Si recordamos el contenido de la primera nota de esta serie, el 90% del programa Bono Diez Mil se financia con $456 millones que pasan a ser deuda externa a pagar por las presentes y próximas generaciones en un plazo de 40 años.
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Por esta razón, es obligatorio conocer los resultados que está teniendo este programa, de qué manera se está ejecutando, y si la sociedad hondureña está entendiendo verdaderamente cuál es su propósito, ya que no se trata de dinero regalado sino de un compromiso financiero que tendrá que pagar el país.
Universidad de Chicago confirma resultados positivos
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Una evaluación de impacto realizada por la Universidad de Chicago sobre el programa en 2013 refleja impactos positivos aunque relativamente leves de la aplicación del Bono Diez Mil. Según el estudio, que compara 150 aldeas que recibieron el bono con 150 otras que no lo habían recibido, el programa redujo la tasa de pobreza en un 3.1% entre los beneficiarios del bono. Aunque no redujo la cantidad de hogares viviendo en pobreza extrema, sí logró que la condición de estos hogares fuera, por decirlo en términos populares, un poco menos extrema. El programa también aumentó el promedio de consumo per cápita de los hogares beneficiados en un 7.8%.
Estos resultados concuerdan con cálculos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que señalan que el bono representa el 68% del ingreso para el quintil más pobre de la población hondureña, y el 25% del segundo quintil más necesitado. En otras palabras, para los hogares más pobres que reciben el Bono Diez Mil, casi 7 de cada 10 lempiras que perciben en el año provienen del bono.
La Universidad de Chicago también intentó evaluar si en realidad recibir el Bono Diez Mil ha motivado a los encargados de los hogares beneficiarios a tener un mejor cuidado de la salud y la educación de sus hijos. En cuanto a educación, el estudio encontró que se incrementó en 2.8% la matrícula de niños y jóvenes en hogares beneficiados con el bono comparado con los que no reciben el bono. Asimismo, se encontró que la asistencia de estos menores mejoró en 3.2%.
También hubo resultados positivos en la salud de los beneficiarios estudiados. Entre niños de 0 a 3 años, el programa aumentó las visitas de control a los centros de salud en 2.6%, el porcentaje de madres vacunadas contra el tétano aumentó en 11.5% y hubo un 22.2% de aumento en la participación en controles postparto. Además, entre niños menores de un año el programa aumentó el porcentaje de niños que fueron pesados en los últimos 30 días antes de la entrevista, lo que refleja una adopción del hábito de asistir a los centros de salud para monitorear el desarrollo de los infantes.
Los aumentos registrados en este estudio para el años 2013 sucedieron en comparación a los resultados de un estudio de base idéntico realizado en 2011. Los resultados de este estudio son aún insuficientes para medir los resultados del programa a largo plazo, ya que sólo mide el progreso en los últimos dos años. Aún así, han sido valorados por los bancos de fomento como un desempeño bastante aceptable de la implementación del programa. Sin embargo, estudios realizados por organismos de la sociedad civil también apuntan a mejoras importantes que deben ser contemplados por el Estado y los cooperantes.
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$60 millones benefician familias de clase media y alta
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Otra auditoría sobre el desempeño de los primeros años del programa Bono Diez Mil fue realizada por el Grupo Consultivo de la Sociedad Civil (ConSOC). Este informe refleja problemas que se han presentado en la ejecución del programa. Son comunes los prolongados tiempos de espera en la fila para la entrega del bono; las largas distancias entre los hogares de los beneficiarios y los centros de cobro; y el control por parte de caciques locales de la entrega del bono a la población.
También se identificó que la irregularidad en la frecuencia de entrega y los diferentes montos que se asignan a las familias son dificultades para que los titulares sepan cuánto les corresponde recibir. Por esta razón, no pueden exigir rendición de cuentas sobre las cantidades en su prepuesto la disponibilidad de estos recursos.
Otro problema fuerte se presenta en el cumplimiento de las corresponsabilidades. De acuerdo con el ConSOC, las beneficiarias del programa no son informadas sobre el proceso de certificación y no tienen la posibilidad de conocer la existencia de algún error que pudiera excluirlas. Por lo tanto, no pueden presentar reclamos antes de ser suspendidas del bono y, peor aún, tampoco disponen de pruebas para demostrar que cumplieron con sus corresponsabilidades, pues no se les entrega constancia de cumplimiento.
En cuanto a la focalización, el 15.2% de los hogares que reciben el bono pertenece a los dos quintiles con mayores ingresos, por lo que, si 80% de los $496 millones de presupuesto que cuentan el bono es destinado a entregas de bonos, y 15% de las entregas las reciben personas en los 2 quintiles con mejores ingresos del país, este 15% consiste en 60 millones de dólares que en lugar de ser recibidos por los más pobres son desviados a ciudadanos que no comparten ese estado de necesidad.
Mientras algunas personas sin necesidad económica reciben el bono, el estudio del ConSOC señala que por otro lado hay muchos pobres que no lo reciben. Según el informe en el país hay alrededor de 93,000 familias pertenecientes al quintil más pobre del país que viven en áreas rurales y tienen hijos menores a los 18 años pero que aún no cuentan con el Bono Diez Mil.
Piden mayor transparencia
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Otra fuente a considerar para valorar el desempeño del Bono Diez Mil durante los últimos cuatro años en Honduras es el estudio elaborado en 2013 por Transparencia Internacional a través de su capítulo local, la Asociación para una Sociedad más Justa. De acuerdo con este estudio, titulado Riesgos de Integridad en el Bono Diez Mil, “el programa está realizando sus actividades de manera más exitosa que lo que está informando sobre sus actividades.” En otras palabras mientras el Bono Diez Mil ha logrado tener un impacto positivo en las vidas de muchos hondureños, y está sujeto a ciertos controles exigidos por los organismos financieros, hasta la fecha ha dejado mucho por desear en cuanto a la transparencia y rendición de cuentas ante los mismos beneficiarios del programa y ante los ciudadanos hondureños quienes estarán pagando durante cuarenta años los préstamos que ha incurrido el Estado para financiarlo.
La falta de comunicación por parte de los encargados del programa fue uno de las principales quejas de beneficiarios consultados por ASJ. Por ejemplo, muchos expresaron no entender por qué el monto de sus pagos variaba. La explicación es que cada año el programa ha cambiado su programación de pagos, de trimestral a cuatrimestral a bimensual, pero estos cambios no fueron comunicados de forma oportuna a los beneficiarios.
Asimismo, el informe destaca que los portales en Internet del programa carecen de documentos claves como ser los reglamentos del programa, información actualizado sobre beneficiarios y logros, etcétera. Revistazo constató que al momento de publicar esta nota, la información disponible en internet sobre el Bono seguía dispersa, desactualizada e incompleta. Por ejemplo, los sitios http://praf.hn/drupal/ y http://bonodiezmil.blogspot.com/ siguen con fotografías del anterior Presidente Lobo e información desactualizada. El sitio de la nueva Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (SEDIS), más allá de subsumir el Bono Diez Mil bajo el “branding” de los programas sociales del gobierno de Juan Orlando Hernandez, “Vida Mejor,” contiene información muy escueta, mientras el sitio de la nueva Sub Secretaría de Integración Social solo tiene algunas fotografías.
Para obtener los datos de la Evaluación de Impacto, Revistazo habló por teléfono con cuatro funcionarios de las últimas instituciones mencionadas sin obtener respuesta, y al final tuvo que obtener esta información por otros medios.
Retórica politizada sobre el bono
Hasta la fecha no se han constatado denuncias de algunos sectores que la selección de beneficiarios del bono sea afectado por afiliación política. Al contrario, el programa que arrancó en el gobierno del nacionalista Pepe Lobo utilizó una base de datos de beneficiarios desarrollado en el gobierno del entonces liberal Manuel Zelaya. Sin embargo, sigue habiendo una fuerte percepción de que el bono es politizado—y según el estudio de ASJ, el principal alimentador de esta percepción ha sido el mismo Gobierno.
En los meses anteriores a las elecciones del 2013, “los promotores e PRAF llamaron a una asamblea de todos los beneficiarios de Azacualpa y les dijeron ‘¿saben por quién reciben el bono? por el Presidente. Entonces tienen que votar por el candidato del mismo partido, si quieren seguir recibiendo el bono.’ En la entrega del bono, hicieron charlas antes y después de darles el dinero diciendo que tenían que votar por el candidato del partido del Gobierno si querían seguir recibiendo el bono,” denunció a ASJ un grupo de beneficiarios en Intibucá.
El informe contrasta el imagen del Bono Diez Mil, que según su decreto de creación es un “Programa Presidencial” y que tanto durante el gobierno anterior como en el actual ha sido fuertemente asociado en materiales oficiales con la persona del presidente, con el programa mexicano Oportunidades, que ya es proyectado como una política permanente de Estado.
Finalmente, señala que un aspecto insólito del reglamento operativo del Bono 10,000, en todas sus cuatro versiones, es la penalización de beneficiarios por “utilizar el nombre del programa con fines de proselitismo electoral, político, religioso o de lucro”—causal según el reglamento de suspensión definitiva del programa—mientras que no se encuentra ninguna cláusula que contempla sanciones contra servidores públicos quienes incurran en lo mismo.
En conjunto, estos tres informes muestran que mientras hay mucho por mejorar, el Bono Diez Mil ha logrado al menos algunos cambios positivos en las vidas de miles de hogares necesitados—pero si el Gobierno quiere que la población reconozca lo anterior, tendrá que comunicar sobre el bono de forma más transparente y menos politizada.