Cargos desempeñados: Director de FUNDAR, Centro de Análisis e Investigación, ha trabajado en la defensa de derechos humanos, el litigio estratégico, la investigación aplicada, el diseño de campañas de incidencia política, recaudación de fondos, negociación política y la innovación tecnológica.
Cargo Actual: Consultor independiente y emprendedor político y cívico.
Anticipar el futuro de la democracia sin entender la efervescencia de la gente y sus reclamos sociales es un ejercicio incompleto. No es el futuro de la democracia en abstracto lo que debemos que preguntarnos sino si la democracia va a ser capaz de responder las necesidades de la gente, sus expectativas de bienestar y desarrollo o si la clase política ha utilizado en los últimos años ese mecanismo de acceso y de intercambio del poder o se va a adaptar para que este sistema tenga más y mejores respuestas para las personas.
Desde esa perspectiva lo que se anticipa es una disputa por la democracia misma, la gente en las calles lo que quiere son más y diversas formas de participación, pero también lo que la gente quiere es otro esquema de gobierno y otro tipo de clase política y allí la línea que recorre América Latina es el atraso por la corrupción el autoritarismo y la desigualdad. Esos son elementos centrales de discusión en nuestras sociedades y desde una perspectiva muy elemental la corrupción altera la situación democrática y los procedimientos de administración.
La corrupción es nociva para la contienda electoral, es nociva para la competencia electoral, pero no solo desde esa perspectiva hay una mala relación entre corrupción y democracia, también en la capacidad para darles resultados a las personas, en la medida en que los recursos públicos y algunos privados terminan siendo destinados a fines ilícitos las personas tienen menos satisfechas sus necesidades y esa era la promesa medular de la democracia, satisfacer las necesidades de la gente y hacer que las estructuras publicas funciones en su beneficio.
Si ese dinero se queda en una casta política gobernante y no va a las necesidades de la gente, la democracia luce como insuficiente para aquel propósito medular que le daba la razón de ser como es el de satisfacer las necesidades de desarrollo y bienestar de las personas.
La lucha anticorrupción también es por el acceso a la información pública. ¿Por qué será que las instituciones no responden?
R.
El acceso a la información pública tiene dos dimensiones: una parte que se relaciona más con la posibilidad de la ciudadanía de conocer lo que hacen sus gobiernos, y desde esa perspectiva el desafío que tienen los gobiernos es de carácter técnico. Como van a ser capaces de generar, conservar y después entregar información a la ciudadanía.
En muchos de los casos la gente se queja por la falta de capacidad técnica de las instituciones públicas para satisfacer lo que la propia ley les ordena. Pero la otra dimensión que es medular y saca chispas en la población es que mucha información desnuda al poder político y en la disputa por el poder político la información es un elemento central. En esos casos lo que está en juego no es propiamente el acceso a la información sino la posibilidad de conservar el poder, la posibilidad de ser sancionado o de acabar o no con la impunidad.
En esos casos es difícil que el acceso a la información pública por si solo se convierta en el caballo de frente de batalla de la sociedad porque tiene que venir acompañado necesariamente por otras condiciones como libertad de prensa, oposiciones serias en los congresos, sociedad civil organizada con capacidad de apretar y de utilizar esa información. Porque ya no es solo la disputa por obtener un documento que jurídicamente en algunos de los casos puede ser ganable, la disputa es más densa porque es sobre el poder político mismo.
¿Y toda esa estructura creada bajo el marco democrático, para qué es?
R.
En primera instancia hay que reconocer el desfase en el nivel de conciencia que ha tomado la ciudadanía y la expectativa que la sociedad tiene de que las instituciones de investigación y de sanción funcionen.
En mi país las instituciones en realidad eran instrumentos políticos que se utilizaban en la mayoría de los casos contra los opositores, los programas de criminalidad no eran tan densos ni tan sofisticados como se han hecho en los últimos 20 años, lo que sucedió es que las instancias de investigación se quedaron muy cortas para la complejidad que exigió la sociedad y después lo que hace más problemático el asunto es que la sociedad comenzó a entender cuál es la importancia de esas instituciones, y cuando las busca y toca sus puertas esas instituciones están huecas, están vacías, porque no fueron propiamente para funcionar.
Con total contundencia te puedo decir que lo que va a suceder es frustración, porque la gente está esperando que esas instituciones tengan capacidad de respuesta que no van a tener porque simplemente no fueron deseadas para eso.
Entonces la disputa será en el corto plazo por la construcción de esa instituciones y por la capacidad de mantenerlas vivas. Yo no encuentro razonable que los políticos vayan a crear instituciones que los destruyan, entonces no es que la élite corrupta existe por la falta de instituciones de investigación y castigo, eso se da porque así lo decidió esa clase política corrupta.
¿Y por qué estos gobiernos democráticos reprimen al pueblo cuando clama justicia?
R.
La represión tristemente es una tecnología que solo se transformó en la región y no desapareció, la capacidad que se desarrolló para eliminar el obstáculo que en algún momento era el que opinaba y pensaba políticamente distinto, pero que ahora pide mejor manejo de los recursos públicos o que se opone a la operación de una mina, esa operación sigue vigente, quizás no tan sanguinaria como lo fue en algunas partes en la década de los 70s y 80s, pero siguen activas.
Y la cárcel sigue siendo un instrumento de uso común para eliminar ese obstáculo, en algún tiempo fue confinado el ideólogo político con pensamiento distinto, pero hoy, puede ser a quien afecte otros intereses, la corrupción, la operación de industrias extractivas, etc.
Otro problema que se denuncia es la filtración de bandas criminales en la política y gobiernos. ¿Cómo evitar que siga sucediendo?
R.
Esto requiere de instancias de monitoreo, evaluación y de control serias, robustas y sólidas, atraviesa la necesidad de profesionalizar a los fiscales, las unidades de inteligencia y de análisis financiero que no existen, pero esta respuesta formal tienen que ser relacionada con una respuesta política, y si la propia clase política no se hace cargo que la reproducción del esquema de impunidad es la que ha permitido la infiltración del narcotráfico y de que han sido ellos mismo los responsables de hacer comparsas, difícilmente vamos a tener soluciones.
Entonces, esa dimensión técnica debe ser complementada con una perspectiva de voluntad política, que parece que no existe en muchas partes de la región.