Nace en la montaña de Yerba Buena. Recorre los departamentos de Francisco Morazán, El Paraíso y Choluteca y, como todo río, desemboca en el mar: en el Golfo de Fonseca, en el Pacífico. medio
Fue bello, limpio, transparente, cristalino, oloroso, caudaloso, admirado, etc. por lo que los grandes poetas como Juan Ramón Molina escribieron sobre el y su atractivo.
Se forma de las confluencias de Guacerique, Río Grande (nombre con el que también se le conoce) y Ojojona. Tiene una extensión de 250 kilómetros y su cuenca es de 7.848 kilómetros cuadrados, la que no ha sido protegida y presenta una significativa sedimentación.
Pero ahora, el Río Choluteca es un cadáver putrefacto que en las últimas horas del día, durante el verano, emana olores nauseabundos que provocó que el expresidente José Simón Azcona Hoyo (1986-1989) trasladara la Casa Presidencial donde actualmente se encuentra porque no soportaba el fétido aire que despedía ésta fuente natural de agua.
La humanidad que vive a su alrededor lo convirtió en lo que es porque no lo trata con cariño, ni educación o conciencia y amor.
Le lanzan todo tipo de basura, desde bolsas plásticas hasta lo que desperdician en las fábricas y la industria (llámese químicos)
Ninguna autoridad municipal o del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) se han preocupado por instalar plantas de tratamiento, por lo que las heces de todos los pobladores por donde pasa le son lanzadas directamente, como ocurre con las otras fuentes del vital líquido.
Durante la gestión edilicia de doña Vilma de Castellanos (1999-2000 Suecia colaboró en elaborar un proyecto para rescatar el Río Choluteca.
El estudio fue presentado a la prensa nacional, pero nunca se ejecutó y el documento desapareció porque yo personalmente fui a intentar recuperarlo y nadie me dio razón del mismo, lo que indica que a nadie le importa.
De acuerdo a una investigación realizada por el profesional Elvin G. Aguilera Sierra en el 2009, el Río Choluteca soportaba 1,5 millón de gentes en ese entonces, 30% de la zona rural y 70% de la urbana, y Tegucigalpa y Comayagüela aguantan el daño más inmenso.
Su caudal es escaso durante el calor debido a la deforestación en sus alrededores, pero cuando se producen tormentas intensas se vuelve un gigante. Recordemos lo ocurrido en 1998 durante el Huracán Mitch, lLa lección que no aprendimos, continuamos igual o peor en contra de la naturaleza y el ambiente.
Pero ella nos pasará la factura. Qué va, ya la está pasando, pero no hay reacción positiva para cambiar de actitud. No me queda más que decir: en paz descanse el Río Choluteca.