Robert Díaz López
País: El Ecuador Profesión: Abogado, economista y master en ciencias. Cargo Actual: Director de la Escuela de Derecho de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil. |
Por: German H. Reyes R.
¿Cuáles son los principales problemas laborales de América Latina?
R. Lo más evidente es el acoso laboral, acoso psicológico, acoso sexual y acoso moral, que en nuestros pueblos se ha venido teniendo desde siempre, pero los aparatos legislativos están emitiendo normas que tienden a típicar estas acciones como infracciones y también estableciendo las sanciones que merecen. En México hay sanciones más avanzadas porque el Código Penal ya tiene normas muy claras y también en El Salvador ya hemos visto que está tipificado como delito laboral la retención de las cuotas sindicales.
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¿Si los países de América Latina son los principales suscriptores de convenios en materia de derechos humanos, porque no se aplica la normativa laboral?
R. Es simple, quienes tienen el poder político son los que tienen el poder económico, y por ende, tratan dentro de estas esferas de tutelar los intereses de los grupos dominanteseses , de manera que así como en Honduras y en El Ecuador hay un Ministerio del Trabajo que responde a esos intereses y minimiza o ignora las denuncias y los reclamos que hacen los trabajadores, aunque se está viendo un cambio bien significativo, en mi país por ejemplo, los inspectores del trabajo ahora tienen más poderes, inclusive poderes coactivos para cobrar indemnizaciones que se originan en el incumplimiento de las obligaciones laborales sin necesidad de ir a un juicio cuando son montos pequeños.
Los trabajadores se sienten más protegidos, no así en otras naciones donde todavía tienen muchas dificultades para organizarse, apenas se organiza un sindicato e inmediatamente son despedidos. En El Ecuador se ha aprobado una ley que prohíbe el despido y se considera nulo.
Anteriormente este despido únicamente significaba una indemnización adicional al despido común, ahora no, porque tienen que ser reintegrado a sus funciones y si el empleador no cumple puede ser penado. Este es un avance en nuestra legislación que en otros países hace años existe pero en América Latina recién empezamos a incursionar en una mayor protección de los derechos laborales.
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¿A qué se debe que la organización sindical ha ido en decadencia y a pesar de estar comprendida en el derecho laboral siempre es rechazada por los empresarios?
R. Los trabajadores quieren organizarse, lo que sucede es que no les permiten. Y con los sueldos tan bajos que existen en nuestros países a un empresario le resulta más barato despedir a 5, 6 o 7 dirigentes sindicales que tener un problema por años, con un comité o un sindicato que le va a estar exigiendo mejoras laborales y prefieren no tenerlo, o si permiten que exista una organización procuran que sea obediente a sus intereses y lamentable en muchos dirigentes sindicales se han sometido y como usted dice las organizaciones sindicales han bajado su nivel de representación de los trabajadores y se acomodan, en sus puestos se hacen reelegir permanentemente y consiguen mejoras salariales que los convierten en una burocracia dorada que lo único que hacen es medrar estos puestos sin que realmente cumplan el papel.
Las federaciones nacionales a menudo pactan con los organismos de empleadores para no hacer nada en favor de la clase marginada.
Nosotros como cristianos tenemos una enorme carga de velar por los pobres, Jesús tuvo una especial atención a las personas marginadas , excluidas y nos insta poner nuestro empeño y a procurar que nuestra legislación cambie, que hayan políticas de estado adecuadas para defender la parte más débil de la relación laboral y también a nosotros como abogados a tener conciencia y defender no por una cantidad de dinero, sino por una convicción cristiana, a los trabajadores que secularmente han sido explotados, marginados y violentados en sus derechos.
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¿Por qué tanta precarización del trabajo en América Latina?
R. Mientras los empleadores están muy unidos, los trabajadores no lo están y existen organizaciones internacionales que no cumplen su función. En organismos internacionales supraestatales como la OIT, (Organización Internacional del Trabajo) los trabajadores están representados minoritariamente porque es una representación tripartita, (estado, empleador y trabajadores) y generalmente el representante del Estado coincide en un 100% en los intereses de los empleadores. Y estos organismos que aparentemente representan a los trabajadores, firman convenios, pero no hay un seguimiento efectivo; ninguna nación ha sido sancionada por incumplimiento de los tratados y resoluciones de la OIT.
Pero los trabajadores deben empoderarse y exigir que los estados tengan una posición más observante de estos convenios internacionales y que también se exija a las organizaciones supranacionales que hagan cumplir esos convenios, usted revisa más de 100 convenios firmados en la OIT y los países latinoamericanos somos los que hemos suscrito casi todos, pero la mayoría se han quedado en letra muerta.
En los últimos años nuestro gobierno (El Ecuador) que es de corte progresista ha comenzado a considerar estas normas internacionales no solo en el tema laboral sino en derechos humanos para ser incorporados a nuestra legislación interna y a ser aplicados.
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¿A su juicio cuál debe ser el papel de las iglesias en torno a la violencia en el trabajo?
R. Primeramente difundir el evangelio de Jesucristo porque si nuestros líderes tuvieran el temor de Dios, procurarían hacer la justicia que necesitan nuestros países.
Si tuviéramos presidentes, legisladores, jueces y miembros de corte suprema de justicia con temor a Dios no tendríamos una realidad tan triste en nuestra América, pero también necesitamos que los trabajadores, los dirigentes sindicales y la población se empoderen de esos valores del reino para que los apliquen en su quehacer diario, porque si el trabajador incumple porque le pagan poco salario, baja la productividad y entonces nuestros países se van a hacer secularmente pobres.
Lo otro es tener un accionar permanente para motivar la observancia de leyes y la emisión de nuevas leyes que respondan a la realidad y a la exigencia de un mayor nivel de justicia y reparto equitativo de la riqueza. |