Anonimo

Perfil:

Residente de una colonia marginada de la capital; un familiar fue asesinado por personas involucradas en la delincuencia.

Opinión completa:

En parte de los padres de familia porque a veces no sabemos criar a los hijos y no sabemos dónde están y en otra los derechos humanos han venido a dañarnos tanto porque ellos defienden mucho [a los miembros de grupos delincuenciales] y en ese aspecto yo no estoy de acuerdo. La otra cosa es que uno le tiene mucho miedo a la policía porque han pasado cosas que uno ya no les tiene confianza principalmente porque ellos se venden o trabajan para los delincuentes, sean mareros, pandilleros. No todos, pero sí hay muchos que trabajan para esta gente.

El gobierno también tiene la culpa porque ¿qué ejemplos dan con todos esos pleitos que hay?, la corrupción y todo eso que se menciona. Es cierto que este gobierno ha hecho cosas buenas, pero así como tiene cosas buenas al mismo tiempo se desnivela.

La discriminación en las empresas para darles trabajo a personas mayores de 30 años también provoca descontento y hace que al no tener ingresos se involucren en la venta de drogas, el robo o se hacen sicarios. Yo he ido a buscar y me preguntan ¿Cuántos años tiene? Yo les digo 40 y entonces disminuye las posibilidades de trabajar.

En otros países si hay trabajaos para personas mayores. Fui a buscar trabajo en una tortillería y me ofrecieron solo 4,000 lempiras al mes y se trabaja hasta de noche, la gente no quiere ir a trabajar porque no dan ni el salario mínimo.

El gobierno cierra los colegios nocturnos en lugar de poner a los militares a cuidar mientras se termina la jornada educativa, esos muchachos que se quedan sin estudio son potenciales delincuentes y de eso la culpa es del gobierno.

¿Cuál es la solución?

Hay muchas cosas que el gobierno debe estabilizar, por ejemplo, todos esos muchachos que están en las calles resistoleándose deben ser llevados a un centro donde se puedan desintoxicar y enseñarles a trabajar. Los centros de menores infractores también debe haber rehabilitación para que no se estén matando en el interior.

El INFOP debe abrir las oportunidades para que los niños y jóvenes que no van a la escuela o al colegio aprendan oficios. Hay pastores que están haciendo eso, pero el gobierno no les ayuda porque no se pone en ese plan. Y otro problema es que se han abierto muchas iglesias que no fueron creadas para formar sino para enriquecer a quien predica la palabra y ese es un punto que ahora cualquiera es pastor. Dios me perdone la palabra, pero yo miro y uno ya no confía en personas así porque hasta en las mismas iglesias matan o extorsionan a las personas.

La educación está en la escuela, pero ahorita se están construyendo cárceles y cerrando colegios y eso no ayuda porque en las cárceles más bien van a aprender a ser más criminales, no hay rehabilitación. Hay pandilleros que se especializan en una carrera profesional y después se van a la policía y a los batallones para aprender qué es lo que está haciendo el gobierno por eso los pandilleros tienen prohibido hacerse tatuajes. Yo soy bien metida y me gusta ver qué andan haciendo y uno va entendiendo, los papás dicen “mi hijo no anda tatuado” pero no saben lo que hacen atrás de ellos.

Orestes Zúniga

Perfil:

Pediatra, Pastor, Supervisor Nacional de Iglesia de Dios en Honduras. Exdirector de Compasión Internacional Honduras.

Opinión completa:

La violencia es originada en la familia. Los niños aprenden a ser violentos por resentimiento al ser abandonados por su padre (y en algunas ocasiones por su madre) o al crecer en un ambiente de violencia familiar.

La génesis de la violencia está en la familia; los padres siempre somos exitosos al entrenar a nuestros hijos.  Ambos padres generamos un ambiente de violencia por vivir alejados de Dios, quien es el Dios de paz, armonía y justicia.

Los jóvenes protagonistas de violencia en Honduras no los perdimos siendo jóvenes, los perdimos siendo niños al crecer en un núcleo familiar violento porque no tiene a Dios como su centro.

La falta de Dios, significa falta de valores y principios de vida saludable que como una onda expansiva invade todos los segmentos de la sociedad, genera corrupción y depravación a todos los niveles, de todo tipo, en todo lugar y en todos los grados de intensidad.

¿Cuál es la solución?

Alguien dijo que “el corazón del cambio es el cambio del corazón”. Como va con el individuo así va con los padres, como va con los padres, así va con la familia, como va con la familia así va con el país.

Si deseamos que el país se vuelva a Dios, los padres debemos volvernos a Dios; allí es donde comienza. Necesitamos ser una iglesia que salgamos de las cuatro paredes y nos encarnemos en la comunidad, como Cristo lo hizo.

Que decidamos permear todos los estratos y esferas de la sociedad, con nuestro ejemplo de vidas transformadas, mensaje y participación, para cambiar a todo Honduras, una persona a la vez. Juntos podemos hacer más y mejor.

Necesitamos involucrar a la iglesia como cuerpo de Cristo en toda iniciativa que en forma creativa surge en el país para bajar los niveles de violencia.

Leonel Casco

Perfil:

Procurador de los Derechos Humanos, Director General APRODEH

Opinión completa:

Sin duda que la violencia en Honduras tiene múltiples factores tanto históricos, culturales, políticos, económicos y sociales, asociada especialmente a relaciones desiguales del poder en una sociedad marcada por la hegemonía y dominación patriarcal religiosa, que históricamente ha utilizado al ESTADO y la RELIGIÓN como instrumentos de control, sometimiento y aniquilación del “enemigo” para mantener los privilegios de élite social gobernante y la explotación de los recursos nacionales y la fuerza de trabajo de las grandes mayorías.

La violencia como tal es la expresión permanente de los conflictos sociales y políticos que pueden darse en una sociedad injusta, desigual y estructuralmente opresiva. En ese sentido la responsabilidad de la violencia generada en el país, la podemos atribuir a factores tanto endógenos como exógenos que de una u otra forma inciden en la construcción del Estado actual de la violencia que nos abate en la nación.

Desde la conquista y colonización violenta de nuestros pueblos originarios por la corona española con la cruz en el pecho y la espada en la mano durante más de 300 años (1492-1821), con la consecuente eliminación de más de dos millones de indios por muerte violenta y trabajos inhumanos, se sembraron la semilla de la génesis del Estado Nacional violento que hemos heredado en Honduras.

Luego del periodo independentista (1821) las concesiones a las transnacionales mineras, bananeras y financieras como una supuesta apertura para la modernización del Estado, implico una fuerte confrontación violenta contra el desarrollo del capital nacional (Productores nacionales), marcado por los intereses económicos y geopolíticos de los inversores y los países poderosos representados.

Entonces podemos afirmar que las principales causas de la violencia en el país están determinadas por la injerencia e intervención extranjera mediante procesos de control territorial, los recursos naturales, económicos y financieros y el papel que geoestratégicamente podemos jugar frente a una crisis regional o amenaza extraterritorial para los intereses norteamericanos, tal como podemos evidenciar con las “133 guerras civiles” o moloteras que vivimos en Honduras desde el periodo 1821 a 1933 según el libro “Los Deliberantes” del escritor e historiador nacional Matías Fúnez (QDDG), con la consecuente destrucción de las fuerzas productivas, la dictadura carillista de 16 años sostenida por las compañías fruteras, las dictaduras militares (1963 -1982), las represiones contra los movimientos campesinos y religiosos durante la décadas de los años 70 organizados bajo la “opción por los pobres” y la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional en los años 80 en función de los intereses geo militares y políticos de los EEUU en la región por las guerras de liberación nacional de los países centroamericanos, así como la imposición del modelo neoliberal desde inicios de la década de los años noventa del siglo XX con Rafael Leonardo Callejas, con efectos destructivos para el Estado de Bienestar Social establecido constitucionalmente y la desestructuración institucional permanente hasta la fecha de los gremios, sindicatos y movimientos sociales y las consecuentes y masivas violaciones de los derechos humanos consagrados en instrumentos internacionales como la Convención Americana de los Derechos Humanos y la Declaración Universal de los DDHH de las naciones Unidas, tal como puede comprobarse en los informes de organismos locales de DDHH, como los femicidios, la criminalización de los defensores y defensoras de los derechos humanos, la juventud, los pueblos indígenas, periodistas y comunicadores sociales, sector magisterial y sindical entre otros.

Recientemente el golpe de Estado Militar del 28 de junio de 2009, es la mayor expresión de la violencia política de la dictadura de derecha o clase dominante aglutinada en una oligarquía criolla y transnacional en contra del Estado mismo y su población, al ver amenazado sus intereses de clase, sin importarles los impactos económicos que nos afectaran en las próximas 5 décadas y los más de 70 mil muertes violentas ocurridas hasta esta fecha, así como la consecuente destrucción institucional del Estado de Derecho, con tal de tener el control territorial, poblacional y mediático de la nación. Normalmente se nos enseña que la violencia es la perdida de los valores, las buenas costumbres, la falta de educación, el exceso de tolerancia, la falta de liderazgos religiosos, sociales y políticos, la discriminación y manipulación de los medios de comunicación, la desintegración familiar y la irresponsabilidad de los padres para con los hijos, así como la falta de oportunidades de empleo, el narcotráfico, el crimen organizado, la exclusión social a la que estamos expuestos las grandes mayorías, sin embargo esas solo son expresiones de los efectos de la violencia clasista, la violencia religiosa, la violencia estatal y sobre todo la violencia estructural institucionalizada que durante 196 años de periodo pos independiente se nos ha impuesto al pueblo hondureño mediante la militarización y remilitarización del Estado y la sociedad en su conjunto por un mínimo de la población (5%) que controla y percibe el 70% del Producto Interno Bruto (PIB), que en la actualidad asciende a unos 525 mil millones de lempiras anuales, como dueños de los grandes medios de producción, los servicios sociales, los productos financieros y accesibilidad a la mayoría de las contratas estatales, más la corrupción e impunidad manejada en forma sostenida y duradera a su antojo, bajo el amparo imperial para protección de sus empresas, inversiones e intereses oligárquicos clasistas y foráneos.

En otras palabras, los niveles de violencia en cada periodo de gobierno son manejados política y electoralmente por la clase dominante, pero para fines de control y dominación poblacional.

¿Cuál es la solución?

Para hacer frente a los complejos niveles de violencia institucional, violencia común y criminalidad organizada a la que se ha expuesto al país en los últimos años por la clase gobernante, es necesaria la actitud firme y comprometida de una diversidad de actores sociales, religiosos, políticos y empresariales, con respaldo de los medios de comunicación, para crear un espacio convergente de dialogo incluyente con la juventud (Gran Pacto Social por Honduras), que permita la construcción de un proyecto de país alternativo, llevado al escenario electoral que concluya con la formación de un GOBIERNO DE INTEGRACIÓN NACIONAL (artículo 5 constitucional), incluyente, participativo, comprometido con los intereses nacionales, para garantizar una transición democrática hacia un gobierno constituyente, generador del nuevo Pacto Social Democrático, que permita el restablecimiento de la institucionalidad pública perdida y por ende un nuevo orden constitucional democrático, totalmente legitimado para ejercer las políticas públicas en función del orden, la estabilidad y bienestar común.

En lo inmediato es urgente el desarrollo de una CAMPAÑA NACIONAL DE ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA (5años) mediante la sensibilización y concientización, con programas y proyectos de prevención, formación y organización comunitaria de forma focalizada, activando todos los recursos públicos en coordinación municipal y participación de la sociedad civil desde un enfoque positivo e integral para contrarrestar el fenómeno estructural y coyuntural de la violencia que enfrentamos.

Jennifer Fernández

Perfil:

Directora Ejecutiva de la Asociación Jóvenes Hondureños Adelante Juntos Avancemos (JHA-JA), organismo que trabaja para prevenir la violencia juvenil

Opinión completa:

Haciendo esta pregunta a lo interior de mi persona, corrijo “quién o quiénes son los responsables de la violencia en Honduras” evitando señalar y culpar a otros y otras de que no solo es un problema de país, sino también se ha vuelto una epidemia de la cual todas y todos los hondureños nos vemos afectados. Por lo tanto, debemos asumir el reto de ser diferentes desde nuestros hogares, los factores que ponemos en riesgo en el microsistema con la justificación de que así nos criaron nuestros padres y hemos sobrevivido, sin pensar que el contexto y el mundo ha sido transformado por nuestros antecesores.

Desde ahí y hasta entonces debemos de asumir la responsabilidad de la violencia, desde la disfuncionalidad en la familia, baja autoestima, rechazo, poco afecto, maltrato o abuso infantil, son de los factores que producen violencia a mediano y largo plazo.  Por eso debemos madurar en nuestra óptica porque hace muchos años que venimos hablando de la violencia en nuestra Patria Hondureña, venimos reformando leyes para resolver el tema de muertes violentas, que además las principales víctimas son los y las jóvenes, pero que según se escucha, también son los responsables de los asesinatos. 

Por un lado, el grito de la juventud que es víctima, por otro lado, el señalamiento hacia los jóvenes miembros de pandillas, tema el cual durante los últimos veinte años nunca se ha resuelto tener un debate de altura, académico que proponga soluciones, sino al contrario, se utiliza a través de los medios de comunicación para satanizar, reprimir y condenar a esta juventud y sin obviar el quejido de las cientos de mujeres que también reclamamos NI UNA MAS. Sin embargo, en la actualidad, se vive la misma o peor violencia escuchada en nuestra historia, y es que cada día la espiral de la violencia va afectando a personas muy reconocidas, cercanas e inimaginables.

Pero la responsabilidad es de aquel o aquellos que reformando leyes, han permitido que leyes como la LEY DE CONTROL DE ARMAS DE FUEGO, MUNICIONES EXPLOSIONES Y OTROS SIMILARES sean de beneficio para pocos y de muerte para muchos. Responsabilidad de aquel o aquellos que sacaron los militares a las calles para ofrecernos “seguridad”. Responsabilidad de aquel o aquellos que, por permitir la corrupción y la impunidad dentro de instituciones públicas como La Policía Nacional, no se aplica justicia. Responsabilidad de aquel o aquellos que reformando el código 332 del código penal, condenaron a cientos de jóvenes a la cárcel, al olvido y la muerte. Responsabilidad de aquel o aquellos que se quedan callados cuando algún hombre o una mujer hondureña exige justicia por defender la soberanía, la tierra, su cuerpo y hasta la vida. 

Es Responsabilidad de aquel o aquellos que valiéndose del poder han creado un imperio con riquezas para pocos y pobreza para muchos, porque la mala distribución de riquezas ha sido letal para muchos Hondureños, ya que el Departamento de Cortes y Francisco Morazán son los más mencionados por el tema de la violencia, pero tampoco podemos obviar que existe la migración por parte de los demás departamentos del País y que ese largo recorrido por alcanzar el sueño americano, pone en riesgo la vida de otra gran parte de la población, que a causa de desempleo e inseguridad decide correr el riesgo.

Y es que la desensibilización ante la violencia nos está pasando la factura, ¡no hay asombro! No es novedad que en los primeros 3 meses del año 2017 hayan ocurrido 22 masacres según Diario Tiempo, y que nuestro pueblo no haga algún intento de organizarse y reclamar por la vida de niñas, niños, adolescentes, mujeres, jóvenes estudiantes, campesinos, periodistas, abogados, defensores de Derechos Humanos, que han sido asesinados de forma violenta siendo el arma de fuego la principal causa de muerte. 

De manera que desde nuestros microsistemas familiares hasta lo más global de nuestro microsistema de País y de alguna manera se ejerce la violencia. 

​

¿Cuál es la solución?

Todos los hondureños y hondureñas proclamamos la paz, nadie quiere guerra ni más sangre, y la forma para combatir la violencia es un gobierno que llegue a cada rincón de nuestro país, que pueda solventar en coordinación con la comunidad aquellas garantías de vida, salud, educación, empleo, vivienda y sobre todo seguridad. No más cárceles de alta seguridad, si no casas de la cultura, donde se promueva el arte, baile, música, pintura, ciencia, escuelas de educación formal y técnica, acceso a la tecnología, tierra para producir alimentos, fortalecer las instituciones públicas, garantes de servicios básicos como el agua, energía eléctrica. 

Fortalecer aquellas instituciones públicas como la policía Comunitaria, Ministerio Público, Juzgados y demás instancias, que pese a la precariedad hacen un enorme esfuerzo por solventar las necesidades, para que el pueblo se sienta seguro y libre de circular por cualquier parte del país, para que los jóvenes seamos el presente quienes forjemos cambios para recuperar la sensibilidad ante nuestra humanidad y el compromiso por nuestra tierra y todo nuestro ecosistema, promover políticas públicas, leyes incluyentes para todas y todos los Hondureños es necesario aplicar LA LEY MARCO PARA EL DESARROLLO INTEGRAL DE LA JUVENTUD, promover el Instituto Nacional de la Juventud y todas las instancias que puedan invertir en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de Honduras

María Ortiz

Perfil:

Agente de la Policía Preventivo.

Opinión completa:

Como factores importantes en los niveles de violencia se puede mencionar la desintegración familiar ya que en los últimos años hemos visto jóvenes que se involucran en la delincuencia no cuentan con sus padres porque hubo separación ya sea conyugal o porque uno de ellos viajó al extranjero en busca de mejoras en sus noveles de vida. La falta de valores también es otro elemento que influye mucho en el comportamiento de las personas, sobre todo en los niños y los jóvenes, situación que no ocurría en la década de los 80 e inicio de inicios de los años 90 porque hasta en ese tiempo en la familia hacían muchos énfasis en el respeto, la honestidad.

Los padres le daban amor y rigor a sus hijos y ahora todo eso se ha perdido y por eso los niños buscan ese cariño que los padres deberían darles en sus amigos y es por eso poco a poco se van enrolando en las maras y pandillas. En realidad, los pandilleros no les ofrecen amor, pero si les ofrecen poder, dinero y otras cosas y los muchachos no lo piensan dos veces para involucrarse en situaciones delincuenciales por la insatisfacción de necesidades. 

Hoy en día hay muchas familias que no comen los tres tiempos. Las escuelas y colegios y la misma universidad excluyen a la población, hay maestros que discriminan a sus alumnos y no los dejan entrar a recibir sus clases y eso provoca resentimiento, entonces los muchachos en lugar de estar en la escuela se dedican a andar en la calle.

Tampoco hay trabajo y eso también es un factor determinante en la violencia que vive el país, no es justificar, pero muchas personas tienen a sus hijos aguantando hambre y para poderles llevar comida salen a robar, cosa que no pasaría si contaran con mejores oportunidades de empleo de parte del gobierno y de la empresa privada.

¿Cuál es la solución?

El gobierno y los empresarios deben preocuparse más por generar empleos con salarios que le permitan al menos alimentarse a las familias, porque si la gente trabaja y no logra satisfacer sus necesidades, entonces la pobreza es un factor para que haya mucha delincuencia. Hay padres que tienen a sus hijos llorando por comida y por amor a ellos arriesgan la vida y son capaces de robar y hasta de matar.

El país está perdido y el gobierno debe de tener un mejor pan porque del 100 por ciento de hondureños, el 70 anda entre delincuentes y porque también hay delincuentes de cuello blanco y si desde arriba empieza la delincuencia eso influye mucho en los que son sicarios, los que roban y los que violan y hacen muchas acciones delincuenciales.

El cierre de escuelas y colegios nocturnos eso es dramático para esos jóvenes que querían un futuro mejor y ahora no tienen la oportunidad, la gente no aprende mucho en los colegios a distancia.