Rosa, nombre que ella eligió para proteger su identidad, es madre de 3 hijos. Ha migrado en dos ocasiones: 2007 y 2017. La primera vez se fue con su hermano; llegaron a Estados Unidos, fueron detenidos por la Policía Migratoria y posteriormente retornados a Honduras. En su primer viaje, Rosa y su hermano fueron secuestrados por Los Zetas, uno de los cárteles más peligrosos en México.
En ambas ocasiones la violencia intrafamiliar la obligó a huir del país. Fueron 14 años en un matrimonio violento que Rosa soportó. Antes de irse por segunda vez, Rosa pidió ayuda por todos los medios. Estaba evitando a toda costa irse a Estados Unidos de nuevo porque ella ya conocía los riesgos que se enfrentaría en el camino. Buscó trabajo en todo Honduras, se mudó de ciudad en más de 3 ocasiones. De nada servía, su esposo siempre la encontraba.
Buscó auxilio en fiscalías e interpuso demandas, pero el sistema judicial hondureño sigue estando en deuda con Rosa porque a pesar de todas las evidencias presentadas y aunque él admitió el maltrato frente a un juez, ella sigue casada con su agresor.
La segunda vez se fue con sus 3 hijos. En esta ocasión fueron detenidos y separados por la policía en México. El esposo de Rosa interpuso una alerta migratoria internacional porque se llevó a sus hijos sin consentimiento. Pese a que su esposo es también un padre ausente, la justicia una vez más tomó el lugar de él. Rosa y sus hijos fueron retornados a Honduras.
Revistazo platicó con Rosa para conocer más de su historia. La siguiente entrevista ha sido levemente editada para facilitar la lectura.
R: ¿Tiene hermanos que han intentado emigrar?
Rosa: Sí, tengo un (hermano) que por medio de un viaje a Estados Unidos quedó en estado parapléjico. Los agentes federales lo golpearon.
R: ¿Nos puede contar qué pasó con los Zetas?
Rosa: Estando en Piedras Negras caímos en manos de los Zetas. Nos agarraron y nos llevaron a una casa con cuernos de chivo. Lo primero que hacen es decirnos “bájense la ropa”. Una de mujer lo primero que dice es que ya me violaron. Nos desnudaron, a mi hermano lo agarraron y con una pistola en la cabeza le decían que se agachara sin el pantalón, mi hermano aún caminaba.
Nos tuvieron encerrados en una bodega. Mi mamá tuvo que vender mi solar para que me soltaran. Cuando nos soltaron recuerdo que mi hermano lloraba y decía aquí nos vamos a morir, y yo le decía no. Fueron noches de zozobra y yo solo escuchaba los gritos cuando le gritaban y lo golpeaban cada 5 minutos. Fuimos por un futuro y lo que encontramos fue desgracia. La vida a veces es injusta.
R: ¿Cómo fue el camino?
Rosa: Fue bien difícil, íbamos hasta con los pies llagados de sangre. Aguantamos hambre tres días, pasamos 12 trenes, 32 túneles, dormimos a la intemperie. Tuvimos que meternos en contenedores y lo más miedo daba es que iban llenos de migrantes y encendían los focos y decían “vamos a quitar mujeres”, pero gracias a Dios no pasó nada.
Luego, cuando íbamos por Tierra Blanca una muchacha por agarrar el tren cayó debajo de los rieles y el tren le arrancó la pierna y el brazo. Tengo un amigo también que le sucedió lo mismo. Uno se siente impotente porque cuando el tren va recio uno no puede ni bajarse ni auxiliar al emigrante que se cayó porque igual uno puede correr la misma suerte.
R: ¿Qué motivos la impulsaron a tomar la decisión de irse?
Rosa: Amenazas y abusos. Tuve agresiones de mi esposo. (Él) tenía familiares en pandillas y me sentía en un callejón sin salida porque había abusos verbales y físicos en frente de mis hijos. Intenté buscar ayuda ante la autoridad de nuestro país y de nada nos sirvió porque igual estaba amenazada por uno de sus sobrinos que era pandillero.
R: ¿Usted tuvo apoyo aquí por violencia intrafamiliar?
Rosa: Interpuse una demanda de divorcio hace 7 años. Créame que le pedí ayuda a todas las autoridades. Cuando nos deportaron aquí a Honduras, él interpuso una demanda de manutención porque quería quitarme a mis niños y que yo le diera manutención a él. Presenté actas de denuncia al Core 7 por maltrato físico y agresiones. A él le tocó aceptar enfrente del juez porque no tenía de otra, había testigos. Ni así me han divorciado, sigo atada al mismo yugo y no me han hecho caso.
R: ¿Cómo fue el segundo viaje con sus hijos?
Rosa: Estábamos en Celaya, Guanajuato cuando nos detuvo migración. Me dijeron que tenía alerta internacional migratoria. Cuando me detuvieron me dijeron que no tenía derecho a nada por haber sacado a mis hijos del país ilegalmente, dijeron que era secuestro. Presenté denuncias, fotografías y todo en México. Les lloré y supliqué que me dieran refugio y me lo negaron. Me apartaron de mi hijo mayor, me lo tenían aislado.
Estando en la cárcel de México intentaron abusar de mi niño dentro de una celda, él solo tenía 13 años. Cuando mi hijo me dijo eso yo busqué ayuda en México. Aunque éramos inmigrantes estábamos en manos federales, cómo iban a aceptar abusos sexuales en contra un menor dentro de la cárcel.
R: ¿Qué sucedió luego del regreso a Honduras?
Rosa: Él me puso una demanda por manutención, yo le entregué a mis hijos porque no tenía cómo darles de comer. Por eso se los entregué, pero aún él viviendo en mi propia casa, me fue a demandar a la corte.
R: ¿Usted intentaría emigrar otra vez?
Rosa: De todo eso que viví en México, no deseo volver a viajar con mis hijos. Como los fui a exponer a mis hijos, cómo fuimos a padecer estando presos.
Mis hijos quedaron en una celda en Iztapalapa y yo fui trasladada al hospital de emergencia por una hernia en la boca del estómago. Mis hijos agarraron bacterias, escabiosis en la piel, estomatitis y a mí la operación se me infectó dentro de la cárcel. No me podían dejar libre porque tenía la alerta migratoria. Me pasaron para una casa de monjas y yo les pedí que me ayudaran para que me dieran un refugio, pero no me dieron.
Cuando yo iba con mis hijos encontré a una muchacha triste porque se la había extraviado su niño. Más adelante encontraron 12 cuerpos de niños. Les habían sacado los órganos dentro de un contenedor de basura. Créame que yo me sentía impotente, sentía más miedo cuando me dijeron que los niños estaban en riesgo y nunca más los iba a ver.
Mi esposo me dijo: Mirá, si vos me sacás a los niños fuera del país, nunca los vas a volver a ver. Gracias a Dios que cuando regresamos el primo de mi esposo, la persona que me tenía amenazada, ya estaba detenido en Támara y así volví a tener nuevamente mi vida.
R: Desde que regresó esta última vez ¿cómo ha cambiado su vida?
Rosa: Está difícil, pero ya tengo un poco más de tranquilidad. Estoy sola desde que el juez le puso la orden de alejamiento. Para mí es difícil porque soy madre soltera, me toca trabajar para mis hijos, pagar casa, agua, luz, comida, escuela, zapatos. Prefiero no pedirle a él porque no deseo regresar al mismo infierno. Mi mamá me apoya en lo que ella puede. Tengo un hermano que depende de mí y mi mamá.
R: ¿Cómo ha sido la infancia de sus hijos y qué futuro quiere usted para ellos?
Rosa: La infancia de mis hijos ha sido difícil, y para mis hijos lo que deseo es poderlos sacar adelante, que estudien, que puedan llegar a superarse en la vida y darles un mejor estilo de vida. Mi hijo mayor que ahorita quería estudiar no pudo, no pudo se matriculó y todo, pero no pudo continuar.
Tengo dos niños en la escuela, yo quisiera que mis hijos se superaran, yo quisiera lo mejor. Me siento corta económicamente porque la situación…las ventas han bajado, sobre todo hay que comprar pañales, leche para mi hermano. Mi hermano tiene 32 años, pero él es un bebé en cama.
R: ¿Qué necesita usted del Gobierno?
Rosa: Apoyo para poder trabajar, acceder a los materiales para poder trabajar y no solo depender. Así como los bonos semillas que daban, inversiones para poder invertir, inyectar al negocio y poder trabajar más que todo. Lo que uno quiere es trabajar y si no hay producto no se trabaja.
R: Cuando estaba en la situación de violencia ¿qué necesitaba usted del Gobierno?
Rosa: Cuando estuve en ese peligro no le hallaba ni salida ni irme para un pueblo ni para otro lado porque igual, me sentía acorralada. Esa fue la pregunta que me hicieron en México ¿por qué estando en Honduras no pudiste irte para otro pueblo? ¿Por qué?, porque ya uno conoce cómo está la delincuencia en nuestro país, uno no se puede esconder de nada, yo sentía temor, mucho temor.
R: Aparte de la situación laboral ¿qué cosas espera usted que mejore el Gobierno para sus hijos?
Rosa: En salud más que todo, educación. Educación y salud. A veces mis hijos se enferman, los llevo a consulta y nunca hay medicamentos. Solo me dan la receta y váyase para su casa, no hay nada. Los maestros tiene mucho receso últimamente, la realidad se está viviendo en los barrios.
R: ¿Él tiene un juicio abierto?
Rosa: (Sí), pero no puedo hacer nada, no puedo hacer nada.
R: ¿Usted cree entonces que la ley, eventualmente, lo va a dejar libre otra vez?
Rosa: Claro que sí, y no es porque uno no haya intentado buscar donde vivir, porque yo he vivido en Olancho, Juticalpa, Danlí, donde no me he ido a vivir. He andado vendiendo en los pueblos, Comayagua, La Libertad, La Paz, El Progreso, Puerto Cortés.
¿Dónde no le he buscado la vida? Pero aquí no somos libres, no puedo estar con la zozobra y no puedo andar escondiendo a mis hijos toda la vida. Trato de ser feliz de escuchar música, de vivir mi vida, pero ¿qué va a pasar el día de mañana?, sé que hay una denuncia abierta, sé que está la orden de alejamiento, no sé si no ha vuelto por el momento, tal vez por respeto a mis hijos evitar problemas más grandes trato de continuar mi vida pero después de él nunca más he vuelto a tener un hogar, ya llevo 7 años sola.
Recomendamos leer: Nueve años pagando extorsión: un extransportista nos cuenta su historia