Por Julieta Castellanos y Carmen Mejía
En las elecciones del 2021 se logró una cifra histórica de 34 mujeres que ganaron curules en el Congreso Nacional. Sin embargo, esta historia empieza mucho atrás, con las mujeres que empezaron a derrumbar las barreras que durante más de un siglo después de que Honduras fuera país independiente, impedían que las mujeres tuvieran un papel en la política.
Durante las décadas de los 1930 y 1940, incrementa la presión en Honduras para que las mujeres tengan derecho de votar. Es en este tiempo que nace el movimiento sufragista en Honduras. Mujeres como Lucila Gamero, escritora, y Visitación Padilla, activista feminista, crearon organizaciones e hicieron pronunciamientos a favor de los derechos de la mujer.
Es hasta el 25 de enero de 1955 que se aprueba el Decreto N° 29, el cual otorga a las mujeres hondureñas el derecho al voto y el derecho de postularse como candidatos a cargos de elección popular.
Apenas dos años después de tener el derecho de participar como candidatos, en el 1957 tres hondureñas lograron ser electas como diputadas—y por suerte, le podemos dar cara a ellas. Las tres también consignaron sus firmas en la Constitución del 1957.
¿Quiénes fueron las primeras diputadas hondureñas?
Cabe destacar que en ese entonces los escaños en el Congreso Nacional solo eran 54, estas diputadas solo representaban el 5% y los hombres el 95% (51). Aunque la representación es poca, es una cantidad que representa la apertura de los espacios en el Congreso para la mujer.
Dos décadas con militares y sin mujeres diputadas
En los años de 1963 hasta 1981, las mujeres no vuelven a tener representación en el Congreso Nacional, es que, en este periodo de tiempo, estaban en auge los regímenes militares, los cuales eran caracterizados en aquel tiempo por estructuras patriarcales y machistas y la falta de voluntad política de los partidos para ampliar la participación de la mujer.
Las mujeres vuelven al escenario
Luego de casi de dos décadas, en el año de 1981 ya en el actual periodo democrático, en el que los procesos electivos ya se encuentran a cargo de civiles, se vuelve a obtener representación de la mujer en el Congreso Nacional, esto con dos mujeres, Dilma Quezada del Partido Liberal e Irma Acosta de Fortín del Partido Nacional.
“Siempre tiene que haber un valiente que haga frente a sus pares”
Para Naama Ávila, activista y abogada defensora de derechos humanos,“Es importante señalar el rol de los hombres. En el sentido estricto, que, al tener la mayor cuota de poder en el ejercicio de la función pública, las mujeres no pueden seguir haciendo un trabajo para convencer (sólo) a otras mujeres”.
Por lo que es importante que aparte de las mujeres, los hombres también luchen por una igualdad y que ambos géneros puedan ser tomados en cuenta en un Congreso Nacional, o en sí, tener voz y voto al momento de expresarse sobre distintos temas que normalmente son solo para hombres
Como lo mencionó Ávila, “Siempre tiene que haber un valiente que haga frente a sus pares”.