Aunque las normas lo requieren, dos de cada tres medicamentos comprados por la Secretaría de Salud nunca son analizados para determinar si cumplen o no los requisitos de calidad.
Crisis en medicamentos Serie 5/8
Hace una década, en el Hospital de la ciudad sureña de San Lorenzo, el personal médico se asombró al ver en un corto lapso entrar cinco pacientes con síntomas y signos de intoxicación. Descubrieron que todos estos individuos habían tomado pastillas de Antimoniato de Meglumine, un medicamento que les fue proporcionado en centros asistenciales de la Secretaría de Salud para tratar enfermedades de la piel. Al indagar más, se dieron cuenta que el medicamento fue distribuido a la población a pesar de que una muestra del mismo fue rechazada en los análisis de calidad realizados en el laboratorio Oficial del Colegio Químico Farmacéutico.
Hoy en día pareciera que poco ha cambiado. Tanto las bases de licitación de los distintos procesos de compra de medicamentos realizados en los últimos años, como el manual de procedimientos del Almacén Central de Medicamentos, requieren que una muestra de cada lote de medicamento comprado por el Estado sea analizado en el laboratorio del Colegio Químico Farmacéutico de Honduras, para asegurar su calidad antes de ser distribuido a los centros de asistencia médica del país. Sin embargo, documentación recientemente obtenido por Revistazo.com indica que solo el 35% de los medicamentos comprados por la Secretaría de Salud—aproximadamente uno de cada tres—son analizados. Estos documentos, obtenidos a través de la Dirección General de Regulación Sanitaria, muestran que de 1,553 encargos de medicamentos realizado del 2008 al presente, solo 228 fueron analizados.
En otras palabras, los hondureños más pobres del país están siendo medicados con fármacos que muchas veces no se sabe si tengan o no la calidad adecuada.
Medicamentos fabricados en Honduras los más rechazados
Según los documentos obtenidos por Revistazo, un número preocupante de medicamentos han sido distribuidos a los hospitales y centros de salud del país—y probablemente ingeridos por miles de hondureños—a pesar de no cumplir con requisitos mínimos de calidad establecidos por la Farmacopea de los Estados Unidos (USP), autoridad reconocida a nivel mundial en materia de estándares de calidad de los fármacos. La mayoría de estos medicamentos rechazados fueron fabricados en laboratorios hondureños.
Siguen comprando a laboratorios reincidentes
Una gran interrogante que surge al revisar esta información es ¿por qué el Estado sigue comprando medicamentos fabricados por laboratorios con un historial de no cumplir los requisitos de calidad?
El caso de Laboratorios Internacionales (LAIN), propiedad del empresario de afición política Liberal y miembro de la directiva del Club Deportivo Olimpia, Miguel Flores Cisneros, es uno de varios que despierta tales preguntas. Desde el año 2006 inspectores de Regulación Sanitaria reportaron que tres lotes de un atomizador nasal fabricados por este laboratorio fueron contaminados con un “incontable número de bacterias aerobias mesofilas y presencia de bacterias patógenas.”
Sin embargo, este tipo de hallazgo no fue obstáculo para que el Estado siguiera comprando medicamentos fabricados por LAIN. En el 2011, la Secretaría de Salud compró a un costo de 2.1 millones de Lempiras, 5.1 millones de tabletas de Carbamazepina, un anti-convulsivo, comercializado por Astropharma y fabricado por LAIN. El informe de análisis muestra que el lote FS-515 del medicamento no cumple los requisitos de calidad. De hecho, la empresa ni deletreó bien el nombre del medicamento en su respectivo empaque, identificándolo como “Carbamacepina.”
A pesar de estos resultados, el Estado siguió comprando medicamentos fabricados por LAIN. En el 2012, tres lotes más de varios medicamentos fabricados por la empresa y comprados por el Estado no llenaron los requisitos de calidad, y lo mismo pasó con dos medicamentos más a principios del 2013.
A finales del 2013 la Secretaría de Salud implementa una nueva modalidad de compra de medicamentos por medio de un fideicomiso, que según el entonces Ministro de Salud, Salvador Pineda, garantizaría la calidad de los medicamentos. Sin embargo, lejos de quedar por fuera de este proceso, se otorgó un nuevo contrato a Astropharma para suplir 3 millones de tabletas más de Carbamazepina fabricado por LAIN—el mismo medicamento que fue rechazado en pruebas realizadas en el 2011. Esta vez el medicamento sí “pasó la prueba.” Pero cabe preguntar, ¿qué mensaje da cuando un laboratorio suple un medicamento inferior al Estado, y la respuesta del Estado es comprarle más del mismo?
Es importante notar que estas situaciones no han pasado únicamente con LAIN. Por ejemplo, en el 2010 la Secretaría de Salud adquirió al distribuidor Pharma Internacional, cientos de miles de unidades de Oxacilina, un antibiótico. Al menos dos lotes de este medicamento, fabricado en la India por el laboratorio Apex Drug House, fueron rechazados en las pruebas de calidad. Sin embargo, en el proceso del fideicomiso en el 2013, la Secretaría de Salud volvió a comprar 1.69 millones de unidades del mismo medicamento fabricado por el mismo Apex Drug House (con la diferencia que este vez fue distribuido por la droguería ServiMedica).
También han sido rechazados varios medicamentos producidos por el laboratorio Corinfar—empresa también embrollado en un proceso judicial impulsado por el Ministerio Público relevante a la sustracción indebida de medicamentos del Almacen Central de Medicamentos.
Mientras estos datos son preocupantes, solo son una parte de la historia. Ya que la mayoría de los medicamentos adquiridos por la Secretaría de Salud no son analizados, es imposible saber si las empresas arriba mencionadas son los peores casos—o si más bien otras empresas tengan mayores problemas de calidad, y sencillamente son más exitosas en evitar que se les analicen sus productos. Según fuentes cercanas a los procesos de adquisición de medicamentos en el sector público, es común que diferentes droguerías piden ser exentos de los análisis de calidad; esta práctica ha vuelto tan común que Revistazo pudo corroborar que hasta notas formales entregan las droguerías a los encargados de adquisiciones, solicitando este trato preferencial.
Efectos mortales
A fin de cuentas, lo que está en juego con la calidad de los medicamentos es no menos que la vida de los hondureños más vulnerables. El defecto más común entre los medicamentos rechazados por el laboratorio del Colegio Químico ha sido problemas de disolución—o sea, que al ser ingerido por un paciente, el medicamento no entre el torrente sanguíneo como debe. Revistazo consultó con varios expertos internacionales en el tema de la calidad de los medicamentos, quienes explicaron las graves consecuencias de estos defectos. En casos donde el medicamento no diluye con la rapidez debida, el medicamento no tendrá el efecto esperado, permitiendo que la enfermada que sufre el paciente siga avanzando. Por otro lado, si un medicamento diluya de forma demasiada acelerada, puede causar efectos de intoxicación en la persona que lo ingiere.
La aplicación de un medicamento de calidad inadecuada puede causar hasta la muerte. Entre mayo y agosto 2011, nueva mujeres murieron de manera súbita mientras daban luz en el Hospital de Atlántida y el Hospital Mario Catarino Rivas. Según informes internos de la Secretaría de Salud revisados por Revistazo, a todas las víctimas les habían administrado una oxitocina (hormona que en lenguaje popular se suele decir “suero abortivo,” utilizado para inducir el parto y disminuir la pérdida de sangre después del parto) la cual—en este caso debido a malas prácticas de almacenaje, no de manufactura—había sufrido deterioros en su calidad.
El mismo informe asevera que tanto en los hospitales y clínicas público se observa “un desconocimiento total de cómo y cuándo se deben reportar las reacciones adversas a medicamentos.”
Infografia
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Urge implementar mejores controles de calidad
De acuerdo con el Doctor Jorge Fernández, Director de los Servicios de Apoyo del Hospital Escuela, los graves problemas de calidad en los medicamentos comprados por la Secretaría surgen a causa de la falta de mecanismos de control. “La Dirección Sanitaria, encargada de la regulación de los medicamentos, no tiene suficiente capacidad en términos materiales, recursos humanos o tecnológicos para asegurar la calidad de los fármacos. Es una incompetencia más de un estado muy débil en la que se ve reflejada la poca institucionalidad”, cuenta Fernández.
Para el Doctor Fernández, las tragedias que se viven actualmente en los hospitales hondureños por problemas previsibles, y el éxodo de la población nacional a centros de atención sanitaria de países vecinos, nos “afronta con la necesidad de asegurar mecanismos de evaluación y control de las medicinas que compramos con nuestros impuestos”.
Para el Colegio Farmacéutico de Honduras, por su parte, la solución integral a las precariedad de la cadena de suministros de la Secretaría de Salud pasa por “crear una unidad de suministro de medicamentos con personal farmacéutico competente, que cumpla con el debido perfil del puesto de funcionario público sin influencias políticas, formado y asistido por instituciones técnicas que brinden apoyo continuo, como la Organización Panamericana de la Salud, entre otras”, según una declaración oficial entregado por la institución a Revistazo.