La polarización política nos ha convertido en especie de “tribus” con un pensamiento de “nosotros contra los otros”. Las posiciones ideológicas y partidarias extremas nos vienen dividiendo como sociedad, sin percatarnos que somos víctimas de una propaganda política que necesita que seamos hostiles y desconfiados para movilizar el voto. La polarización es una de las causas principales de la violencia política que vive el país, una violencia que no solo se manifiesta con agresiones o muertes, sino también de manera sutil a través de una narrativa que crea realidades paralelas y manipula nuestras emociones -sabe que botones tocar.
La polarización política que vivimos en Honduras no se basa en posiciones frente a problemas país (educación, salud, vivienda, empleo, corrupción, etc.), sino en percepciones del “nosotros” y de los “otros” (izquierda -derecha, comunistas-capitalistas, buenos-malos, etc.) que nos sitúa en una constante lucha haciéndonos rencorosos socialmente y agresivos políticamente.
Los efectos que produce la polarización en nosotros
La polarización actúa como una lupa, aumentando nuestra desconfianza e intolerancia, muchas veces ni nos damos cuenta porque mentalmente la interiorizamos en nuestros comportamientos como una especie de mecanismo de defensa. Al leer las cuatro reacciones comunes que la polarización produce en las personas[1], hágase la pregunta sí se ha comportado u observado algunos de estos comportamientos durante estos días de agitación política.
- “Hablo solamente con los que piensan como yo” (sesgo de confirmación). Solo me relaciono con personas que únicamente están de acuerdo con mis ideas y creencias. No quiero tener conversaciones o relacionarme con personas que tienen otra posición política, no me interesa porque están equivocados o son malvados.
- “No dudo de lo que dice mi grupo” (pensamiento homogéneo). Estas elecciones son decisivas, una verdadera lucha. Por esa razón, debemos estar unidos si queremos sobrevivir; solo nuestra posición política es la que debe prevalecer. Si los otros nos ven dudando o discutiendo, nos verán débiles y estaremos vulnerables a ataques y a ser dominados por el enemigo.
- “¿De qué lado estás? ¿del nuestro o el de los otros?” (no hay punto de en medio). Hay que tomar bando. Sino tomas bando, eres un vendido o cómplice. Te vamos a excluir de nuestro grupo y castigar sin tener acceso a nuestros recursos.
- “Solo hay una causa de los problemas y por ende solo una solución” (simplificar realidades complejas). Lo único solución que importa es tener el poder. Eso lo resuelve todo en Honduras.
Si ha vivido u observado algunos de esos comportamientos; en sus conversaciones, en las redes sociales o en la televisión, es importante que comprenda que no solamente a Usted le pasa. La polarización empuja y quita el espacio del medio, disminuye la posibilidad de tener diversas visiones y alternativas. A mayor polarización, más contacto tenemos con los que están de acuerdo y menos nos comunicamos directamente con personas que piensan de otra forma.
El funcionamiento del cerebro político
Los recientes hallazgos de la neurociencia han permitido comprender que el votante es más emocional que racional. La neurociencia básicamente explica cómo actúan millones de células nerviosas para producir una conducta determinada en una persona y, cómo estas células están influidas por el medio ambiente. Los avances en el conocimiento del cerebro humano han dado paso a la formación de nuevas disciplinas que conectan la neurociencia con otras ciencias aplicadas, como la neuropolítica. [2]
La neuropolítica es capaz de comprender el cerebro de las personas en su condición de ciudadanos, electores o activistas, permite conocer mejor cómo funciona el cerebro y cómo el ciudadano articula las imágenes con valores y sentimientos y la forma en que se canalizan sus decisiones. La neuropolítica demuestra que existen factores que impactan fuertemente en áreas del cerebro que activan las emociones del elector y le permiten conectar con el personaje político, lo cual influye directamente en la conducta electoral.
Durante estos meses de campaña, la polarización se ha utilizado como una estrategia política consciente. Las maneras más efectivas han sido a través de la construcción de narrativas que buscan inculcar miedo (comunismo, aborto, injerencia religiosa, matrimonio homosexual, etc.) y crear un choque entre el bien y el mal (narcos, corruptos, anti-familia, anti-iglesia, etc.). A través de este proceso orquestado por la neuropolítica muchos de nosotros hemos pasado hacer de adversarios en una competencia a enemigos que debemos eliminar.
Recomendaciones para que Usted pueda contrarrestar la desinformación
Las redes sociales hacen que se refuerce la distancia entre “nosotros” y “los otros”, fomentando y reproduciendo la polarización. Una manera efectiva para polarizar ha sido a través de la desinformación que básicamente son falsedades difundidas de manera deliberada para manipular nuestras emociones. Y si uno manipula la información disponible a los votantes, uno manipula las elecciones.
El problema de la desinformación es que es más fácil producirla y difundirla, pero es más costosa refutarla o neutralizarla con la verdad. Si bien identificar la desinformación es una actividad que solemos hacer en privado, desvirtuarla es una acción pública. Pero en estos momentos de polarización hasta el intento de refutar la desinformación nos puede hacer enemigos de personas extrañas y alejar a los amigos y familiares. Por esa razón, hasta el hecho de desenmascarar o refutar una mentira en las redes sociales se debe hacer de manera apropiada si se quiere evitar caer en la trampa de la polarización.
Los catedráticos de la Universidad de Washington, Carl Bergstrom y Jevin West, expertos en metodologías de investigación y estudio de redes sociales, brindan cinco tips para refutar la desinformación de manera constructiva.
- Mantenerlo simple. Una mentira suele ser más sencilla de explicar, pero una verdad es más compleja. Por esa razón, su contrargumento se debe focalizar en el tema central sin entrar a debates retóricos.
- Llevar el debate fuera de las redes sociales. A nadie le gusta ser contradecido en público, la reacción natural de cualquiera es ponerse a la defensiva y cerrarse. Si conoce a la persona que compartió la mentira y quiere mantener una relación larga y respetuosa, lo mejor es corregir a la persona en privado, no refutando públicamente en su Facebook o Twitter. En privado solemos ser más abiertos a la crítica.
- Buscar un punto de encuentro. Entre menos antagonista sea su reacción, más posibilidad tiene que le tomen en cuenta su planteamiento e idea. Una manera efectiva es establecer un punto en común, en vez de criticar y desmeritar el planteamiento de la otra persona. Por ejemplo, en vez de empezar diciéndole a una persona “mostacero”, mejor argumentar “todos queremos trabajar e ingresos”
- No sobre enfatizar en el mito o la mentira. Estudios han mostrado que, si uno continúa repitiendo el contenido de desinformación en su contraargumento, hay más probabilidades que la persona que está tratando de convencer que está equivocada se adhiera más al mito. En todo caso, si va a mencionar el mito o la mentira en su argumento, trate de advertir que la utilizará de manera ilustrativa.
- Llenar los vacíos de conocimiento con información alternativa. No solo se trata de refutar un mito para ser convincente, también requiere construir una nueva narrativa que evite que su audiencia vuelva a caer en una nueva mentira. A las personas no les gusta historias incompletas que no tengan explicación.
Pero no solamente se trata de hacer uso de estas recomendaciones, la clave está en la manera ética y constructiva de aplicarlas. En el entorno combativo electoral en que nos encontramos, no se requiere ser pedante al corregir o tratar de impresionar. Tampoco hay necesidad de satanizar al mensajero, pues en muchas ocasiones solamente comparte desinformación que se ha viralizado. Hay que recordar que se trata de refutar la mentira y no necesariamente la persona, especialmente cuando queremos cultivar relaciones. Esto nos lleva a aceptar que uno comete errores también y que debemos reconocer con humildad nuestra responsabilidad. En muchas ocasiones observo a las personas en las redes sociales que en vez de admitir su error prefieren continuar defendiendo su punto, aunque saben que están equivocados. Esta actitud no ayuda a tender puentes y más bien es una brecha a la comunicación, porque la persona en su terquedad se muestra hostil y pierde credibilidad.
Como último punto y, algo que me ha ayudado en lo personal, es a poder escoger las batallas de desinformación que uno quiere refutar. Poder escoger la batalla no solo implica evitar desgastarse en lo mundano o irreverente, sino poder asegurar los recursos intelectuales (conocimiento e información objetiva) para poder refutar. Esto implica hacer bien la tarea investigativa y ser claro en su razonamiento.
El surgimiento de la desinformación en el actual proceso electoral ha sido descomunal y dañino para la sociedad. Pero ninguna ley o algoritmo de inteligencia artificial vendrá a solventar el problema. Es responsabilidad de todos ser más vigilante, más considerados y cuidados con lo que compartimos.
[1] Fuente: Desafíos y alternativas en la construcción de la paz. Conferencia dictada por John Paul Lederach. Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Caracas, Venezuela, 5 de agosto de 2003.
[2] Para más información véase: Arteaga Márquez, S. (2018). ¿Como funciona el cerebro político?: guía de comunicación política para entender a los votantes y a la opinión pública. Revista Jurídica Mario Alario D´Filippo, 10(20), 187–212. https://doi.org/10.32997/2256-2796-vol.10-num.20-2018-2155