“De la casa solo trabajo yo, somos seis y vivimos de milagro. Me pagan seis mil lempiras y de allí tengo que comprar la comida y dejar para el transporte”, dice Marcos Sánchez, guardia de seguridad de una lujosa residencial de Tegucigalpa, la capital de Honduras.
(Por cuestiones de su seguridad no mencionamos el verdadero nombre del guardia ni el de la empresa donde labora.)
Entre el sube y baja de la pluma instalada para el control de los vehículos que entran y salen de la residencial, Sánchez, vestido de jean azul desteñido por el tiempo, camiseta gris y gorra negra, menciona que de los 6 mil lempiras, gasta 1,500 en leche para su hijo de tres años, 500 se los da a su mamá para que compre sus medicinas y 1,320 forzosamente debe utilizar en el pago de transporte.
Si usted le resta esos valores al salario de Sánchez, se dará cuenta que a este señor, que trabaja turnos de 24 horas, sin seguro social, sin pago de horas extras, sin aguinaldos y sin los demás derechos mínimos que le otorga la Ley, solo le quedan 2,680 lempiras para alimentar a seis bocas mensualmente.
Dividido por los 30 días de un mes, da 89.33 lempiras diarios para cubrir las necesidades de toda una familia. Seis personas que comen tres veces al día suman 18 tiempos de comida y si Sánchez solo tiene 89.33 diarios significa que cada uno de ellos únicamente tiene derecho a 4.96 por tiempo. Ese es el precio de un huevo y dos tortillas. Y en realidad, ni para eso ajusta, porque Sánchez también debe pagar luz y agua, ropa y otras necesidades básicas.
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En contraste, en años recientes el Estado ha gastado entre 8 a 10 lempiras por tiempo de comida para alimentación de los reclusos en las penitenciaras del país.
Es un sueldo para medio pasar. Para no comprar leña, porque vale 150 lempiras la carga de 30 pares, yo la voy a traer a la loma cuando salgo de aquí todo desvelado”, reveló este vigilante, que tiene bajo su cargo a su esposa, su mamá, sus dos hijos y una sobrina.
Los números son fríos como fría es la realidad de Sánchez y muchos trabajadores en Honduras, un Estado que en las palabras de su constitución y de los convenios internacionales que ha firmado, garantiza los derechos humanos, pero que en la realidad queda muy lejos de esta meta.
La compañía para la cual Sánchez labora es comprendida entre los 11 y 50 trabajadores y según la tabla del salario mínimo no debe pagar menos de 8,221.75 lempiras: 2,221.75 lempiras más de lo que realmente les paga a sus empleados.
Hace dos meses entró en vigencia la Ley de Inspección Laboral que castiga con multas hasta de 300 mil lempiras a los patronos violadores, pero hacerla cumplir es obligación de la Secretaría del Trabajo, que según fuentes de esta dependencia consultadas por Revistazo, aún está capacitando sus inspectores sobre la nueva Ley y no ha empezado a implementarla.
Salario mínimo no ajusta
Héctor Moncada, economista y catedrático universitario. |
Para Héctor Moncada, economista y catedrático universitario, las familias donde solo una persona trabaja y que sus ingresos son iguales o menores al salario mínimo se ven en dificultades cuando además de comprar alimentos tienen que pagar alquiler, comprar los cuadernos, uniformes y los lápices que necesitan sus hijos que van a la escuela.
Y a eso súmele los medicamentos que no les son dados cuando se enferman porque en el centro de salud no hay. Ese es un efecto en cadena que reproduce y recrudece la pobreza”, asegura Moncada.
Adalid Irías, presidente de la Asociación para la Defensa de la Canasta Básica (Adecaba). |
Adalid Irías, presidente de la Asociación para la Defensa de la Canasta Básica (Adecaba), una organización de la sociedad civil, respalda estas afirmaciones. La Adecaba es un organismo popular que constantemente hace monitoreo de precios en los mercados y supermercados de las principales ciudades del país. Según su presidente, Irías, ni aun recibiendo el 100% del salario mínimo las familias pueden satisfacer sus necesidades alimenticias, porque ese ingreso solo cubre el 40% de la canasta básica.
Para él, el nivel vida de los hondureños se deteriora diariamente, porque “antes, aunque sea una vez por semana las familias podían comer mariscos, pero conforme el dinero ha ido perdiendo valor, pasamos a la carne, después al pollo y del pollo vastos sectores han pasado a comer embutidos o vísceras de pollo, pero ya hay gente comiendo sopas instantáneas”, reiteró Irías.
¿Cuánto cuesta una vida digna?
Datos de la Adecaba indican que en el 2016 la canasta básica se incrementó en 900 lempiras. Sin embargo, en la ronda de negociaciones más reciente, la Comisión Negociadora del Salario Mínimo, integrada por el gobierno, la empresa privada y las centrales obreras fijó un incremento salarial que, dependiendo de la actividad económica en que el trabajador realiza su labor, oscila entre apenas 180 y 500 lempiras mensuales.
Comisión Negociadora del Salario Mínimo. |
¿Por qué el aumento queda tan corto de lo que, según Adecaba, es el incremento real en el costo de vida?
Varios expertos opinan que el problema se da porque los datos y supuestos que utilizan las autoridades para calcular el costo de vida y la tasa de inflación no concuerdan con la realidad nacional y que en base a esos parámetros irreales la Comisión Tripartita (gobierno, empresarios y centrales obreras) acuerda el aumento al salario mínimo.
Para empezar, hay divergentes opiniones sobre el valor de la canasta básica, un concepto que comprende un conjunto de productos de primera necesidad y servicios que necesita una familia promedio para subsistir durante un periodo determinado, que por lo general es un mes. Generalmente se esperaría que el salario mínimo al menos cubra este valor.
Diferentes organismos que calculan sus propias versiones de la canasta básica distan en los productos y servicios que incluyen o excluyen, las cantidades de estos que consideran necesario para una familia en un mes y el número de personas que consideran que integran una familia promedia.
(Sobre el último punto, el Estado generalmente considera un hogar integrado por cinco personas, mientras Irías, del Adecaba, asevera que muchas familias que sobreviven con el salario mínimo son conformadas por seis personas.)
El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) calcula que la canasta básica de alimentos (o sea, lo que una familia gasta solo en alimentos en un mes) cuesta unos 5,600 lempiras.
Por otro lado, la Secretaria de Desarrollo e Inclusión Social (SEDIS) dice que la canasta básica para una familia de cinco personas es de 7,500 lempiras.
La Adecaba hace cálculos más generosos, aseverando que la canasta básica para una familia de seis personas es de 15 mil lempiras. Pero aun así, significa alimentarse con solo 27.78 lempiras por persona por tiempo de comida, que todavía no garantiza una alimentación digna, si se considera que ese el valor de una burrita de 4 tortillas, frijoles fritos, un pedacito de queso y dos tajaditas de plátano. Y si quiere refresco o café pídalo aparte.
Otro punto de opiniones divergentes sobre el costo real de una vida digna gira alrededor de la tasa de inflación, o sea, el paso al que los precios suben (o vista de otra óptica, el paso al que el Lempira va perdiendo valor adquisitivo) de un año al otro.
Para medir la inflación, el Banco Central de Honduras (BCH) calcula el Índice de Precios al Consumidor (IPC) basándose en los cambios de precios a través del tiempo de una «canasta de consumo» comprendido de 282 bienes y servicios, incluyendo desde comidas básicas como los frijoles hasta cepillos de dientes, libros de texto para la escuela, ropa y hamburguesas, y servicios desde luz y agua hasta cuotas de televisión por cable y servicios fúnebres.
A finales del 2016 el Banco Central de Honduras (BCH) reportó que la inflación era de 5.82% (o sea, que los precios en general subieron en este porcentaje en comparación con el 2015). En base a esa medida la Comisión negociadora acordó que el aumento al salario mínimo para 2017 sería entre el 3.31% y el 6%.
Sin embargo, en la realidad no todos los bienes y servicios suben en precio al mismo paso, y algunos economistas y grupos que representan los consumidores han cuestionado si esta cifra que mide tendencias generales en la economía es apta para medir los cambios en los precios de los productos y servicios específicos que más afectan una familia que gana el salario mínimo.
El 42% de los trabajadores no recibe el salario mínimo completo
Jaime Escobar Varela, Director General de Salarios. |
La situación es precaria en las familias con ingresos de salario mínimo, pero aun así, muchos empresarios se niegan a pagarlo completo a sus trabajadores. El Director General de Salarios, de la Secretaría del Trabajo y Seguridad Social, institución garante de los derechos laborales, Jaime Escobar Varela, dijo a Revistazo que el 42% de los trabajadores hondureños no recibe el salario mínimo completo, escenario que les merma las posibilidades de vida digna a familias. enteras.
“Son nulos ipso jure todos los actos o estipulaciones que impliquen renuncia, disminución o tergiversación de los derechos que la constitución, el presente Código, sus reglamentos o las demás leyes de trabajo o previsión social otorguen a los trabajadores, aunque se expresen en un contrato de trabajo u otro pacto cualquiera”, dice el Artículo 3 del Código del Trabajo, precepto considerado letra muerta por los empresarios que no cumplen los derechos laborales.
Escobar dice que la mayoría de los trabajadores afectados pertenecen a la micro y pequeña empresa. Sin embargo, este medio digital constató la existencia de compañías grandes, con más de 200 trabajadores, que tampoco pagan el salario mínimo, pero las autoridades aseguran no tener conocimiento de esa situación.
A la falta del pago completo del salario también se suman muchas empresas de seguridad y de limpieza que obligan a sus empleados a trabajar turnos de 12, 16 y 24 horas diarias sin pagarles las horas extras, considerados por la Ley como salarios extraordinarios, situación que tampoco ha sido atendida por las autoridades del trabajo y que el Director General de Salarios acepta como un asunto de inspección que la Secretaría del Trabajo debe tratarlo de manera estratégica.
Selvin Martínez, Director de Inspectoría General del Trabajo. |
Regular las jornadas de trabajo y el pago de todos los beneficios legales del trabajador es una labor que debe llevar a cabo la Dirección de Inspectoría General y en tal sentido, el Director de Inspectoría General del Trabajo, Selvin Martínez, reconoce la existencia de esas irregularidades y asegura que todo cambiará con la Ley de Inspectoría General del Trabajo, vigente desde el 15 de marzo pasado.
Martínez dice que los empresarios incumplían el derecho de los trabajadores porque las multas establecidas en la Ley Laboral eran demasiado blandas. Explicó que el Código contemplaba multas de 50 a 5 mil lempiras y que por eso los patronos preferían pagar esa cantidad a atendernos y a resolverles un problema a los trabajadores. Indicó, reflexionando que la Ley de Inspectoría es más severa en sus sanciones.
Las multas establecidas en el Código del Trabajo por las violaciones laborales eran de 50 a 2000 lempiras, pero la Ley de Inspección Laboral castiga a los empresarios infractores con multas de 250 mil y 300 mil lempiras. La norma está allí, vigente desde el 15 de marzo pasado y es responsabilidad de la secretaría del Trabajo hacerla cumplir. Vale mencionar que el simple hecho de pagar la multa no exonera al patrono de cumplirles a los trabajadores.
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