La noche del 26 de mayo de 2012 fue fatal. Ebed Jassiel Yánez era un niño de 15 de edad que salió a conocer a una joven, pero en su lugar encontró la muerte.
Lea Carta de la madre de Ebed |
Utilizando una motocicleta propiedad de su padre, Ebed salió a las peligrosas calles de Tegucigalpa a las 12.05 de la noche, llegó a la colonia Residencial Plaza y durante 40 minutos estuvo buscando a su pretendida. Al no encontrarla decidió regresar.
“A saber en qué hoyo vivís, mejor me voy, a ver si no me agarran los chepos” dice el último mensaje que Ebed le envió a la joven a la 1.05 de la madrugada. En la jerga popular hondureña, chepo es sinónimo de policía.
En este vehiculo los militares le dieron |
Quince minutos después, Ebed era muerto a manos de tres miembros del Primer Batallón de Fuerzas Especiales de Honduras quienes formaban parte de un operativo militar.
Del operativo realizado en la colonia Vía Vieja de Tegucigalpa, formaban parte 21 elementos del ejército, le hicieron parada al muchacho y al no detenerse, siete de ellos le dieron persecución en un vehículo Ford 350 donado por el gobierno de Estados Unidos.
El joven no portaba licencia de conducir, ni los documentos de la motocicleta y se presume que para evitarse problemas con su padre, decidió huir.
Los militares dispararon sus armas y acto seguido, en una patrulla compuesta por siete elementos, iniciaron la persecución.
Conduciendo un vehículo de alta potencia los militares alcanzaron rápidamente al joven que manejaba una motocicleta 125, el muchacho se desvió a un callejón estrecho donde los militares no pudieron entrar con el vehículo.
Cuando Ebed estaba por salir del callejón, tres de los siete militares le dispararon en repetidas veces.
El subteniente José Antonio Sierra, el sargento Eliazar Abimael Rodríguez y el cabo Felipe de Jesús Rodríguez, dispararon contra el muchacho.
El informe de balística señala que la bala que mató Ebed, fue disparada por el sargento Rodríguez.
El joven apareció muerto la mañana del 27 de mayo y de acuerdo al dictamen de medicina forense, una bala calibre 223 le atravesó el cuello.
Para Wilfredo Yanez, padre del menor, el crimen tiene sus orígenes en la irresponsabilidad de los presidentes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández, respectivamente.
Con 109 homicidios por cada 100 mil habitantes Tegucigalpa se ubica entre las ciudades más peligrosas del mundo, pero en una noche de primavera, el riesgo es insignificante para cualquier muchacho necesitado de amor y al que se le presenta una oportunidad.
Veinte homicidios se registran en Honduras todos los días, crímenes que en su mayoría son acreditados a bandas organizadas, a las maras y a las pandillas. Sin embargo, el caso de Ebed es diferente. A él lo mataron agentes del Estado.
El caso debe servir para reflexionar en las decisiones apuradas que toma el gobierno.
De forma desesperada y buscando combatir la criminalidad que campea en Honduras, por recomendaciones del presidente Lobo, el Congreso Nacional aprobó facultades para que los militares realicen patrullajes de seguridad interior, sin tener las capacidades.
“El decreto va en contra de la Constitución de la República, porque su formación es para la defensa de la soberanía y del territorio”, manifiesta Yanez, quien además se queja de la irresponsabilidad del jefe de las Fuerzas Armadas, René Osorio Canales, quien no supo reconocer las limitaciones del ejército en materia de seguridad ciudadana.
“Osorio Canales tuvo que haberle dicho al Congreso o al Ejecutivo que el ejército no está preparado”, insiste Wilfredo Yánez.
FISCAL HABRÍA PROTEGIDO A OFICIAL
Ebed junto a su madre,padre y hermana en vida. |
Al presentar el requerimiento contra los militares, la fiscalía de los derechos humanos solo acusó al sargento Abimael Rodríguez por el delito de homicidio.
El oficial y el cabo dispararon contra el muchacho, pero ellos únicamente fueron acusados de encubrimiento, abuso de autoridad y violación a los deberes de los funcionarios, situación que les permite gozar de medidas sustitutivas de la prisión.
El sargento guarda prisión preventiva en la Penitenciaría Nacional y se encuentra pendiente del juicio. Hasta hoy, las autoridades no han señalado la fecha de la audiencia inicial.
Para los familiares de Ebed hay razones suficientes para que solo uno de los militares haya sido enviado a prisión.
“Yo tengo información que un oficial del ejército llegó a donde el Fiscal General, Luis Rubí, a pedirle que no metiera preso al oficial que iba en la patrulla”, aseguró a revistazo Wilfredo Yanez.
A su juicio, Rubí le dijo a German Enamorado, fiscal especial de los derechos humanos que hiciera lo pertinente en la presentación del requerimiento fiscal.
Wilfredo considera seguir clamando justicia para que los responsables de la muerte de su hijo y los demás que encubrieron el delito en la cadena de mando militar sean sancionados.
Por la debilidad que presenta la justicia en Honduras el caso de Ebed también ha sido elevado a instancias internacionales y no se descarta que una vez más el Estado de Honduras sea condenado por violaciones a los derechos humanos.
“Y si hay que actuar contra el fiscal general no lo pienso dos veces porque si no encuentro justicia en el país en el nombre de Jesús le puedo asegurar que la voy a encontrar a nivel internacional”, sentenció Yanez.
Tomando en consideración que en la disciplina militar las órdenes se dan en cascada, el padre de Ebed es del criterio que el oficial, José Antonio Sierra tiene mucha responsabilidad en el crimen.
LA VICTIMA
Ebed era admirador de carros antiguos. |
Ebed era un muchacho de 15 años que según su padre nació en una familia cristiana y que fue educado con alto perfil moral. Él no tenía experiencia de andar en las calles, pero que en una reacción natural, desafió el peligro.
El muchacho era estudiante del Instituto Herizim y miembro de la iglesia Vida Abundante.
La noche en que murió, Ebed estuvo chateando con una muchacha a quien su familia jamás conoció, esperó que sus padres y su hermana se durmieran para salir en busca de la mujer.
En comunicación a través del chat, Ebed le dijo a la muchacha que deseaba conocerla, pero, “Mis padres están despiertos”, “ya tengo las llaves de la moto” y “me ducharé mientras se duermen”.
El chat quedó abierto y el padre de Ebed pudo leer la conversación cuando recuperó el teléfono celular.
Según Wilfredo, el muchacho no tenía experiencia para andar solo en la calle. “Mi esposa lo llevaba al colegio en su carro y bajaba en el bus del colegio, los fines de semana él iba a la vía olímpica a aprender taek won-do y a practicar natación, la mayor parte de las veces lo esperábamos y si no, regresábamos a recogerlo”, dijo.
Asimismo expresó que Ebed era sano, sin vicios y que había sido educado bajo el principio de sometimiento a la autoridad. “En eso falló y que creo que fue lo mejor, porque que si lo hubieran capturado, tal vez lo hubieran hecho perdidizo y jamás hubiéramos encontrado su cuerpo”, dijo Yanez.
Ebed no tenía novia, pero si lo admiraban varias muchachas. “Supe de una que cuando se dio cuenta de su muerte le dio un derrame, otra vino llorando y me dijo que si hubiera hecho lo que él le había pedido tal vez no se hubiera muerto y otra apareció llorando allá por la vía olímpica. De la muchacha que él buscaba no sabemos nada”, narró Wilfredo.
QUERIA SER ABOGADO
En su graduación de primaria. |
Ebed manifestaba interés por ser abogado, pero cuando se comenzaron a dar muertes de profesionales del derecho, cambió de opinión y dijo que mejor se dedicaría a la administración del negocio.
“Si llego a ser abogado me van a matar”, manifiesta Wilfredo que le dijo su hijo al cambiar de parecer.
La familia de Ebed es propietaria de una empresa que distribuye productos de la mediana y pequeña industria en los supermercados.
En Honduras ocurren diariamente veinte asesinatos, de los cuales el 80% quedan en la impunidad por falta de investigación. Sin embargo, Wilfredo asegura que seguirá luchando para encontrar justicia.