La incapacidad gubernamental para establecer un efectivo control del sistema penitenciario ha motivado en los centros penales un modelo de autogobierno, donde la autoridad es ejercida a través de los coordinadores de celda, que no son más que privados de libertad con algunos privilegios.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en su Informe sobre Privados de Libertad en Honduras, concluye que son los coordinadores los encargados de imponer y recaudar tributos del mercado informal instalado al interior de los reclusorios, realizar cobros irregulares para garantizarle seguridad a los nuevos reclusos y hasta la facultad de resolver conflictos internos.
“La falta de control interna facilita las condiciones para la comisión de delitos como el tráfico de drogas, la venta de armas, el cobro de cuotas extorsivas a los presos o sus familiares; y la planificación y dirección, desde el interior de la cárcel, de hechos delictivos como homicidios, secuestros y extorsiones”, indica la CIDH.
CIDH
En San Pedro Sula el portón de acceso tiene dos candados: uno instalado por las autoridades y otro por los reos. “Los internos trazaron una raya amarilla denominada línea de la muerte, los guardias saben que para cruzarla deben contar con la autorización de los internos y ellos también se limitan de salir de ella”, sostiene el organismo internacional.
De igual manera señala que en las penitenciarías de San Pedro Sula y Marco Aurelio Soto, son los coordinadores quienes autorizan el ingreso de las visitas.
“Eso se da y por la falta de personal y de recursos económicos es un mal necesario, de alguna manera ellos ayudan a mantener el orden”, dijo a Revistazo un oficial de la Dirección Nacional de Investigación Criminal, quien para su protección pidió omitir su nombre.
Relató que uno de sus compañeros fue detenido porque el vehículo en que se transportaba presentaba reporte de robo, que fue llevado a la Penitenciaría Nacional y que al nomás llegar, le mandaron el mensaje que para no ser agredido.
Extorisiones
Tenía que pagar 25 mil lempiras. “Y se los tuvo que dar a un coordinador porque ellos tienen mando y si no se cumple, le toca”, prosiguió el oficial, tratando de explicar que en la cárcel la indisciplina se paga con muerte.
Ante tal situación la CIDH ha recomendado que el Estado recupere el control interno de los centros penitenciarios. Sin embargo, es difícil que sin el presupuesto necesario para la reconstrucción de los centros penales, capacitación y contratación de personal idóneo, la sociedad logre ese objetivo.
Creación del Instituto Penitenciario y cambios en su dirección solo son maquillaje, según policías entrevistados por Revistazo
Por decreto legislativo 64-2012 el Congreso Nacional creó en diciembre de 2012 al Instituto Penitenciario Nacional (IPN) como ente desconcentrado y dependiente de la Secretaría del Interior y Población. La Ley señala que esta entidad debe desarrollar políticas orientadas a la prevención, rehabilitación y reinserción social de los privados de libertad.
En enero de 2013 el gobierno nombró por el término de dos años la Comisión Especial de Transición, pero sin los recursos necesarios para echar andar el proyecto, que tal como se presenta, será un fracaso más porque a tan solo cuatro meses para que se venza el plazo, las cárceles siguen de la misma forma de cómo estaban en el 2012.
El Consejo Nacional de Defensa y Seguridad decidió el 28 de julio pasado militarizar la administración de centros penales, destituyó al Comisionado en retiro, Santos Simeón Flores y en su lugar nombró al coronel Francisco Gálvez Granados, como director y al comisionado de policía Kenneth Obdulio Sabillón, como subdirector. Al asumir el cargo anunciaron cambios, pero el 9 de agosto, dos semanas después se les fugaron los primeros dos internos de la penitenciaría Nacional, mientras que el 22 de ese mismo mes, cuatro reos fueron masacrados por otro recluso de la misma cárcel.
Un oficial de la Policía Nacional que también ha pedido omitir su nombre considera difícil que el coronel Gálvez Granados y el comisario Sabillón puedan lograr cambios sustanciosos en el manejo de los centros penales. Sostuvo: “Al militar no lo conozco bien, pero Obdulio Sabillón, que es el que dejaron como subdirector se desgrana por el pisto y allí también dejaron a un oficial Marvin Rajo, ese conoce todo y sabe cómo son los transes ahí porque siempre ha estado en ese puesto”, expresó.
Además dijo que la corrupción en los centros penales se ha institucionalizado y es difícil que una persona pueda generar cambios. “Y el que trata de hacerlo lo mandan a arreglar porque ellos trabajan con redes bien organizadas”, expresó el oficial.
Inseguridad y desorden
El sistema penitenciario lo conforman 24 reclusorios clasificados en once penitenciarías nacionales y trece centros penales. Además, los hospitales psiquiátricos Santa Rosita y Mario Mendoza, de la capital, albergan a varios reos que fueron enviados por los tribunales de justicia a purgar penas luego que diagnósticos médicos determinaran que padecen enfermedades mentales.
La inseguridad en las cárceles también ha provocado la habilitación de las celdas de aislamiento existentes en tres batallones de San Pedro Sula y Tegucigalpa, como centros de detención preventiva.
Además, el gobierno construyó una unidad de máxima seguridad instalada al interior de la Penitenciaría Nacional Marco Aurelio Soto. Todas las cárceles presentan problemas de sobrepoblación, inseguridad, insalubridad y falta de alimentos, entre otras dificultades.
Cárceles Mixtas
De todos los reclusorios, solo el Centro Femenino de Adaptación Social (CEFAS), es exclusivamente para mujeres. Sus instalaciones han sido adecuadas para que los menores convivan junto a sus madres durante los primeros años de vida. Sin embargo, en San Pedro Sula, Puerto Cortes y La Ceiba, existen pabellones separados para dormir, pero durante el día hombres y mujeres se mantienen juntos.
Una mirada a otros países sugiere alternativos para Honduras
La forma en que se manejan los centros penales de Honduras—donde los reos mantiene el poder desde los muros hacia adentro, creando un ambiente de amenaza y pocas probabilidades de rehabilitación—si bien es común en casi toda Latinoamérica, se ha comprobado que esa no es la única manera de administrar cárceles.
La seguridad
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- A diferencia de Honduras, donde el poder del Estado prácticamente desaparece dentro de los muros de las penitenciarías, en países como Estados Unidos y otros, la policía penitenciara también mantiene la seguridad a lo interno de las cárceles.
- En muchos países también se mantiene control de las actividades y movimientos de los reos mediante cámaras de seguridad y otras medidas electrónicas. Tal es el caso de las cárceles de Argentina, donde todos los centros penales son controlados por sensores de movimiento y pantallas de circuito cerrado de televisión.
- Para evitar fugas, en algunos países se han construido las prisiones en lugares de difícil acceso, tales como la famosa (y ahora cerrada) penitenciara Alcatraz ubicado en una isla en medio de las aguas heladas de la bahía de San Francisco, California, o como la prisión china de Qincheng, rodeada de un precipicio profundo.
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La rehabilitación
En otros países también existen iniciativas enfocadas en la rehabilitación de los reos. Replicar algunos de ellos representaría, en el corto plazo, un gasto grande que tal vez para Honduras es poco probable; sin embargo, valdría la pena analizar los ahorros para la sociedad si las penitenciarías verdaderamente sirvieran para rehabilitar las personas. Actualmente en Honduras las iniciativas de rehabilitación que existen son impulsadas casi en su totalidad por organismos religiosos y de la sociedad civil, los cuales con pocos recursos buscan hacer algo positivo por su país.
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- Muchas prisiones en los Estados Unidos y Europa cuentan con bibliotecas que ayudan a que los presos se mantienen ocupados sus mentes de forma positiva.
- También en muchos países existen programas que permiten que los reos saquen a distancia sus estudios secundarios y hasta universitarios. Según un artículo recientemente publicado en la revista Forbes, este tipo de programa constituye uno de las herramientas más efectivas para aumentar las posibilidades de los reos para reintegrarse a la sociedad cuando cumplan sus condenas.
- En algunos países van todavía más allá: una investigación en The Guardian describe una cárcel de máxima seguridad en Suecia, que si bien es casi imposible de escapar, también busca tratar a los reos con mucha dignidad, hasta el punto de dotar cada celda con muebles, refrigeradora, y ducha privada. Es casi imposible imaginar que el Estado pague por este tipo de lujos en las cárceles de Honduras—pero los valores que impulsan este tipo de medida deberían ser considerados por nuestras autoridades. En las palabras del director de la cárcel sueco, citado en The Guardian: