxi; en un atentado en el que murió otro pasajero y dos semanas después ese mismo taxi volvió a ser tiroteado”, recuerda. “Amanda nunca iba en transporte público y coincidió que ese día fue y la asesinaron. Hace dos años de este crimen y si tuviesen pruebas de que yo fuese la responsable ya me habrían acusado y estaría presa”, finaliza.
La doctora se disculpa ya que “tengo tres días de permiso y mi hijo vino a buscarme con mis nietos y debo marcharme”, se despide de Revistazo recalcando que “sólo quiero defenderme de las acusaciones”.