Por Denia León —
Analista Política y Económica
La vida algunos la comparan con una ruleta rusa que da vueltas sin cesar poniéndonos en posiciones inesperadas. A veces llegamos a las alturas donde podemos apreciar la belleza del paisaje en todo su esplendor pero de pronto, sin esperarlo, tocamos fondo.- En esos momentos, pareciera que se pierde el control sobre nuestras vidas, todo lo que nos rodea nos luce sin sentido, la esperanza y la fe nos parecen producto de nuestra imaginación, es cuando caemos en el vacío espiritual, en la desesperanza y la desesperación.
Recuerdo que hace dos navidades, me encontraba acompañando a mi madre en el otrora apacible pueblo donde nací.- Todo cambió cuando recibimos la llamada telefónica de mi hermano Moisés a través de la cual se percibía su profunda tristeza.- La Psoriasis nerviosa que le había empezado hacía pocos meses, avanzaba aceleradamente en su cuerpo y aunque no era una enfermedad terminal o contagiosa, nos preocupaba porque conforme pasaba el tiempo, el estrés que supuestamente la había provocado, multiplicaba la escamosidad y las lesiones de la piel en todo su cuerpo lo que a su vez, aceleraba su desánimo y desesperanza.
Tal noticia nos hizo retornar inmediatamente a la ciudad capital emprendiendo junto a mi madre el largo recorrido que sumaba cientos de kilómetros y regresar lo mas pronto posible para alentar a mi hermano con nuestras oraciones y de esa forma, ayudarle a superar la crisis dermatológica que sufría pues los especialistas dentro y fuera del país habían vaticinado que su enfermedad era incurable y que su control dependía más de su mente que de las medicinas que se le aplicaran.- Fue una de las navidades más dolorosas.
Su incomprensible enfermedad nos hacía recordar los padecimientos que sufrió Job “un varón recto, temeroso de Dios y apartado del mal” quien en su dolor exclamó: “ porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía”. Job 3:25.
Mi hermano al igual que Job temía el desenlace fatal de la psoriasis y en su dolor, comprendió en toda su intensidad las palabras que Elifaz le dijo a Job “el hombre nace para la aflicción”.- Así que en medio de nuestro sufrimiento, acudimos a pastores y hermanos de la iglesia quienes se solidarizaron con nuestro dolor elevando sus plegarias porque mi hermano recuperara la salud perdida y ese fue el comienzo de un milagro que aún no alcanzamos a explicar.
Moisés comprendió, que “ sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” .- A partir de entonces, conforme al consejo de Elifáz, Moises buscó de Dios, encomendó su causa a El y conforme a su promesa, “creyó que en su vida, haría cosas grandes e inescrutables” Job 5:8.- Tres meses después mi hermano, estaba en proceso de sanación y un año después se encuentra ¡totalmente sano!
No obstante lo anterior, las pruebas se suceden unas a otras; a los pocos meses, un tío sufrió una grave enfermedad lo cual nos obligó a trasladarlo a un centro hospitalario del Estado para ser intervenido de emergencia, sin embargo, la emergencia se le prolongó casi a lo largo de todo un mes hasta que por un nuevo milagro de Dios, finalmente logró ser operado y pese a todo pronóstico negativo , su enfermedad no era terminal, pero aun sufre los efectos devastadores que dejan los hospitales públicos, donde las personas de escasos recursos económicos son sometidos a intervenciones quirúrgicas que son sumamente riesgosas por las condiciones precarias en las que se encuentran estos hospitales.
En el caso de nuestro tío, pudimos ver en toda su crudeza la realidad de los hospitales públicos del tercer mundo, a los enfermos se les encuentra tirados en los pasillos o en el suelo y los que son privilegiados en una cama después de una larga espera.- La larga estadía en estos hospitales no sólo empeora la salud de los pacientes sino que además contribuye a encarecer la administración hospitalaria pues la atención médica se prolonga indefinidamente sin que nadie acierte a explicar tal situación.
La falta de recursos económicos de los hospitales públicos, el desorden administrativo, la corrupción y la insensibilidad humana son las principales causas de la mortalidad hospitalaria.- No obstante lo anterior, de vez en cuando, aparecen como ángeles celestiales personas caritativas que aminoran el sufrimiento de los necesitados brindándoles alimento material y espiritual .
Pese a todo pronóstico negativo, no todo está perdido. Aunque vivimos en un mundo donde impera el dolor y la injusticia, hay esperanza para los que tienen fe. “La fe ,es pues, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Hebreos 11:1. Por fe dice su palabra, se conquistan reinos, se hace justicia, se alcanzan promesas, se tapa la boca de los leones, se apagan fuegos impetuosos y se sacan fuerzas de la debilidad.