Tegucigalpa.- Dada la actual configuración de fuerzas políticas en el Congreso Nacional (CN), el pasado cobra vigencia en el proceso de elección de una nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ), un hecho que no podrá ser posible sin el concurso de diputados de varias bancadas y las maniobras del nuevo oficialismo, como sucedió en el 2015-2016.
Según denuncias publicadas en aquellos tiempos, la selección de los 15 magistrados de la actual CSJ, hace poco menos de siete años, fue el resultado de una maniobra de aquel oficialismo que tuvo que recurrir a sus propios artificios para conseguir el número mágico de 86 votos necesarios para una elección de este tipo.
El entonces gobernante Partido Nacional (PN), aportaba para la elección de los nuevos quince magistrados, el voto de 47 diputados; y el Partido Liberal (PL) puso los votos de sus 26 legisladores, pero la suma de 73 votos se quedaba corta frente a los 86 votos de mayoría calificada exigida por la Constitución de la República.
En esas circunstancias, el PN tuvo que conseguir 13 votos de entre los diputados de otros institutos políticos como el Partido Unificación Democrática (UD), Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD), Partido Democracia Cristiana (DC), el Partido Libertad y Refundación (Libre) y el Partido Anticorrupción (PAC).
Con UD y la DC, el PN fácilmente logró 2 votos de igual cantidad de diputados. Y el número siguió creciendo con el apoyo que dijeron dar algunos congresistas llamados “trásfugas” de Libre, que producto de diferencias internas ocurridas antes de la selección de la nueva CSJ, fueron abandonando las filas de su partido para formar lo que llamaron una “bancada independiente”.
Este fraccionamiento interno en la bancada de Libre, hizo que el PN se hiciera fácilmente de 7 votos más. Así las cosas, al oficialismo le quedaba la fácil tarea de obtener 4 votos, los que debía que conseguir con otros partidos de oposición, una misión que no era imposible para un partido político con el poder y los recursos del Estado a su disposición.
Y así sucedió. Finalmente, el PN logró permear la bancada del Partido Anticorrupción. Aunque tuvieron que pagar con el desprecio de sus bases y dirigentes, algunos de los legisladores del PAC, tal como estaba previsto, terminaron siendo factores decisivos en la instalación de una corte suprema.
En aquellos días, para evidenciar quiénes estaban traicionando la línea partidaria, a los diputados se les obligó a hacer público su voto, aunque la Constitución establece que la votación debe ser “directa y secreta”.
Fue de esta forma como quedaron expuestos algunos de los “traidores” o “Judas”. Algunas de las fotografías de diputados de las bancadas de oposición mostrando el voto con la palabra “sí”, circulan todavía en Internet.
Sobre la forma en que el oficialismo de aquellos días logró llegar al número mágico de 86 votos, se registraron diversas teorías. La mayoría iban orientadas a señalar que los votos que hacían falta costaron 40 millones de lempiras. Aseguraban que salieron del propio presupuesto del Congreso Nacional hacia las cuentas de los legisladores “conquistados”.
Los artificios utilizados para lograr la mayoría calificada para elegir a la nueva CSJ, no significaron sorpresa alguna, pues desde que inició el proceso de selección allá por el mes de julio de 2015, la oposición de entonces venía denunciando “falta de transparencia” e “injerencia política” en el proceso, al punto que no lo reconocían. Es más, lo boicoteaban.
Fast forward al presente
La nueva Corte Suprema, por mandato constitucional, debe estar electa antes del 25 de enero del próximo año (2023) para cumplir un periodo de siete años que expira en el año 2030. El proceso, con muy pequeñas variaciones respecto del pasado (2015-2016), avanza sin escapar de las injerencias políticas de costumbre.
Después de una serie de maniobras de la nueva oposición, finalmente fue configurada la Junta Nominadora, cuya correlación de fuerzas frente a lo que sucedió con ella en el 2015, merecerá un análisis y tratamiento posterior.
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Por lo pronto, los nominadores – imposibilitados ahora de proponer candidatos – ya invitaron a los candidatos a auto proponerse para seguir con el proceso de nominación.
En términos generales, hoy las cosas no son nada distintas, al menos en lo que a la configuración de fuerzas políticas dominantes en el seno del Congreso Nacional se refiere. La bancada con más diputados en el Poder Legislativo es LIBRE.
Del pasado al presente difiere, sí, el hecho de que la oposición de hace siete años (Libre) es ahora el oficialismo. Y difiere también el hecho de que Libre, en la elección de la CSJ, hace siete años, boicoteó el proceso y ahora lo promueve.
No obstante, Libre tiene 50 diputados, aunque algunos de ellos distanciados de los otros de su mismo partido por los sucesos ocurridos alrededor de la elección de la presidencia del Parlamento, en enero del 2022. Le sigue la bancada del PN, con 44 escaños y el PL con 22 diputaciones.
Aunque con otro nombre distinto del PAC, repite como actor el Partido Salvador de Honduras (PSH), con 10 diputados y como bancadas minoritarias, con un diputado cada uno, aparecen hoy los partidos Demócrata Cristiano y Partido Anticorrupción.
Con esa distribución, ninguno de los partidos políticos alcanza siquiera mayoría simple (65) votos, y menos hablar del mágico número de 86 votos para alcanzar la mayoría calificada necesaria para una elección de un órgano supremo, como lo es la CSJ.
Hasta antes de la ruptura de la alianza política Libre-PSH registrada en los últimos días, el nuevo oficialismo hacía posible la suma de 60 votos, más el único voto de los demócrata-cristianos.
Hoy por hoy, la mayoría de diputados del PSH se distancian de su aliado. Lo dejan asumiendo posturas que cuestionan la gestión del Ejecutivo y que critican algunos de los proyectos oficialistas que se debaten en el seno del Congreso.
Pero como lo hizo el PN en los Congresos anteriores, LIBRE ha logrado permear la bancada del Partido Liberal, de donde cuenta incondicionalmente con 4 votos. Y lo consiguió hacer incluso en la bancada del Partido Nacional, donde uno de sus miembros se distanció para sumarse al oficialismo que, en total, ha logrado 66 votos.
Pero para alcanzar la mayoría calificada y poder elegir la nueva Corte Suprema de Justicia, LIBRE debería necesariamente pactar con los antañones partidos Nacional y Liberal.
Lo que está por verse es cómo lo hará. Si a través de la institucionalidad de los partidos políticos o yendo a “conquistar” votos uno a uno, con los diputados, como lo hizo el PN en 2015-2016. Y ahí es donde el pasado cobra vigencia y surge la pregunta: ¿Se repetirá?