En América Latina hay unos 117 millones de niños y adolescentes en edad de asistir a la escuela, pero 6,5 millones de ellos no lo hace, mientras otros 15,6 millones concurren y arrastran fracasos y señales de desigualdad expresadas en dos o más años de rezago escolar.
El informe “Completar la Escuela. Un Derecho para Crecer, un Deber para Compartir” de las Naciones Unidas, divulgado el 31 de agosto, indicó que tal cosa se produce a pesar que los sistemas educativos latinoamericanos se han ampliado para recibir a una enorme mayoría de alumnos.
En el 2010 la ONU lanzó el proyecto «Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios» en un esfuerzo por mejorar la calidad, la equidad en la educación, hacer frente a la pobreza y la desigualdad y, de esa forma, favorecer la inclusión social.
Sin embargo, todavía quedan muchos niños que ingresan tarde al sistema educativo, fracasan reiteradamente, no encuentran experiencias pedagógicas que les permitan desarrollar sus capacidades y viven discriminados.
El informe plantea el cumplimiento de todos los derechos educativos de la infancia e insiste en la necesidad de actuar en forma cooperativa y eficaz para lograrlo.
Cinco dimensiones de exclusión
Según la ONU, hay cinco dimensiones de las posibilidades de estar hoy o mañana fuera de la escuela y del mapa del recorrido escolar:
Dimensión 1: niños en edad de asistir a la educación inicial que no están en la escuela.
Dimensión 2: niños en edad de asistir que no están en la escuela primaria ni secundaria, distinguiendo entre los que nunca acceden a la escuela, lo harán en forma tardía o han participado de ella por un tiempo restringido y abandonaron sin finalizar el nivel completo.
Dimensión 3: niños y adolescentes en edad de asistir a la secundaria básica que no están en la escuela primaria ni en la secundaria.
Dimensión 4: niños que están en la escuela primaria pero que están en riesgo grave de abandonarla.
Dimensión 5: niños y adolescentes que están en la escuela secundaria básica pero que corren el riesgo grave de abandonar el sistema.
El documento destacó que los niños y adolescentes indígenas, afrodescendientes y con discapacidad, o que viven en zonas rurales, están en mayor riesgo de rezago escolar.
Los datos analizados demuestran que en algunos países la asistencia de la población en edad de estar en la secundaria alcanza al menos el 50% en las zonas rurales.
Evidencian también una clara vinculación entre la condición del trabajo infantil y la asistencia a la escuela, y que los estudiantes de entre 12 y 14 años que trabajan, aunque muchos están escolarizados, muestran tasas de asistencia menor que los que no trabajan.
Rezago escolar
El rezago escolar, cuando se genera y acumula, es un indicio o alerta previa de exclusión. Tal cosa significa que hay estudiantes que cursan uno, dos, tres y más años de desfase entre el grado escolar y la edad normativa para cursarlo. Para algunos niños, ese proceso comienza en la educación inicial.
Cursar la educación inicial en vez del primer grado es una situación compleja que padece el 11,6% de ese grupo, lo que genera un doble perjuicio porque los niños comenzarán inevitablemente la primaria en forma tardía y “ocuparán” las vacantes de otros de su comunidad en edad de estar en la educación inicial.
Los niveles de rezago detectados en la educación primaria indican que un conjunto importante de alumnos aún cursa ese nivel teniendo edad de asistir a la secundaria. La última información disponible establece que en la región cerca del 22% de los estudiantes de de tal edad aún no consigue finalizar la primaria.
Al avanzar en la educación primaria y luego en la secundaria básica, la situación de rezago incrementa la probabilidad de que el estudiante abandone la escuela.
Deber para compartir
El informe reveló que la mayor parte de quienes se han ido tempranamente de la escuela han estado varios años escolarizados y acumulando distintas formas de fracaso escolar. Y no se pueden alcanzar las metas de cobertura sin abordar el problema que termina expulsando tempranamente a los grupos más vulnerables de la escuela.
La expresión “un deber para compartir” es una convocatoria de la ONU para evitar el reparto de culpas entre sectores y en su lugar asumir colectiva y cooperativamente los esfuerzos que hay que realizar para garantizar el derecho a la educación.
Los Estados nacionales y subnacionales, los organismos de financiamiento y de cooperación, las entidades sindicales docentes, los medios de comunicación, las familias, las comunidades y las universidades y centros de investigación no pueden mantenerse al margen y deben asumir sus responsabilidades para que el sistema escolar cumpla su misión.