La incapacidad que en el tiempo han demostrado las autoridades para el manejo del sistema penitenciario provoca descontrol y permite que las cárceles en Honduras sean regidas por autogobiernos. Son los mismos reclusos quienes llevan el control interno y manejan los presidios como escuelas de alta graduación criminal.
Tráfico de armas y drogas, asesinatos y la planeación y ejecución de crímenes, dentro y fuera de los recintos, son parte del quehacer diario de una población penitenciaria que carece de políticas gubernamentales de rehabilitación, pero que extrañamente se ha dotado de todos los accesorios para seguir delinquiendo desde adentro.
De esta situación también se derivan las facilidades que el sistema les otorga a los reos para fugarse de los centros penitenciarios, pese a la custodia militar que en los últimos años se estableció en los alrededores de los centros penales. Muchos de los fugados son personas de alta peligrosidad, “sanguinarios”, dicen unos, “bestiales”, dicen otros que se refieren a la forma en que han ejecutado crímenes horrendos. No obstante, las autoridades siguen demostrado no importarles el daño que estos delincuentes puedan ocasionarle a la sociedad.
Sólo el 22% son recapturados
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Para verificar el accionar de las autoridades en torno a esta situación, Revistazo realizó un monitoreo en los periódicos digitales del país. En una muestra de 100 reos fugados, documentados por estos medios entre diciembre de 2010 y diciembre de 2015, encontró que sólo 22 fueron recapturados, 70 siguen prófugos y con las posibilidades de seguir cometiendo delitos y 8 murieron en diversas circunstancias.
Es probable que las cifras reales de fugas—y de fugados sin recapturar—sean mayores, debido a que Revistazo solo recopiló casos que fueron cubiertos por los medios grandes nacionales, con sedes en las principales ciudades del país y posiblemente no se dieron cuenta de algunos escapes de centros de reclusión en zonas retiradas.
Es de mencionar que varios de los fugados son personas con historiales criminales horrorosos, como tres de ellos, sentenciados a 113, 281 y 400 años de prisión. También vale mencionar que la mayoría de las recapturas se produjeron cuando los fugados se vieron involucrados en otros delitos y no porque las autoridades los estuvieran buscando.
Se fugan y siguen matando gente
La debilidad y corrupción que impera en el sistema penitenciario permite que los internos salgan de la prisión sin restricción alguna. Es por eso que varios de ellos logran fugarse en repetidas ocasiones. Por ejemplo, Benigno Ríos, se fugó del centro penal de Gracias, Lempira, el 30 de junio de 2012 y nueve meses después, el 30 de marzo de 2013, la policía lo detuvo por portación ilegal de armas, en la aldea Quebrada Carpul de Santa Bárbara.
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Al revisar sus antecedentes penales las autoridades encontraron que él, había cometido varios delitos por lo que fue recluido en el centro penal de Santa Bárbara, de donde nuevamente se fugó el 12 de octubre de 2014, para seguir su carrera criminal.
Ríos fue detenido por tercera vez, el 23 mayo de 2015 y ya para ese momento el Juzgado de Ejecución de Santa Bárbara le había librado una orden de captura por el asesinato de Élida Rosa Pérez Pineda (14), José Javier Pérez Pineda (12), Mario Antonio Burgos y Lourdes Suyapa Ayala Pineda, crímenes que cometió en mayo de ese año.
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Olman Ariel Laínez Arias, alias “Pechuga”, formaba parte de una banda dedicada a matar niños en la colonia Nueva Suyapa de la capital. En el 2007 fue condenado por el asesinato de Eduardo Enrique Banegas y el 27 de marzo de 2014 se fugó de la Penitenciaria Nacional.
Las autoridades no emitieron la alerta para recapturarlo y el 9 de abril de ese año, 13 días después de haberse fugado, participó en el asesinato de Rony Alexander Alvarado Mejía, acribillado en las inmediaciones de la terminal de buses de esa comunidad. El Ministerio Público también lo acusa de la muerte de Erick Ariel Martínez Rodríguez, mientras que la policía de investigación lo vincula con cinco homicidios más.
Alex Rafael Colindres Medina, ingresó a la Penitenciaría Nacional por los delitos de asociación ilícita, portación ilegal de armas y robo agravado, pero el 25 junio de 2011, se escapó de su casa ubicada en la colonia Divino Paraíso, de Tegucigalpa, cuando gozaba de un permiso especial otorgado por las autoridades para que visitara a su mamá, quien supuestamente se encontraba enferma. En esta fuga con la ayuda de varios hombres fuertemente armados mató a un policía penitenciario e hirió a otro.
Pero a ellos también los matan
El 24 de junio de 2011 las autoridades reportaron que tres reos de alta peligrosidad se habían escapado en un camión de basura de la Penitenciaría Nacional Marco Aurelio Soto, pero no se interesaron en recapturarlos. Dos meses más tarde, el 15 de agosto de ese año, los tres aparecieron muertos en Siguatepeque y llegaron como desconocidos a la morgue de medicina forense donde fueron reconocidos por sus familiares.
Ellos eran Alex Rafael Colindres Medina, José Margarito Cardona Osorto y Héctor Manuel Díaz Amador. Colindres Medina y Cardona Osorto era la segunda fuga que habían llevado a cabo.
Cardona Osorto, guardaba prisión desde el 2 de marzo de 2009 por asalto bancario, tentativa de asesinato y evasión, por lo que cumplía una sentencia de 29 años con cuatro meses, mientras que Héctor Manuel Díaz Amador, había sido sentenciado a 28 años de cárcel por los delitos de robo, homicidio simple, lesiones y tráfico de drogas.
El 11 de mayo de 2011, en las cercanías de Estadio Olímpico, Metropolitano de San Pedro Sula aparecieron muertos, Allan Josué Alvarado Cruz y Eugenio Chávez Santos, fugados de la Penitenciaria Nacional, el 23 de abril de ese año.
Las autoridades informaron que Walter Iván Paz, quien estaba recluido en el centro penal de Choluteca, Alwin Osiel Suezo Suazo, en la granja penal de Comayagua y Erick David Sevilla Salgado, en la Penitenciaría Nacional, murieron acribillados por guardias de seguridad, policías y militares, cuando supuestamente trataban de impedir que se fugaran.
¿Y por qué no los recapturan?
Esa es la interrogante que hasta ahora no encuentra respuesta de las autoridades. Expertos en el tema identifican obstáculos referidos en la aplicación de procedimientos legales, debilidades institucionales y falta de comunicación entre las instituciones. Según los especialistas consultados por Revistazo, esa modorra gubernamental, trae como consecuencia la comisión de nuevos delitos por parte de las personas fugadas.
El sistema penitenciario nacional lo conforman 24 reclusorios clasificados en once penitenciarías nacionales y trece centros penales, pero a esos se suman las celdas de aislamiento que el gobierno habilitó como prisión preventiva en dos batallones de Tegucigalpa y San pedro Sula, más cuatro reclusorios de menores, que son manejados por la Dirección de Niñez Adolescencias y Familia (DINAF), antes IHNFA, pero con el mismo método de manejo.
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