Los candidatos presidenciales no dan muestras de querer enfrentar una realidad inminente: la caída de la dolarización
Por Roberto Flores —
SAN SALVADOR– Si hay un país en donde un candidato presidencial se encuentra con el mayor número de motivos que podrían significarle un suicidio político al abordarlos, ese debe de ser El Salvador: desde una dudosa tregua entre pandillas hasta una creciente exigencia de algunos sectores por la despenalización del aborto, cada presidenciable debe de hacer gala en algún momento de su campaña de una habilidosa pragmática al referirse a esos temas.
Pero algunos economistas coinciden en que hay un tema central en la economía salvadoreña el cual, al enfrentarlo, provocaría la muerte instantánea de toda aspiración presidencial para cualquiera de los candidatos que se han echado al ruedo de los comicios electorales de 2014: la dolarización se ha vuelto insostenible y su caída se advierte como una realidad que tendrá que vivir el próximo gobierno.
Y los economistas saben que es todo un dilema: no hacer nada llevaría a El Salvador a la ruina; hacer algo le costaría al próximo presidente la gobernabilidad del país ante el conflicto social que desataría la única solución a la vista, desdolarizar la economía.
El tema fue el punto central de un debate entre académicos organizado por la Fundación Friedrich Ebert y ContraPunto, en donde los economistas Carlos Acevedo, presidente del Banco Central de Reserva (BCR); y Salvador Arias, ex diputado en la Asamblea Legislativa, dieron sus puntos de vista sobre el futuro de la economía salvadoreña con o sin el dólar.
Ambos escenarios, aseguran, serán difíciles.
Del antídoto al veneno
Un estudio elaborado a petición del BCR por uno de los expertos más reconocidos a nivel mundial sobre el tema de la dolarización, Eduardo Levy-Yeyati, revela que a más de una década de haberse impuesto el dólar en El Salvador, los beneficios que los promotores del cambio fijo anunciaban no se han visto realmente en la economía salvadoreña.
En el 2000, cuando la dolarización fue aprobada por el congreso tras una discusión fugaz, los arquitectos del cambio hacia la moneda estadounidense (un ex ministro de Hacienda, Manuel Hinds, el principal de ellos), aseguraron que el dólar permitiría una mejor integración comercial con el mundo, principalmente con Estados Unidos; disminución en las tasas de interés y de inflación, y resistencia de al contagio de las crisis foráneas.
Los datos muestran lo contrario, señala Acevedo. “Estoy cada vez más convencido de que la dolarización ha sido un factor que ha contribuido a obstaculizar la dinámica de crecimiento de El Salvador. Creo que la evidencia empírica que hemos acumulado a lo largo de estos 12 años es cada vez más contundente”, sostiene.
Los datos del BCR indican que la integración comercial no ha marchado como se había predicho. Entre 1994 y 2000, años previos a la dolarización, la balanza comercial (exportaciones e importaciones) entre El Salvador y Estados Unidos revelan saldo deficitario de -$4,425.6 millones para la economía salvadoreña (es decir, Estados Unidos nos vendió $4,425.6 millones más que lo que nosotros le vendimos durante ese período).
Entre 2001 y 2010, primera década de la dolarización, si bien El Salvador aumentó el valor de sus exportaciones hacia Estados Unidos, el saldo de la balanza comercial entre ambos países siguió siendo deficitario para los salvadoreños, esta vez en -$8,212.6 millones.
El escenario es similar al hablar de las tasas de inflación. Mientras que al inicio de la pasada década (2001-2010), la inflación se mantuvo en tasas de un poco más de 1%; durante los siguientes años experimentó alzas que superaron el 3% y en algunos casos, como en 2011, fueron superiores al 5%.
Pese a que las tasas de interés sí bajaron después de la dolarización, Acevedo cree que esto respondió más a un comportamiento global de disminución de las tasas de interés y no a un resultado de la imposición del dólar.
Pero ha sido la supuesta fortaleza frente a las crisis internacionales en donde la dolarización ha mostrado su flaqueza. Tras la crisis financiera internacional en 2008, los países de la región centroamericana experimentaron tasas de crecimiento negativas en sus economías. Pero mientras que en los siguientes años la mayoría de esos países logró superar la crisis y alcanzar tasas de crecimiento que promedian un 4%, El Salvador ha alcanzado tasas de apenas el 1.5%.
La ausencia de una política monetaria ha disminuido el margen de maniobra con el que el país cuenta frente a crisis externas, coinciden Acevedo y Arias.
Una comparación entre los niveles de crecimiento de la economía salvadoreña durante la década previa a la dolarización y la década que le siguió, da pistas de cuál ha sido el papel del dólar en la economía salvadoreña: en el período de 1990 a 1999, la tasa promedio de crecimiento fue del 5%; en la década del 2000 al 2009, la tasa promedio fue del 2%.
Las bajas tasas de crecimiento de la última década y la ausencia de política monetaria, complican el escenario fiscal de El Salvador, aseguran Arias y Acevedo, lo cual ha convertido a las finanzas públicas en una bomba de tiempo con grandes posibilidades de estallar durante el próximo gobierno.
El dinero se está acabando y el país no es capaz de emitir moneda.el-salvador-dolarizacin-2
“En cualquier escenario el gobierno que quede va a desdolarizar, porque cree que es razonable hacerlo o porque no le va a quedar más remedio que hacerlo”, sostiene el presidente del BCR.
Un tema fuera de agenda
Pese a las advertencias que hacen Arias y Acevedo, que se suman a la de otros economistas salvadoreños (entre los cuales destacan Carlos Glower, que ha trabajado en conjunto en algunos proyectos con el Fondo Monetario Internacional; y Hector Dada Hirezi, ex ministro de Economía del actual gobierno salvadoreño); ninguno de los candidatos ha propuesta enfrentar el problema en caso de que lleguen al poder en las próximas elecciones.
Actualmente, son dos los candidatos que han oficializado sus aspiraciones presidenciales: Salvador Sánchez Cerén, por el partido oficial FMLN; y Norman Quijano, por el principal partido de oposición, ARENA, el cual ejercía el poder al momento de la dolarización.
Otro candidato más parece que prepara su arribo: el ex presidente Antonio Saca, quien ha mostrado su interés de participar en las presidenciales si es apoyado por un movimiento de coalición.
El FMLN se mostró como el más férreo opositor a la dolarización cuando esta fue aprobada en diciembre de 2000. Sin embargo, 12 años después su candidato ha asegura ya en repetidas ocasiones que el tema de la desdolarización no está dentro de su agenda en un eventual gobierno que lidere.
“Nosotros en este momento no estamos pensando en desdolarizar, porque creo que el país no está preparado para eso”, dijo Sánchez Cerén a finales de diciembre en un programa de televisión.
En iguales términos se refirió Roberto Lorenzana, miembro de la cúpula que dirige el partido FMLN.
El candidato por ARENA apenas si aborda el tema en sus intervenciones. De hecho, en el año 2000, cuando fungía como diputado en la Asamblea Legislativa, Quijano fue uno de los legisladores que dio su voto para la aprobación de la Ley de Integración Monetaria que dio cabida al dólar en la economía salvadoreña.
“Eso sería lo peor que hiciéramos, revertir la dolarización”, dijo Quijano a un matutino cuando aún disputaba la candidatura de su partido, asegurando que dar marcha atrás al dólar dispararía las tasas de inflación.
Antonio Saca, por su parte, ha sido breve en sus intervenciones y no se ha referido al respecto de cara a un eventual segundo período presidencial. Pero durante su gobierno, del 2004 a 2009, el respaldo a la dolarización caracterizó al ex presidente. Incluso, Saca destacó las “ventajas de una economía dolarizada” frente al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que se aprobó bajo su administración.
Para Arias, el hecho de que los aspirantes a la presidencia coincidan en no incluir en sus agendas la desdolarización no es casual. “El candidato que anuncie que va a quitar el dólar estaría cometiendo un ‘harakiri’ político”, asegura.
Según el economista, si bien el camino de la desdolarización es inevitable, andarlo sin que la economía salvadoreña y las instituciones que la administran estén preparadas, las repercusiones serían mucho más graves de las que aún con el mejor de los planes se tendrían.
El presidente del BCR lo sabe. Según Acevedo, el solo anuncio del inicio de un proceso de desdolarización provocaría una fuga de capitales que generaría una crisis de liquidez dentro del sistema bancario.
La crisis social que esto desataría ha sido la razón principal por la cual este gobierno, dirigido por el presidente Mauricio Funes, ha mantenido su compromiso por mantener la dolarización.
Pero ese compromiso asumido por el jefe de Estado es criticado por Arias, quien asegura que enfrentar un proceso de desdolarización en el próximo gobierno implica preparar el escenario bajo esta administración.
“El presidente (Funes) va a ser tan irresponsable que va a dejar que el otro (presidente) siga sin dejar nada armado, y al próximo gobierno le va a tocar una crisis más profunda que esta”, señala Arias.
Para Acevedo, desdolarizar se trata de una decisión difícil, pues al poner en marcha un proceso de desdolarización, el gobierno de turno sufrirá las consecuencias políticas de los efectos negativos que esto generará. Los beneficios, dice, los verá el gobierno que le suceda.
“A no ser que sea un gobierno muy altruista, ningún gobierno lo va a hacer deliberadamente”, sostiene Acevedo.
el-salvador-dolarizacin“El problema es que los políticos no tienen visión de país normalmente. Entonces, un gobierno por definición no va a estar pensando en implementar políticas públicas cuyos beneficios los va a cosechar otro gobierno, así sea del mismo partido, y esto aplica en la dolarización y en política tributaria”, añade.
Los escenarios
En diciembre de 2001 las televisoras en todo el mundo transmitían imágenes de numerosos disturbios callejeros por en las principales ciudades de Argentina.
A principios de ese mes, el entonces presidente argentino Fernando de la Rúa dio a conocer una medida que determinaría el destino de su gobierno que llevaba apenas dos años: el mandatario anunció un conjunto de restricciones al retiro de depósitos bancarios.
El pobre desempeño de la economía Argentina en la década anterior había vuelto insostenible la Ley de Convertibilidad, vigente en ese país desde 1991, que fijaba una paridad del peso argentino frente al dólar estadounidense.
La situación había llegado a tal punto que un mes antes los grandes inversionistas comenzaron a retirar sus depósitos del sistema bancario.
Las medidas anunciadas por de la Rúa, que han pasado a la historia con el nombre de «el corralito», pretendían contrarrestar la fuga de capitales, pero a un costo que le salió muy alto al gobierno.
Grandes sectores de la clase media no pudieron retirar sus depósitos de dinero y perdieron en consecuencia su capacidad de adquisición de bienes y servicios. 19 días después, la situación llegó a tal punto que por las calles de Buenos Aires, la capital, se comenzaron a registrar atracos a almacenes y tiendas de comestibles.
El 20 de diciembre de 2001, de la Rúa renunció a su cargo como presidente de Argentina y abandonó la Casa Rosada, sede central del gobierno, en helicóptero.
Un corralito como el ejecutado en Argentina sería inevitable en un escenario de desdolarización de la economía de El Salvador, asegura Acevedo.
Y el escenario al que el país se enfrente una vez se levante ese corralito, no será el mejor, advierte el funcionario.
«Una vez que se levante el corralito, independientemente del tipo de cambio que se establezca o la nueva moneda que surja, las presiones devaluatorias van a ser fuertes, las presiones inflacionarias van a ser fuertes y las presiones de tasas de interés van a ser fuertes», dice.
«Vendría un período difícil, no nos podemos librar de dos o tres años de crisis, en el largo plazo estaríamos mejor, pero ese periodo de transición sería complicado y nadie lo quisiera enfrentar», añade.
Pero para Arias, el corralito puede evitarse si se equipa al gobierno de las herramientas necesarias para hacerle frente a un proceso de desdolarización planificado y no obligado, como ocurrió en Argentina.
Pero para esto, asegura, se requiere que el BCR tome el control del sistema financiero del país, dotándole de una capacidad de liquidez a través del manejo de todos los flujos financieros que circulan en el país.
El fortalecimiento del BCR debe ir acompañado por reformas profundas en el sistema tributario del país y una renegociación de la deuda externa, añade Arias.
«Cuando uno lo analiza, no habría necesidad de mandar ni una sola ley que promueva un aumento en los impuestos o nuevos impuestos. El punto central del tema fiscal es la elusión y evasión, pero sobre eso de fondo no se hace ni dice nada», asegura el economista.
Según Arias, aún cuando el gobierno se jacta de ejercer una mejor y mayor fiscalización, la elusión y evasión le cuestan al Estado casi $2,000 millones. «Saquemos la mitad de eso y ya se resolvió el problema», dice.
Y agrega que «si renegociamos la deuda y pedimos una moratoria de pago de intereses y de capital, solo ahí en el año 2013 estaríamos teniendo que dejar de pagar más de $800 millones, según los datos del ministerio de Hacienda».
La idea de proponer cambios estructurales en el modelo económico que acompañen el proceso de desdolarización, es compartida por Acevedo. Pero, según dice, no es tan fácil en un país con diferencias políticas tan drásticas.
Y Arias lo sabe. «Es importante que haya visión de país. Si nosotros seguimos manejando este país en la lógica de períodos presidenciales no hay salida. Hay que construir la correlación de fuerzas, el cambio de modelo va más allá de estar pensando en un periodo presidencial», asegura.
Pero por el momento, al inicio de la carrera presidencial de 2014, los aspirantes a la primera magistratura del país coinciden solo en una cosa: abandonar el dólar no está dentro la agenda del próximo gobierno, gane quien gane. (Tomado de Contrapunto de El Salvador en alianza informativa con Revistazo).