Indudablemente, el 2020 fue un año trágico para Honduras en muchos sentidos. Todos queremos cambiar de hoja, pero para empezar el 2021 de manera correcta tenemos que aprender del pasado y comprender el contexto en que estamos como nación.
Como parte de ese proceso reflexivo les comparto algunas valoraciones sobre unos de los temas que contribuyó a la tragedia que vivimos el año pasado. Me refiero a la corrupción, entendida como el abuso del poder confiado para fines privados. Si no podemos atender la corrupción efectivamente en este año del Bicentenario donde confluyen elecciones, reconstrucción y reactivación, tenerlo por seguro que estaremos condenados a la pobreza y miseria para el resto de la década. Primero abordaré tres lecciones trascendentales que nos deja el 2020 para después presentar los retos y oportunidades.
Lecciones 2020
- La institucionalidad anticorrupción fue prácticamente inoperante cuando se trató de detectar, controlar, investigar y castigar la corrupción. En el 2020 nos cansamos de denunciar, pero no hubo respuestas.
- La reducción del espacio cívico para organizaciones de sociedad civil y medios de comunicación. La falta de recursos financieros, el confinamiento por COVID-19 y las medidas legales desde el poder estatal produjo obstáculos para la libertad de expresión, protesta ciudadana e incrementó la concentración del poder.
- El poder político dominante tuvo carta blanca, sin importar las consecuencias o tener que rendir cuentas. Además de impunidad, el otro efecto que produce la salida de la MACCIH es el regreso del statu quo, lo cual le otorgó mayor seguridad y confianza al poder político de actuar de manera discrecional.
Retos 2021
- Las campañas políticas será una competencia de quién compra más votos. Hambre y pobreza será el caldo de cultivo para el clientelismo. Ante el desinterés de la población, la única vía para incentivar la participación será mediante el intercambio material. La reducción de la publicidad dará una falsa imagen que se redujo el gasto en campaña; sin embargo, no hay voluntad o capacidad de controlar la compra de votos mediante el gasto público o el financiamiento privado.
- La sociedad civil organizada y medios de comunicación tendrán limitaciones para incidencia anticorrupción. Sin acceso a recursos financieros, apalancamiento político de la cooperación internacional y desconfiando mutuamente, no habrá mucha oportunidad para trabajar en coalición. El nexo entre política y corrupción será un tema complejo de articular en campañas masivas que incida en el voto.
- Gobierno central intentará monopolizar las propuestas anticorrupción que se integren en un plan de reconstrucción sostenible. Existe la posibilidad de utilizar la Secretaría de Transparencia y el Foro Nacional de Convergencia como instancias oficiales de convocatoria, participación y legitimación. Mientras que organizaciones disidentes o ideológicamente contrarias, buscarán conformar su espacio paralelo. A la larga, esto contribuirá a un plan más lento de construir y aprobar, quedando en manos del gobierno entrante.
Oportunidades 2021
- Alianzas estratégicas entre empresarios, academia y organizaciones de sociedad civil. Permitirá incidir en una campaña política transparente e informada, así como, un plan de reconstrucción de país más inclusivo y participativo. Para lograr una alianza efectiva será necesario que los actores comprendan que todo cambio positivo en el largo plazo, implicará en el corto plazo prescindir de privilegios y reacomodo de poder.
- La cooperación internacional, especialmente Estados Unidos de América puede tener un papel instrumental en reactivar procesos de democratización que acompañen la reactivación económica. No sorprendería que la ayuda al desarrollo venga atada a una nueva misión internacional, lo cual tomará tiempo conformar. El combate a la impunidad es una pieza clave, pero no es la solución completa. Para que tenga impacto sostenible, será importante que la corrupción sea manejada como un problema de desarrollo que tiene su génesis en la cultura política.
- El bicentenario brindará serias reflexiones sobre proyectos de nación. La independencia de 1821 fue un proceso llevado a cabo por las élites criollas para extraer los recursos naturales e indígenas, doscientos años después es necesario replantearse una independencia más inclusiva. Un proceso de democratización que vaya más allá de lo electoral. A nivel representación política, el Congreso Nacional como asamblea popular tendrá que contrarrestar la concentración del poder en la presidencia con una agenda legislativa más transparente de acceso público. El nuevo congreso que tome posesión en el 2022 seleccionará una nueva Corte Suprema de Justicia, Fiscal General, Tribunal Superior de Cuentas, Instituto de Acceso a Información Pública.
Conclusión con enfoque centroamericano
La gran diferencia entre países menos corruptos como Costa Rica con países extremadamente corruptos como Honduras, es la voluntad y capacidad de las élites políticas y económicas de incluir a la población en la distribución del poder, lo que lo hace un país inclusivo. Honduras, a diferencia de Guatemala y El Salvador, en el año 2021 tiene el potencial de ser más frágil, inestable y más pobre. Si no se reactivan nuevos procesos democratizadores que permitan controlar el poder, temo que seguiremos los pasos de Nicaragua, donde la disidencia se castiga con cárcel o muerte y, la corrupción es refrendada por la cabeza de gobierno.