Tristemente, el 2013 será recordado por los hondureños como el año en el que salió a la luz pública el estado corrompido del sistema de salud pública, y en especial de la cadena de suministros de medicamentos.
Crisis en medicamentos Serie 1/8
Múltiples investigaciones de organizaciones como Transformemos Honduras actuaron como la luz de una linterna en una oscura bodega, revelando una pútrida realidad al iluminar la realidad del almacén central, el nivel organizativo de la Secretaría de Salud, o los fallidos mecanismos de impartición de justicia que permite impunidad a quienes atentan contra la salud de un pueblo necesitado.
La cadena de suministros de medicamentos—ese proceso diseñado por el Estado para garantizar con los ingresos públicos la provisión digna, aunque modesta, de medicamentos a su población cuando cayese en enfermedades—está diezmada por una plaga que la ha vuelto inútil e irreconocible.
Su estado deteriorado explica muchas de las tragedias que se viven en el Mario Catarino Rivas, Mario Mendoza o en centros de salud rural, donde los familiares de pacientes con pocos ingresos ven la salud de los suyos deteriorarse por falta de medicamentos o por medicinas que no curan.
Tiempos oscuros
La realidad actual de la cadena de suministros dista mucho de épocas mejores. Parece ser más la consecuencia de una enfermedad crónica que de una gripe de temporada, de acuerdo a algunos empleados de la Secretaría que se han convertido en testigos de una mala práctica con fatales consecuencias.
“Estamos acaparados. La compra y venta de cualquier servicio o insumo de cualquier tipo está decidida por un grupo de poder que asaltó al Estado desde finales de la década de los 1980, cuando la tarea de adquisiciones y contrataciones públicas fue descentralizada a oficinas de adquisición en cada ministerio, que fueron controladas por los proveedores. Desde ese entonces, hace ahora, estamos en manos de mercaderes del bien común de nuestro país”, observa el doctor Osmín Padilla, asesor de la Secretaría de Salud que ha trabajado los últimos 35 años en el sistema público.
De acuerdo con Felipe Vargas, quien desde 1998 al 2013 era jefe de la Unidad Técnica de Suministro de Medicamentos (UTSM) de la Secretaría de Salud, el estado corrompido de la cadena de suministros de medicamentos “es un tema complejo y delicado porque repercute en la salud del pueblo.” “Es un tema tanto de administración como de medicina que se complica porque los partidos políticos han tomado el presupuesto del suministro de medicamentos como parte del botín de guerra. Por esta razón sucede, como todos sabemos, que en Honduras no hay medicamentos”, dijo Vargas a Revistazo.
La cadena empieza con falencias preventivas
El famoso “no hay” que escuchan los enfermos a la hora de solicitar sus medicamentos encuentra su causa en la vulnerabilidad a la corrupción de la cadena de suministros de medicamentos. Este proceso consiste en siete pasos—registro, selección, programación, adquisición, almacenamiento, distribución y prescripción—como se puede apreciar en la infografía que acompaña a esta nota.
Por su importancia, el registro de las medicinas a comprar es el primero de ellos, consiste en una fase previa e imprescindible. En esta etapa cada uno de los medicamentos que las casas farmacéuticas consideran listo para la comercialización es evaluado. Se intenta medir su efectividad así como sus posibles efectos secundarios. Esta etapa preventiva tiene como propósito evitar efectos contraproducentes por la ingestión de fármacos a través de la regulación del etiquetado, comercialización, advertencias y requisitos de prescripción para su uso.
Sin embargo, en nuestro país se opera sin un marco normativo existente. Además, la limitada capacidad regulatoria de los medicamentos por parte de la Dirección General de Regulación Sanitaria (DGRS) no permite cosechar los efectos de esta etapa preventiva.
Según fuentes consultadas Honduras maneja alrededor de 17,000 medicamentos registrados—alrededor del 74% del número de medicamentos registrados en Estados Unidos—pero con un presupuesto infinitamente más pequeño para controlarlos (solo la FDA, entidad estadounidense que controla los medicamentos en ese país, tiene un presupuesto casi tres veces mayor al presupuesto total del Estado de Honduras). Este bajo nivel de control puede prestarse para distintas maniobras para burlar los controles de calidad.
Definiendo un listado sin criterios válidos
Sin un sistema de registro real, abundan los huecos que permiten adquisiciones fuera de orden. En estas circunstancias comienza el segundo eslabón de la cadena de suministros, que consiste en la selección de medicamentos. A través de un listado oficial llamado Listado del Cuadro Básico de Medicamentos—LCBM—se define qué medicamentos se requieren para su compra. Los fármacos se escogen de acuerdo a su adecuación costo-efectiva.
Las fisuras en la cadena se agrandan aún más a causa del mal manejo del listado, el cuál no se actualiza cada tres años como la normativa dispone, no cumple con estándares internacionales al no contar con guías terapéuticas y, a falta de la información epidemiológica que no elabora la Secretaría de Salud, que impide conocer las necesidades reales del pueblo hondureño, se elabora de forma especulativa o arbitraria, pero en todo caso desacertada con el propósito de hacer frente a estas necesidades reales.
Con problemas de este tipo, el Listado del Cuadro Básico de Medicamentos, que consiste en el punto de partida de la cadena de suministros, repercute en el resto de eslabones. Está conformado por medicinas que no cuentan con una ficha que exija un nivel de calidad establecido y muchas veces no son la mejor opción en términos de costo y efecto a causa de la arbitrariedad con la que se escogen los medicamentos. El listado, al no ser actualizado con la frecuencia con la que se debería y basándose en estudios que permiten entender la necesidad sanitaria del país, terminan afectando el desempeño del resto de eslabones de la cadena de suministro de medicamentos.
1,300 millones de razones…
La tercera etapa consiste en la programación de compra, que consiste en la decisión de cuáles y cuántos de los medicamentos incluidos en el Listado del Cuadro Básico se comprará cada año de acuerdo a las posibilidades financieras de la Secretaría de Salud. En este eslabón, las intenciones de compra se enfrentan a la realidad del presupuesto, dando como resultado la compra de aquellos medicamentos que se pudieron comprar, considerándolos la mejor oferta posible para el estado en cuanto a precio y calidad.
Sin embargo, en la práctica se compran medicamentos sin saber el consumo real que éstos tienen en los centros de salud públicos, a causa de la falta de información y la falta de coordinación y controles. Además, “el hábito de comprar anualmente, en lugar de trimestralmente, impide saber las necesidades farmacológicas del sistema en el futuro próximo, por lo que conduce a un desajuste entre provisiones y necesidad”, dice la ex ministra Araujo.
Por esta y otras razones que son explicadas en la infografía que acompaña a esta nota, se puede decir que las compras de medicamentos se deciden prácticamente a ciegas, a causa del desorden reinante.
Este desorden es sospechoso para algunos y puede entenderse por los propósitos reales de quiénes controlan el sistema: “Hay 1,300 millones de razones para ser desorganizado”, comparte el antiguo jefe de la Unidad Técnica de Suministro de Medicamentos, Felipe Vargas, haciendo alusión al presupuesto de L. 1,300 millones asignado en 2013 para la compra de suministros médicos. “En río revuelto, ganancia de pescadores”, concluye.
Compra a ciegas
Descargue investigaciones:
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El cuarto paso en la cadena es la adquisición. A través de procesos de contratación—licitación pública o privada, o como ha ocurrido en varias ocasiones en recientes años, compras directas “por emergencia”, se obtienen los medicamentos especificados por el Listado del Cuadro Básico en las cantidades que se determina en la programación.
De acuerdo con las investigaciones de Transformemos Honduras, la adquisición de medicamentos en el sistema público se realiza sin utilizar información referencial sobre el precio de los medicamentos y a través de esfuerzos desarticulados e improvisados.
Cómo se expondrá en una entrega posterior de esta misma seria, se han encontrado evidencias de precios inflados y un mercado muy reducido de empresas que llevan la mayoría de las ganancias en las ventas a la Secretaría de Salud.
Deficiente logística
Finalmente, una vez adquiridos los productos farmacéuticos, se pasan al sistema de almacenamiento de la Secretaría de Salud Pública, lo que consiste en el quinto eslabón de la cadena; y posteriormente su distribución a los puntos de contacto con los pacientes, o sexto eslabón. El estado actual del sistema de almacenamiento podría hacer a cualquier operario de una empresa de refrescos preguntarse cómo es posible que esta organización no se haya ido a la quiebra, como ha sido revelado en una serie publicado anteriormente en Revistazo.com
La logística del suministro de medicamentos una vez a lo interno del sistema de salud representa serios problemas como la falta de una normativa procedimental, la falta de procesos de recopilación de información sobre la entrada y salida de medicamentos, y unas improvisadas instalaciones de almacenaje que más parecen la bodega de una tienda de artículos de segunda mano que el centro de recopilación de medicamentos con un costo anual superior a los 1,000 millones de Lempiras, y cuya función es cuidar la salud de los sectores más vulnerables de la sociedad.
“Tanta es la precariedad que el Almacén Central, donde se almacenan los medicamentos de todo el país, fue construida en su momento como un almacén regional, y las instalaciones no son más que una bodega. Muchas veces los medicamentos que compran a proveedores nacionales en San Pedro Sula vienen a pasear al Almacén Central de Tegucigalpa para luego ser asignados al Mario Catarino Rivas”, comenta Felipe Vargas.
Posteriormente pasan a su distribución a los puntos de contacto con los pacientes, o sexto eslabón. La distribución de medicamentos, por su parte, remeda la ineficiencia del almacenamiento, y un descoordinado pelotón de vehículos de la Secretaría viajan de forma ineficiente por el país haciendo las entregas de una cadena de suministros, que, para este punto, ya ha desgastado la moral de aquellos empleados del sistema de salud pública que desean hacer bien su trabajo, pero la realidad les ha enseñado que es mejor no preguntar y esperar lo peor.
¿Qué decir a los pacientes?Finalmente, es así como el médico, recetario en mano, prescribe a pacientes que muchas veces son contabilizados como ciudadanos que viven en pobreza extrema medicamentos que su Estado ha sido incapaz de proveer, por permitir la corrupción de la cadena de suministros, y por los cuales tendría que pagar cantidades de dinero fuera de sus posibilidades, para evitar sentir cómo se lo abandona la vida en un país que ha permitido negocios irregulares con la cura de su enfermedad, arriesgando la salud de su pueblo en beneficio de quienes obtienen un lucro grande a costa de un Estado incapaz, permeado por la corrupción y debilitado por el desorden y la ineficacia. |
VIDEO// NO HAY MEDICAMENTOS…
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Video realizado por el equipo de Revistazo |