La pandemia del COVID-19 causó estragos en la salud, la economía y la sociedad desde su propagación a nivel mundial en 2020. El rápido descubrimiento y distribución de la vacuna fue una luz para poco a poco ir tratando de recuperar la vida tal como era antes del virus, pero a pesar de la alta disponibilidad del inoculante, miles de personas han optado por no vacunarse contra el virus.
“Creo que la vacuna produce más daño que beneficio, yo vi como varias personas se enfermaban al recibir la vacuna y no quiero pasar por eso, me ha dado Covid tres veces y acá estoy, a la larga puede hacer más daño porque tiene consecuencias graves”, dijo Sergio (pseudónimo) a Revistazo.
Durante los momentos más álgidos de la pandemia se propagaron las noticias falsas y la desinformación, esto vino a afectar la confianza en las vacunas. Según el Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), la propagación de información errónea en las redes sociales y a través de otros canales pudo afectar la confianza en las vacunas.
Según la CDC existieron dos tipos principales de información errónea, información falsa compartida por personas que no tienen la intención de engañar a otros o desinformación que es información falsa creada y difundida deliberadamente con intención malintencionada. Destacan que la mayoría de la información errónea y desinformación que ha circulado sobre las vacunas contra el COVID-19 se ha centrado en el desarrollo, seguridad y eficacia de las vacunas, llegando hasta a la la negación de la existencia del COVID-19
El país no fue la excepción y rápidamente se propagó la desinformación sobre la vacuna, el exdecano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Marco Tulio Medina, declaró que “’hay muchas personas que creen que la vacuna les va a causar efectos o instalarles un microchip, hay cadenas en redes sociales que en dos años se va a morir la persona, he recibido información de personas que dicen que la vacuna es dañina”, pero todo esto es falso y ha causado temor en algún sector de la población.
Según Our World in Data, para 2023 el 69.8 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis de una vacuna contra el COVID-19. Esto significa que aproximadamente el 30.2% de la población mundial aún no ha recibido ninguna dosis de una vacuna contra el COVID-19.
Sergio tiene 46 años y es comerciante, durante los momentos más duros de la pandemia no dejó de trabajar y comenzó a distribuir mascarillas y productos de limpieza por su alta demanda, esto le dejó buenas ganancias pero también se contagió del virus en junio de 2020, fue un momento difícil para él y su familia.
“En ese momento me enfermé y si nos dio miedo, me encerré en mi casa y me daba miedo contagiar a mi esposa y a mis hijos, yo no me puse del todo mal pero si sentí miedo, estuve una semana en cama pero me repuse”, relató Sergio.
Cada año ha contraído el virus nuevamente, y aún así decidió no vacunarse, a diferencia de él su esposa y sus dos hijos si se vacunaron con dos dosis, aunque decidieron no aplicarse los refuerzos.
En Honduras se recibió el primer lote de vacunas por parte de una donación del gobierno de Israel a finales de febrero del 2021, tres años después según la Organización Mundial de la Salud hasta marzo de 2023 el 73,70 por ciento de la población ha recibido una primera dosis, el 65 por ciento dos dosis y solo el 45 por ciento llega a tres dosis.
Andrea Torres tiene 33 años y es recepcionista en una empresa de telecomunicaciones, al igual que Sergio decidió no vacunarse, dijo a Revistazo “a la larga esa vacuna va a hacer más mal, uno realmente no sabe de qué está hecha ni como, puede generar otras enfermedades más graves y uno se puede cuidar del Covid de otras maneras, yo sigo invicta (sin haberse contagiado), porque me cuido”.
Una de las principales razones por las que algunas personas se niegan a recibir la vacuna es por la velocidad con la que se desarrollaron las vacunas, lo que llevó a preocupaciones sobre si se realizaron suficientes pruebas y si se identificaron todos los posibles efectos secundarios.
A esto se suman las teorías de conspiración difundidas a través de redes sociales que aumentaron la desconfianza en la seguridad y la eficacia de la vacuna. Gracias a sendos estudios se ha demostrado que las vacunas son seguras y efectivas pero estas preocupaciones persisten en ciertos sectores de la sociedad.
La Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), realizó un estudio a finales de 2021 donde observó que si bien había vacunas disponibles en el país, los centros de vacunación tenían una baja afluencia de ciudadanos buscando inocularse, aun cuando la vacuna es gratuita y de acceso libre.
El análisis determinó que en ese momento un 57 por ciento de las personas había decidido no vacunarse, un 18 por ciento no había tenido acceso a un centro de salud donde aplicaran las vacunas, un nueve por ciento no sabía que podía vacunarse y un ocho dijo que sentía miedo de aplicársela.
Torres aceptó que la decisión de no vacunarse la tomó junto a sus amigos que asisten a una iglesia, ya que al principio su pastor estaba en contra, y aunque después rectificó ellos decidieron no hacerlo. Toda su familia está vacunada y ella les dijo a ellos que también lo estaba para evitar la presión a que la habían sometido anteriormente.
La religión también ha sido una razón por la que algunas personas se han negado a tomar la vacuna. Algunas personas han cuestionado si las vacunas están en contra de sus creencias religiosas, especialmente cuando se trata de vacunas que utilizan células derivadas de fetos abortados en su desarrollo. La mayoría de las denominaciones religiosas han respaldado la vacuna y no ven conflicto con las creencias religiosas, la desconfianza y la desinformación continúan siendo barreras para la aceptación de la vacuna.
Según la Organización Mundial de la Salud, desde el 3 de enero de 2020 hasta 16 de marzo de 2023, ha habido 472,308 casos confirmados de COVID-19 con 11,111 muertes en Honduras, de estas, solo 25 se dieron en 2023.