El crimen organizado y la violencia son las nuevas fuentes principales del desplazamiento forzado interno y externo en Centroamérica, denunció el 17 de octubre en San José el Centro Internacional para los Derechos Humanos de los Migrantes (CIDEHUM).
La directora de la organización, Gabriela Rodríguez, dijo que si bien Centroamérica siempre ha sido una región emisora de migrantes por razones económicas, actualmente la motivación de muchas personas es huir de la violencia rampante.
«En los 70 y 80 hubo una gran emigración por los conflictos armados, pero ahora y sin necesidad de una guerra oficial, estamos enfrentando la misma situación de desplazamiento de poblaciones», añadió.
La situación es más drástica en el llamado «triángulo norte» de Centroamérica -formado desde 1991 por Guatemala, El Salvador y Honduras-, aunque en toda la región los emigrantes ilegales enfrentan situaciones de riesgo y abusos.
«Los nuevos fenómenos migratorios no son visibilizados. Hay muchas personas perseguidas, cuya seguridad se ve amenazada por un enorme engranaje de crimen organizado trasnacional, que se desarrolla en condiciones de impunidad y con gran poderío e influencia», declaró la activista.
Según estudios del CIDEHUM, «las poblaciones que se desplazan huyendo del crimen organizado y del reclutamiento forzoso para actividades ilícitas deben ser reconocidas como personas con necesidades específicas de protección», algo que no ocurre en la región, donde «no se les tipifica como víctimas».
Los flujos migratorios, de acuerdo con activistas que participaron en el seminario «Necesidades de protección para personas desplazadas forzadas en Centroamérica», son crecientes y no están siendo atendidos por las autoridades de cada país.
«Hay historias de miedo, persecución y horror en estas poblaciones; homicidios, violencia, amenazas, abusos de poder y discriminación que superan con creces los peores tiempos de la guerra en Centroamérica», describió Rodríguez.
De acuerdo con Valdette Wilemann, del Centro de Atención del Migrante Retornado de Honduras, hay un número creciente de deportaciones tanto desde Estados Unidos como de otros Centroaméricanos, lo que le da a la migración un comportamiento «circular».
Entre el 2008 y este año un total de 240.000 emigrantes hondureños fueron enviados de regreso a su país. Se estima que 277 personas por día abandonan Honduras, que tiene un promedio de homicidios de entre 18 y 22 jóvenes al día, hacia Estados Unidos, segúnr Wilemann.
No existen estadísticas oficiales sobre la cantidad de desplazados por la violencia y el crimen organizado en la región, pero tanto Wilemann como Rodríguez aseguraron que no es extraño recibir deportados que afirman que regresar a su país es una «sentencia de muerte» para ellos.
El problema de no visualizar a esa población es que ni las personas ni los Estados están acudiendo a los mecanismos de ayuda humanitaria internacional que se despliegan en estos casos.
«Los Estados pueden solicitar esa ayuda, como hizo Colombia en el pasado, pero eso significaría reconocer que existe violencia organizada a tal punto que obliga a sus ciudadanos a huir. Hay temas de los que no se quiere hablar para no afectar la imagen de ser un destino atractivo a la inversiones», manifestó Rodríguez.
«En un momento el mundo miró a Colombia y lo ayudó, ahora ¿esta gente qué, es de segunda clase? o acaso son países tan pequeños que no importan tanto», criticó.
Centroamérica es el puente de mayor tráfico de drogas y la ruta que siguen los emigrantes desde Suramérica hacia Estados Unidos. Además, en los últimos años se ha visto afectada por las acciones de pandillas de delincuentes llamadas «maras», que atacan a la población civil. (EFE)