Por: Edgar Aguilar
Tras meses de incertidumbre respecto a las acciones del gobierno de Honduras para asegurar vacunas en contra del COVID-19 para su población, sabemos que a la fecha el Estado ha asegurado suficientes dosis para alrededor del 66% de la población elegible. Sin embargo, hasta el momento únicamente alrededor del 0.10% de la población ha sido totalmente inmunizada.
Recientemente, algunos diarios internacionales reconocidos, como The Economist y El País, publicaron proyecciones comparando el progreso en la vacunación en países pobres con países ricos. Sus antelaciones no son nada esperanzadoras para países como Honduras; mientras que The Economist dice que vacunar a la población deseada en el país podría llevar hasta el 2023, El País predice que tomaría hasta alrededor del 2030.
Tomando en cuenta las vacunas ya recibidas por Honduras y las que el gobierno ha publicado que espera recibir para finales de junio, 445,900 personas tendrán vacunación completa asegurada para mediados de año. Eso equivale a alrededor del 7.7% de la población elegible a vacunar. Lo preocupante es que, a ese ritmo, se confirman las proyecciones por los diarios internacionales. En ese sentido y de acuerdo con datos de Vacunas Abiertas-Revistazo, Honduras alcanzaría a vacunar a toda la población elegible hasta en el año 2025.
Al ritmo en que el país está recibiendo y distribuyendo las vacunas actualmente, tomaría un poco más de 4 años terminar de vacunar a toda la población elegible[3]. Esto significa que para finales de 2021 podemos esperar que únicamente alrededor del 15% de la población este totalmente vacunada. Mientras tanto, nuestro vecino al norte, Estados Unidos, en este momento ya vacuno totalmente alrededor del 30% de la población elegible en su país[4].
Las razones que explican la gran desigualdad en la distribución y aplicación de la vacuna entre países ricos y países pobres son varias.
Los países ricos y sus farmacéuticas
Primero, los países ricos fueron más rápidos y desconsiderados en acaparar el suministro de vacunas aun antes de que estas hubieran sido producidas. Desde mediados del año pasado los países más ricos preordenaron de varias compañías farmacéuticas más vacunas de las que necesitaban. Esto significó que muchos países en desarrollo, como Honduras, no pudieron empezar a negociar contratos hasta principios de 2021.
Segundo, las grandes farmacéuticas tienen los patentes y derechos de propiedad de las vacunas y no quieren compartir las recetas[5]. Estos patentes, otorgados por el Estado en el que están registradas las farmacéuticas, impiden que terceros fabriquen las vacunas. La falta de una excepción para los patentes en el caso de la vacuna del COVID-19 retrasa la producción y dificulta que países más pobres accedan oportunamente a las dosis que necesitan.
Por último, en varios casos los países ricos ni si quiera podrían compartir una buena parte de las vacunas que han adquirido, dado a que los contratos con las farmacéuticas lo prohíben. Algunos contratos de Estados Unidos con diferentes farmacéuticas para la compra de vacuna contra el COVID-19 expresan que, “El Gobierno no puede usar, ni autorizar el uso de ningún producto o material provisto bajo este Acuerdo de Proyecto, a menos que dicho uso ocurra en los Estados Unidos o territorios de los EE. UU”[6]. En ese sentido, esos parámetros legales tendrán que cambiar antes que, por ejemplo, Estados Unidos, pueda compartir con el resto del mundo las vacunas que tendrá de más.
La [falta de] acción por el gobierno de Honduras
La comunicación del gobierno de Honduras no ha sido clara respecto a los esfuerzos y acciones tomadas para asegurar una llegada oportuna de las vacunas y un acceso justo. No hay información pública que muestre una línea de tiempo, estrategia o el plan que el gobierno debió haber creado para asegurar adquisiciones de las vacunas, por lo tanto, no parece haber una coordinación programada entre diferentes acciones.
Dado a la falta de información pública sobre estos procesos, una de las formas de analizar las gestiones del gobierno de Honduras en la adquisición de la vacuna es que no actuó rápido por miedo. Muchos países empezaron a preordenar vacunas cuando estas no habían terminado de ser desarrolladas. Esto implicaba que los países pagaran por adelantado por vacunas que todavía no habían sido aprobadas por entes reguladores.
Mi opinión es que, la Secretaria de Salud y el gobierno actuó con cautela y lentamente dado a la experiencia con la compra de los hospitales móviles, ventiladores, y otras adquisiciones durante la pandemia que generaron grandes pérdidas al no ser hechas transparentemente y sin las garantías pertinentes. A mi parecer es posible ser cauteloso, transparente y a la vez ser propicio y eficiente. Sin embargo, parece que el gobierno de Honduras no pudo hacer los dos al mismo tiempo, con la adquisición de vacunas en contra del COVID-19.
Otro factor, que pudo contribuir a la lentitud en la llegada de vacunas, es que el marco legal del país desde 2014 únicamente permitía la adquisición de vacunas por medio de fondos rotatorios en la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Esto significaba que antes de concluir negociaciones con farmacéuticas, el marco legal debía cambiar. El Congreso hizo estos cambios hasta principios de 2021. Por esta razón, Honduras únicamente pudo finalizar cualquier negociación bilateral hasta en marzo de este año.
Por último, parece que las autoridades hondureñas tenían confianza en un mercado global más justo o en mecanismos de distribución global más rápidos. Por un momento el gobierno puso todas sus esperanzas en COVAX, un esfuerzo internacional de colaboración que trabaja para comprar vacunas COVID-19 a granel y distribuirlas a los países más pobres del mundo. Sin embargo, COVAX únicamente promete inicialmente vacunas hasta para el 20% de la población elegible. Además, el mismo mecanismo ha sido limitado por los países ricos que acapararon grandes cantidades de la producción.
Es tarde pero todavía hay tiempo
Las proyecciones hasta el momento para que Honduras complete de vacunar a toda la población elegible son preocupantes. Por esa razón el gobierno de Honduras debe de tomar acciones en todos los espacios posibles, para asegurar vacunas oportunas, gratuitas y accesibles para todos y todas -mediante procesos de negociación y distribución justos y trasparentes-.
Primero que todo, es imprescindible que el gobierno de Honduras obtenga un calendario de la llegada de las vacunas de la compra con Sputnik-V. El gobierno debe de exigir que el itinerario tenga fechas oportunas y encaminadas a acelerar el proceso. De igual forma, esta información debe de hacerse pública, para que el pueblo este informado. Al ritmo previsto de la llegada de las vacunas de Sputnik-V, tomaría más de 4 años para recibir las 4.2 millones contempladas en el contrato.
Además de esto, es importante que Honduras se manifieste en diferentes espacios internacionales para exigir a países ricos acciones para un acceso más justo a la vacuna. Por ejemplo, en este momento hay una propuesta en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para remover ciertas restricciones de patentes hasta el final de la pandemia, para que las vacunas y tratamientos COVID-19 sean asequibles y accesibles en Honduras y otros países de bajos ingresos. Honduras debe apoyar iniciativas como esta y tomar provecho de otros espacios para hacer estas exigencias.
En este momento, es muy importante que el gobierno de Honduras sea estratégico y eficiente en asegurar más vacunas. Muchos países ricos adquirieron más vacunas de las que necesitaban y pronto tendrán que decidir qué hacer con las restantes. El gobierno de Honduras debe de actuar acertadamente esta vez asegurando más vacunas pronto. Todavía no hay vacunas aseguradas para el 34% de la población elegible y el gobierno no puede darse el lujo de esperar otra vez.
Hasta este momento el ritmo en el que han llegado las vacunas a Honduras ha sido desesperanzador. De la misma forma, es desilusionante pensar que llevara varios años para que toda la población sea vacunada completamente. Sin embargo, el gobierno todavía puede tomar acciones para lograr acelerar el proceso vacunación. Solo así lograremos salir de la crisis sanitaria y económica que la pandemia del COVID-19 ha causado en el país.
[1] The Economist. Vaccine nationalism means that poor countries will be left behind. Abril 2021.
[2] El País. A 10 semanas de completar la vacunación en Chile y a más de 1.200 en Venezuela. Abril 2021.
[3] La proyección se realizó con datos en la pagina de Vacunas Abiertas – Revistazo que es alimentada de datos oficiales de la SESAL. Basado en las vacunas que han llegado, se calculó el promedio de vacunas recibidas por día. Luego, se calculó cuantos días llevaría vacunar a la población elegible total.
[4] See How the Vaccine Rollout Is Going in Your County and State. Abril 2021. https://www.nytimes.com/interactive/2020/us/covid-19-vaccine-doses.html
[5] How to end the pandemic with a People’s Vaccine. Abril 2021. https://www.oxfamamerica.org/explore/stories/how-to-end-the-pandemic-with-a-peoples-vaccine/
[6] “We Are Hoarding”: Why the U.S. Still Can’t Donate COVID-19 Vaccines to Countries in Need. Abril 2021. https://www.vanityfair.com/news/2021/04/why-the-us-still-cant-donate-covid-19-vaccines-to-countries-in-need