En esta segunda nota de nuestra serie «Sacos solidarios: política o ayuda» (ver nuestra primera nota aquí), presentamos los resultados de una encuesta realizada a 287 beneficiarios del Programa Honduras Solidaria que el Gobierno de Honduras está implementando para responder a la crisis humanitaria que ha producido la pandemia del COVID19 en el país.
La encuesta se aplicó a padres y madres de familia de las comunidades de la Flor de Campo, Nueva Suyapa, Los Pinos y Villa Nueva del municipio del Distrito Central. Como se recordarán, comunidades como Los Pinos tuvo todo un operativo gubernamental y militar, con medios de comunicación, resaltando la labor humanitaria. Pues, dos meses después, nos hicimos la pregunta ¿qué ha pasado con Honduras Solidaria en las comunidades marginales de la capital?
De las personas encuestadas, 97% habían recibido dos entregas de provisiones del gobierno entre marzo y junio del presente año. Esto demuestra que Honduras Solidaria sigue en trabajando, ¿pero a qué nivel?
Entre algunas peculiaridades en torno a la calidad y calidez del trabajo realizado de distribución, 35 beneficiarios (29 de ellos de la Flor de Campo), reconocieron que la segunda entrega fue más rápida y ordenada que la primera. En Villa Nueva dijeron que las bolsas fueron tiradas en una manera que se sentía irrespetuoso.
Según las personas encuestadas, la primera entrega fue manejada por las Fuerzas Armadas y la segunda por las Guías de Familia de la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (SEDIS), que en muchos casos hacen de activistas del partido de gobierno -sin mucha vocación social, pero si necesidad de un empleo gubernamental.
Es sabido que la mayoría de los vecinos de estas comunidades viven en condiciones de pobreza, incluso pobreza extrema sobreviviendo con 50 lempiras al día, unos 2 dólares. En estos meses de confinamiento muchas familias han empobrecido más, en algunos casos, han tenido que dejar de comer un tiempo.
Al consultarles a los beneficiarios sobre el tamaño de los Sacos Solidarios, pues ya no son sacos, sino bolsas. Aunque la entrega fue más rápida en esta segunda ocasión, las raciones fueron significativamente más pequeñas, llegando a ajustar para una semana, en vez del mes. Como se observa en la ilustración, de los 234 beneficiarios consultados, 123 –más del 50%- manifestaron que la cantidad de alimentos se había reducido. Es importante aclarar que en la comunidad de Los Pinos no se logró aplicar esta pregunta.
Al analizar las respuestas por comunidad, se observa que, en Nueva Suyapa, el 98% de los beneficiarios consultados afirmó haber recibido menos.
Según lo comentado por una beneficiaria entrevistada, los contenidos literalmente llegaron en una bolsa pequeña de plástico en vez de un saco más grande. Catorce personas coincidieron en la observación que las bolsas no traían insumos importantes como avena para los niños, mascarillas, jabón, y papel higiénico entre los elementos faltantes.
Los beneficiarios de la Flor del Campo expresaron una perspectiva diferente. En esa comunidad, 94% dijeron que las bolsas que recibieron en la segunda entrega fueron del mismo tamaño o más grande que las primeras. Estas diferencias muestran un problema de equidad en el acceso al servicio público, pues no se le puede entregar diferentes cantidades a comunidades que comparten los mismos niveles de pobreza.
Se puede inferir que la Flor del Campo está obteniendo no solo más alimentos, pero mejores valores nutricionales –lo que impacta en la salud e inmunidades de las personas.
Los beneficiarios de la Flor del Campo, Villa Nueva y Nueva Suyapa coincidieron en el reclamo que los alimentos fueron contaminados por los jabones (el listado de contenidos de CENISS incluye jabón de trastes y jabón de ropa). Los beneficiarios dijeron que el arroz particularmente estaba impregnado de jabón.
Al no proteger los alimentos durante la preparación de las bosas, el Gobierno no solo desperdició los limitados fondos destinados a cumplir su compromiso de proteger el derecho de no sufrir el hambre, un compromiso reiterado en el Decreto 025-2020; pero también puso en riesgo la salud de familias que están viviendo ya momentos difíciles.
Una mujer entrevistada por Revistazo compartió su historia de tener que dar comida con sabor a jabón a su familia. Por un lado, nadie en su familia está trabajando; y, por otro lado, el arroz con jabón fue desagradable. Doña Maribel expresó su preocupación de que los químicos pudieran ser dañinos al consumirlos.
Un último comentario, las entregas del Gobierno fueron espaciadas en el tiempo. Según los beneficiarios, entre la primera y segunda entrega hubo un espacio de 45 días (mes y medio). Algunos expresaron un deseo de recibir alimentación cada quincena, en vista de que, lo alimentos no ajustaban y no tenían ingresos para comprar comida. Un niño entrevistado comentó que los asaltos estaban incrementando en su vecindario.