La primera vez que don José Pedro Gómez necesitó asistencia médica del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) fue en 1998. Solo necesitaba un chequeo rápido, no requería asistencia especializada. Regresó al IHSS en el 2013 por sospechas de cáncer que luego fueron confirmadas en un hospital privado porque en el Seguro Social las citas eran muy lejanas.
“Ella es la que sufre…más que yo. El familiar sufre y parece que no, pero el familiar sufre más que el paciente. Yo sufro por la enfermedad, siento cosas que ella no siente, pero ella siente angustia” comentaba don José, “e impotencia” agregó Hilda. Es indiscutible la conexión entre padre e hija, lamentan ambos que la conexión “ha sido formada por tantos sustos que lo han mandado a emergencias”.
Don José Pedro fue diagnosticado con cáncer de próstata hace diez años. “Si las evaluaciones continúan así como van, mi papá será declarado libre de cáncer en un par de meses”. Por la cirugía para remover el cáncer pagaron alrededor de 60,000 lempiras en una clínica privada, el tiempo de espera en el IHSS era de meses con una mora quirúrgica de 200 personas.
Según el boletín del sector salud del informe Estado de País de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), “en los hospitales básicos la mora quirúrgica aumento de 336 pacientes en 2019 a 2,219 en 2022 (…) De 2021 a 2022, los pacientes que esperan procedimiento quirúrgico en estos hospitales aumentó de 1,661 a 2,219.”
En el 2020, don José sufrió un infarto de miocardio y un accidente cerebrovascular. En el 2021 se desató su falla renal producto del cáncer de próstata. En cada emergencia, la primera opción de Hilda era el IHSS, pero nunca ha sido oportuna la atención médica allí. “En el IHSS me dijeron que era normal el evento cerebrovascular, tuve que llevarlo al Hospital Escuela (HE), allí sí nos dieron una buena atención” indicó Hilda. Con una referencia médica del HE, don José regresó al IHSS para ser tratado allí.
Don José tiene 72 años, es copaneco de nacimiento, en el occidente trabajaba en el campo. Se mudó a Tegucigalpa cuando era un adolescente buscando mejores oportunidades de empleo, aquí lo recibió una pareja que lo cuidaba muy bien, don José dice recordarlos con mucho cariño. Según fue creciendo, sus oportunidades también. “Me enamoré y me fui a vivir con ella”, recuerda don José.
Más problemas de salud
Nada pudo haber preparado a don José para el impacto emocional que supone ser un paciente renal y someterse a diálisis dos veces a la semana. “Fue un impacto muy fuerte” y es que todo pasó muy rápido entre sus malestares y el diagnóstico como paciente renal.
El 2 de diciembre de 2021, don José tenía la creatinina, un compuesto orgánico que filtra los riñones y se desecha en la orina, en 4 puntos. El 23 de diciembre tenía la creatinina en 7 puntos, Hilda cree que el problema fue el medicamento que le recetaron para controlar este compuesto orgánico. “Ese medicamento era para triglicéridos, eso le disparó la creatinina”, agregó. El 27 de diciembre, don José tenía la creatinina de 10. Ese día fue su primera diálisis.
Sala de diálisis
Don José e Hilda reconocen que hay un par de enfermeras muy atentas que tratan al paciente “como ser humano y no como una estadística (…) No todo es malo en la sala de los seguros, pero prevalece lo malo” apuntó Hilda.
En el 2019, ASJ publicó un informe de evaluación del sistema de salud pública en Honduras. La pobre atención en centros de asistencia médica en Honduras es un problema que cada gobierno hereda del anterior. En ese sentido, una de las recomendaciones de este informe fue “implementar un modelo integral de salud con fuerte énfasis en la prevención, que mejore el acceso equitativo, el servicio, la calidad, la calidez y la situación de salud de la población, reduciendo la incidencia de enfermedades que están afectando las vidas y economía de los ciudadanos.”
Los días que tiene diálisis, lunes y viernes de cada semana, don José e Hilda deben levantarse muy temprano. Ellos viven en un municipio en las afueras de Tegucigalpa, aproximadamente a 40 minutos de la ciudad. “Mi papá debe esperar una, dos, hasta tres horas para que lo conecten”. Sentado debe esperar en una silla de los pasillos de la sala de diálisis. En esos momentos la inquietud, desesperación y angustia se apodera de ambos.
“El gran asesino de esas salas es la indiferencia” asegura Hilda, “si llegan demasiado tarde, el paciente ya colapsó”. La editorial académica Elsevier, en el estudio “Análisis de la violencia del paciente en atención primaria”, se considera violencia en los hospitales demora en la atención, denegación de peticiones, carencia de comunicación asistencial.
Don José ha estado en el programa de diálisis desde diciembre de 2021, en ese tiempo ha tenido cuatro accidentes en la sala de diálisis.“Yo les digo siempre que mi papá solo necesita purificación, cero ultrafiltración, cero objetivo a remover y cuando mi papá sale pesa un kilo menos”, lamentó Hilda. La última vez, el lunes 15 de mayo, pudieron estabilizar a don José hasta siete días después.
Don José también sufrió un desgarre de catéter, haciéndolo perder así un acceso vascular. “Es muy importante cuidar los accesos porque un paciente solo puede tener de cuatro a cinco. Lo encontré ensangrentado y solo me dijeron que le comprara otra camisa”, indicó Hilda.
Don José siente que en el sistema de salud público él no es un paciente, sino solo una estadística. Ambos, Hilda y don José, coinciden en que el desfalco del IHSS durante el gobierno del expresidente nacionalista Porfirio Lobo Sosa (2010-2014) empeoró la situación del instituto.
El desfalco, uno de los mayores actos de corrupción en la década anterior, sumó L6,399 millones (266 USD) por contratos sobrevalorados, pagos a empresas de maletín, evasiones fiscales y transferencias internas ilícitas durante la administración ejecutiva de Mario Zelaya.
Don José Pedro e Hilda anhelan un sistema de salud que responda a las necesidades del pueblo, piden al gobierno de la presidenta Xiomara Castro que ponga especial atención a los pacientes renales del sistema de salud público del país. Don José ya no quiere ser visto como un número, quiere “un trato digno para un ser humano”.