¿Cumple el Estado de Honduras con la obligación que legitima su existencia de asegurar a todos los hondureños y hondureñas, como pueblo soberano, el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social?
La realidad indica que le falta hacerlo para la mayoría de habitantes que experimentan la exclusión social y la falta de acceso al trabajo digno, a los servicios básicos y a las oportunidades de mejorar en sus condiciones de vida dentro del Estado. Testimonio de ello es la pobreza que abate nuestra dignidad humana y crea igualmente condiciones favorables para el aumento progresivo de la violencia y delincuencia.
El pueblo en su conjunto es el soberano y los poderes del Estado provienen de dicho pueblo, por lo que quienes aspiran a ejercerlos deben exponer, con responsable y cívica convicción, como harían para guiar, por el camino cierto al pueblo, hacia la erradicación progresiva de las condiciones de pobreza, exclusión e inseguridad y para crear ambientes más favorables para el progreso social en democracia. Lo que implica precisar con claridad como impulsarán el crecimiento económico sostenido e inclusivo y el desarrollo humano sostenible, con respeto al medio ambiente y a la biodiversidad.
Como pueblo soberano debemos ejercer nuestra soberanía para mantener al Gobierno en la dirección que debe seguir el Estado por la ruta de desarrollo humano que esperamos nos conduzca hacia el progreso social para todas y todos.
Nuestra reflexión en ese sentido, antes de las elecciones, es determinante para depositar un voto responsable, si queremos que el Estado de Honduras recobre la legitimidad de su fundamento consistente en asegurar progresivamente mejores condiciones de vida y de trabajo para toda la hondureñidad; lo que, para lograrse, requiere del propósito y la acción mancomunada de Gobierno y Pueblo.
Para ello, necesitamos identificar personas honestas y capaces compenetradas del objetivo de la representación auténtica del pueblo que corresponde ejercer a los servidores públicos en los Poderes del Estado, quienes deben actuar coordinadamente como un solo Gobierno nacional y con la capacidad de comprender su papel como catalizadores de la unidad, desarrollo y seguridad del pueblo hondureño; como guardianes del respeto y promoción de la dignidad de los hondureños de hoy y del mañana; como encargados de hacer realidad la relación directa del territorio y sus recursos naturales en beneficio económico y social de todo el pueblo soberano, con la responsable y racional gestión de esos recursos naturales y la protección del medio ambiente, para reducir significativamente las condiciones de pobreza, reactivar el crecimiento económico inclusivo y propiciar el desarrollo humano.
Ciudadanos o ciudadanas que, en sus cargos dentro del Estado, puedan ejemplificar con su honestidad y dedicación al trabajo productivo, lo que se espera de todo servidor público que no debe perder jamás su conciencia cívica. Personas que sepan que el cargo no es una propiedad a ocupar sino un compromiso superior con el pueblo dentro del Estado para cumplir con los fines para los cuales ese cargo fue creado, por lo que sus decisiones, llámeseles técnicas o políticas, deben ajustarse siempre al ordenamiento jurídico vigente y al respeto y protección de la dignidad humana de todo el pueblo, abandonando así los corruptos y antidemocráticos comportamientos que han dañado a la gran mayoría del pueblo, impidiendo al Estado hondureño lograr el objetivo de su legitimidad que es promover constantemente condiciones favorables para la plena realización de los hondureños y hondureñas, en desarrollo, democracia, seguridad y libertad.
Las próximas elecciones constituyen una nueva oportunidad para el cambio positivo en nuestras condiciones de vida y de trabajo. Recuperemos nuestro papel de soberanos, reflexionando antes de votar y escogiendo al candidato que reafirme concretamente en sus ofertas electorales su ya conocida honradez, dedicación al trabajo por la unidad nacional y bien común, y voluntad y capacidad para conducirnos democráticamente al futuro que queremos y merecemos para nosotros y nuestros descendientes.
Al momento de votar pensemos en ello y, luego de las elecciones, mantengamos nuestra unidad, como pueblo soberano, para asegurar el control social sobre el cumplimiento de las responsabilidades del nuevo Gobierno en la gestión eficiente, ética y transparente de los asuntos del Estado, en orden a hacer efectivo el impulso al crecimiento económico sostenido y al desarrollo humano que permita la prosperidad de toda la gente.