Doña Toña pasa su día en el bulevar Morazán
con sus pies hinchados y sus talones rajados
y secos por la edad
y su intensa actividad
por mejorar su destino.
Se pasa de una acera a otra
buscando el semáforo
para da a conocer las noticias del día
con sus manos arrugadas y sucias
llenas de los periódicos que vende.
Haciendo un gran esfuerzo
trata de gritar para opacar el ruido
de los motores de los carros
que pasan por la vía.
Toñita no marca la hora
de entrada y salida de su trabajo
pero llega puntualmente todos los días
a ofrecer las noticias en el mismo lugar
siempre optimista y creyendo que hoy
conseguirá más dinero para comer
junto a sus cuatro hijos.
Esta es la vida de los pobres
en mi amada Honduras
gobernada por políticos
a los que no importa
la suerte de los demás.