La Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) carga con una trágica historia que no parece tener fin. El hecho de ser la única empresa estatal que goza de un mercado a su antojo y, aun así, reporta grandes déficits y pérdidas millonarias, sólo demuestra la captura política y económica que viene arrastrando la estatal por más de 20 años. Mientras los abonados continúen pagando las exorbitantes tarifas y haya financistas internacionales prestando dinero, lastimosamente la situación no cambiará.
Recientemente, la Asociación por una Sociedad más justa (ASJ) publicó los resultados de una auditoría social realizada a la ENEE, centrándose en las pérdidas técnicas y no técnicas -nombre bonito para decir “robo de energía-, el engorroso contrato con la Empresa Energía Honduras (EEH) y la adjudicación de contratos leoninos a generadores de energía.
El eterno grillete de las pérdidas técnicas y no técnicas
Honduras es el país que más pierde energía eléctrica en Latinoamérica de los últimos años. Esto quiere decir que entre los más de 15 países que conforman la región, Honduras es el que menos se esfuerza por reducir el robo o fuga de energía.
Desde 1998 y hasta 2018, la ENEE registró pérdidas de más de 84 mil 137 millones de Lempiras (unos 3 mil 739 millones de dólares). Lo que ha perdido en esos veinte años pudo haber pagado el presupuesto de la Secretaría de Salud durante 5 años consecutivos.
En la siguiente gráfica se observa cómo la pérdida de energía eléctrica en 2017 representó más del presupuesto asignado para Secretarías como Seguridad y Defensa Nacional y cerca de la mitad del presupuesto de la Secretaría de Educación.
Dentro de la tragedia de la ENEE, existen sub- tragedias –una especie de muñeca rusa de lamentos. Por ejemplo, las autoridades estatales por años han conocido muy bien donde se encuentran las principales perdidas de energía. Por ejemplo, la subestación de Santa Lucía, correspondiente a la zona sur de Honduras, registra las mayores pérdidas, con la escalofriante cifra de 309 millones 990 mil Lempiras.
En estos tiempos de crisis, este dinero significa la posibilidad de pagar los salarios de un año de:
– 643 doctores |
– 1,800 enfermeras del sistema sanitario nacional ó |
– 1,800 maestros del sistema educativo público. |
Una de las causas se debe a la poca capacidad de administración de la ENEE, de acuerdo con Carlos Hernández, Director Ejecutivo de ASJ, quien asegura que “el problema es que la institución ha sido manejada por políticos y no por técnicos por décadas”.
Esto obviamente ha sido a propósito, pues quién administra la estatal tiene acceso a información privilegiada para hacer inversiones y adjudicar contratos, puede colocar el recurso humano que desea y se mantiene cercano a los generadores de energía.
El infructuoso contrato de la Empresa Energía Honduras (EEH)
La EEH fue contratada con una misión específica: reducir las pérdidas de energía para estabilizar la hemorragia financiera de la ENEE. Para esto, el Estado de Honduras acordó pagar 32 mil 394 millones de Lempiras al consorcio colombiano-hondureño por un periodo de siete años.
En su informe de auditoría social, la ASJ revela interioridades y datos que contradicen a quienes aseveran que la EEH está cumpliendo con sus obligaciones. Para el caso, desde 2017, el consorcio prometió bajar las pérdidas de energía en un 2%; sin embargo, para a finales de 2019 estas más bien habían subido en un 2%.
Cuando la EEH entró en operaciones, las pérdidas de energía rondaban los ocho mil millones de Lempiras anuales, hoy por hoy, el dato alcanza los 12 mil millones de Lempiras al año.
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Pero el problema no se queda ahí, desde su génesis, el contrato con la EEH ha tenido severos cuestionamientos. Únicamente tuvo tres meses para presentar ofertas y al final, solamente dos empresas mostraron interés, pero sólo EEH presentó una oferta. El limitado tiempo para presentar limitó la competencia, mejores precios y convirtió al consorcio en virtual ganador al no haber competencia.
En fin, la EEH sólo ha invertido el 20% de lo que prometió invertir para reducir las pérdidas de energía. Lo único que se escucha son voces desde el Congreso Nacional reclamando la cancelación del contrato con EEH, pero como es costumbre en el sector energético, nadie hace nada por resolver el problema.
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¿Cómo se roba la energía eléctrica en Honduras?
Ante la incapacidad de la ENEE de recuperar pérdidas y sancionar aquellos que roban fluido eléctrico, se han enraizado una serie de prácticas corruptas en todos los niveles.
Grandes industriales trastocan los contadores de energía para que no se registre su uso real. Pero también las pequeñas y micro empresas, como talleres mecánicos o puestos en los mercados, hacen pegues clandestinos a los postes. Incluso se publicitan servicios en las redes sociales para alterar el registro de consumo residencial.
Esto es una muestra de que existe una cultura de robo de energía. Mientras los de arriba dan el ejemplo a través de la gran corrupción que permite el enriquecimiento de políticos y altos funcionarios, los de abajo toman el ejemplo y se dedican a la corrupción de más bajo nivel a través de sobornos para alterar medidores.
Contratos de energía con beneficios desiguales
El otro aspecto a resaltar de la auditoría social de ASJ fueron los hallazgos encontrados en los contratos con empresas de energía renovable y algunas de “energía sucia”, con beneficios insólitos y abusivos.
Por ejemplo, en el año 2017, la empresa Comercial Laeisz de Honduras S.A de C.V. suscribe un contrato de generación de energía a base de Diésel, pero una cláusula del contrato establece literalmente que “El vendedor podrá sustituir la tecnología de generación de Diesel a Bunker sin que por ello se modifiquen las condiciones o el precio acordado en este contrato”.
Al final, Laeisz de Honduras cambió su tecnología a bunker. Para los expertos, esta cláusula perjudica a la ENEE, pues termina pagando más caro por una energía sucia cuyo combustible es más barato y contamina más. El encargado de firmar el contrato en representación del Estado fue el exgerente de la ENEE Jesús Arturo Mejía.
En otros casos, se conoció que hay empresas generadoras de energía que recibieron un incentivo para producción conocido como “pago de potencia”.
El pago de potencia es un arreglo donde la empresa generadora cobra una remuneración por el hecho de estar listas ante cualquier requerimiento del sistema. Este arreglo que viene a incrementar la tarifa eléctrica es extendido a un plazo de 10 años, según la legislación hondureña, pero en algunos contratos se establece un período de 15 años. Este cambio es algo totalmente fuera de la ley y se aplica sin que en el Congreso Nacional busque corregir.
Además de ello, se otorgaron estímulos de producción de energía solar por más de 2 mil 714 millones de Lempiras (109 millones de dólares) a empresas de energía solar para operar 24/7, cosa materialmente imposible, ya que como sabemos el sol es una fuente intermitente; le afecta las nubes, el horario, etc.
Lo inaudito de ello es que las empresas los habrían estado cobrando todo este tiempo.
Seguirá la población hondureña cargando la “cruz” de la ENEE
Las recomendaciones para corregir décadas de pérdidas económicas y servicio deficiente de la ENEE implican la deducción de responsabilidades a quienes se hayan saltado los límites de la ley en el otorgamiento de contratos.
En el caso de la EEH, se sugiere que se haga un análisis del impacto económico que podría representar la cancelación del contrato y buscar otro mecanismo más efectivo para reducir las pérdidas de energía con una mejor supervisión de la ENEE e incentivos al cumplir hitos de reducción.
La economía de Honduras depende mucho del éxito que pudiera tener la administración de la estatal energética y es por ello que desde sociedad civil y entes de cooperación internacional se señala que no se debe quitar el dedo del renglón.
Por el momento, el gobierno ya adquirió nuevo endeudamiento por 2 mil 714 millones de Lempiras en total (109 millones de dólares) para pagar deudas a los generadores, los políticos siguen otorgando exoneraciones a los generadores y las elecciones ya se avecinan.
En fin, el servicio eléctrico continuará en la espiral de deterioro con más apagones, altas tarifas y electrodomésticos dañados, siendo los pobres y la clase media hondureña que no tienen “los contactos” con los poderosos, los más perjudicados. Pero a la vez, la falta de solución será un lastre al desarrollo económico del país en el contexto de recuperación post COVID-19.