De las miles de personas que han logrado sobrevivir al Covid-19, un importante porcentaje queda con secuelas de diferentes tipos, entre ellos problemas neurológicos, cardiopulmonares y cardíacos. En Honduras, un grupo de investigadores se ha dedicado a darle seguimiento a estos síntomas post covid y les ha ayudado a terminar su recuperación.
Casi 250 millones de personas se han infectado de Covid-19 a nivel mundial y al menos cinco millones han muerto desde que hace unos dos años apareció el virus. En Honduras se han detectado hasta la fecha más de 376 mil casos y más de diez mil muertes. A pesar de que ha sido un fenómeno global, se ha hablado muy poco de las secuelas que deja en más del 30 por ciento de los sobrevivientes.
A mediados de enero de este año, Sara Karina Ordóñez (48), residente de Tegucigalpa, iba a someterse a una operación en la glándula tiroides, pero la intervención debió ser cancelada: la misma mañana en que iba a ser ingresada en un hospital privado, la prueba de Covid le dio positiva. Inmediatamente después, la enviaron de regreso a su casa, aunque pocos días más tarde volvió a ser hospitalizada porque el virus le había afectado los pulmones.
“Fue una noticia que me impresionó, me había cuidado mucho para no contagiarme de Covid porque sufro de asma y también por la operación, primero fui asintomática pero después me compliqué muy rápido, fue una experiencia terrible”, comentó Sara.
Mientras en Estados Unidos y Europa se comenzó a vacunar contra el Covid-19 en diciembre del año pasado, cuando Sara se contagió no había ni una dosis del inoculante en el país. Sólo llegaron las primeras cinco mil dosis donadas por Israel en febrero de este año.
Al quinto día de detectado el virus, Sara fue internada en un hospital , ya que solo saturaba 84 por ciento, tenía la presión alta casi en 50 puntos y le había subido el azúcar. En los días siguientes, su cuadro se fue complicando aún más y tuvieron que pasarla a la sala de alto flujo y luego a cuidados intensivos con oxígeno permanente por 15 días. Casi un mes después le dieron el alta hospitalaria, aunque no sospechaba todas las secuelas que enfrentaría.
El doctor José Sierra es especialista en Medicina Interna y miembro del Consorcio de Investigadores Covid Honduras. “Hemos visto los problemas a los que se enfrentan los pacientes al llegar a sus casas, muchos no pueden moverse, no se pueden sentar, no pueden comer, tienen diferentes tipos de problema que les dificultan realizarse como personas dentro de su casa, no digamos cuando tienen que ir a trabajar”.
El Consorcio de Investigadores Covid Honduras es una red de investigadores hondureños de diversas profesiones y de varias universidades y hospitales que realiza un estudio sobre las secuelas a largo plazo del Covid.
Cuando Sara salió del hospital, su capacidad pulmonar era solo del 25 por ciento y usaba oxígeno de forma permanente, además de esto le sobrevinieron otra serie de padecimientos y tuvo que visitar una gran cantidad de médicos especialistas. Le fueron recetados al menos nueve medicamentos, entre ellos esteroides y eso le provocó hinchazón, también inyecciones de insulina a diario para controlar el azúcar y anticoagulantes para evitar una trombosis.
Pero también otras secuelas graves con las que nadie le había podido ayudar. Cuatro meses después todavía padecía de insomnio, ansiedad, alergias en la piel al contacto más mínimo, infección urinaria por la gran cantidad de medicamentos, dolor en el colon, incontinencia estomacal, pérdidas de memoria, una severa neuralgia que le provocaba insoportables dolores de cabeza, llanto espontáneo de un ojo, nervios incontrolables y temores infundados, tampoco podía volver a su vida normal porque se cansaba con mucha facilidad hasta en las actividades más sencillas como cocinar, bañarse o regar las plantas.
“Salí del hospital después de haber estado grave, pero no podía hacer nada, me sentía inútil y por más tiempo que pasaba no me mejoraba, traté de operarme otra vez pero el doctor me dijo que era imposible, la pospuso dos veces porque yo todavía estaba débil, aún tenía otros problemas de salud y me dijo que si me operaba así podía no sobrevivir”, detalló Sara.
Estudio sobre secuelas del Covid descubre el alcance de los daños post-covid
Sierra comenta que a través de un estudio realizado para evaluar la discapacidad post-covid, se evaluaron a 219 pacientes, de los cuales el 30 por ciento fue tratado en casa y el 70 por ciento fue hospitalizado. El 43 por ciento de los pacientes estudiados presentaban algún tipo de discapacidad mayor a 30 días después de haber sido dado de alta de Covid-19
“Logramos sistematizar experiencias y dando seguimiento a los pacientes, descubrimos que el virus provoca una cascada inflamatoria que detona otros problemas. Hemos visto que también afecta los músculos y nervios, ya que el cerebro manda información que llega al músculo y se generen movimientos y esto genera debilidad muscular. A veces pensamos que los músculos son brazos y piernas, pero también respiramos por la musculatura respiratoria a nivel de abdomen, diafragma que también se ven debilitados y al no hacer una respiración efectiva no podemos movernos bien”.
De los pacientes con secuelas, el 88 por ciento tuvo discapacidad motora, el 56 de atención y memoria, el 44 visual y el 11.5 problemas para valerse por sí mismo
El estudio descubrió además que algunas personas que antes del covid no tenían ninguna discapacidad, después empezaron a tener problemas, mientras que las que ya sufrían algún problema médico empeoraron, sobre todo los que tenían problemas de movilización. También detectaron problemas para recordar cosas importantes o que a los pacientes les costaba concentrarse o incluso comer.
Sierra explica que después de los problemas de movilidad, el segundo problema es el de atención y memoria, ya que muchas personas no se pueden concentrar o se les olvidan las cosas.
El tercer problema es el visual. Muchas personas, incluso jóvenes, presentan problemas para ver de lejos cuando antes no tenían ese problema. Un oftalmólogo les confirmó que había encontrado muchos problemas de opacidad de la córnea y que él pensaba que podía ser por el uso de esteroides como tratamiento del covid.
El cuarto lugar es el de autocuidado y pasa cuando las personas no pueden hacer el esfuerzo más básico para cuidarse .Cosas sencillas como cepillarse los dientes o bañarse se vuelven sumamente complicadas, los pacientes se marean o la saturación de oxígeno les disminuye con el menor esfuerzo.
“Es increíble, simplemente es sin precedentes lo que estamos viendo desde el punto de vista de neurología y psicología, nosotros como neurólogo vemos encefalitis, vemos meningitis y recibimos pacientes convalecientes después de infecciones, pero en ninguna de esas infecciones habíamos visto un virus tan agresivo que se expresara en prácticamente todo el sistema nervioso”, explicó la doctora Reyna Durón, neuróloga, miembro del Consorcio y coordinadora del Observatorio Covid-19 de la Universidad Tecnológica Centroamericana de Honduras (Unitec).
Detalla que el virus afecta el sistema nervioso central en el cerebro, específicamente en las neuronas, y eso provoca daños en la salud mental como ansiedad, depresión, trastornos del sueño, apnea del sueño y también enfermedades psiquiátricas como trastornos obsesivos compulsivos, trastornos psicóticos, mareos e incluso se puede llegar a derrames, también neuropatías que afectan a los nervios de manos y piernas y los nervios que están en el intestino causando estreñimiento, diarrea y problemas para contener la orina.
A principios de septiembre, la madre de Sara Karina le comentó del Consorcio y esta asistió donde ellos para una evaluación. Tan solo un mes después mejoró bastante gracias a la correcta atención de sus problemas, con medicamentos calmó su insomnio, dolor de cabeza y está mejor de los nervios.
Ahora dice estar bien y lleva su vida de forma normal, considera está recuperada en un 90 por ciento e incluso se sometió a la operación que tenía programada antes del Covid y ya está bien.
“Jamás pensé que iba a estar ayudando en una pandemia”
La Fundación Teletón se creó en Honduras en 1987. Su objetivo es promover la rehabilitación física de personas con discapacidad, pero desde el año pasado ha servido para la rehabilitación de al menos unas 2500 personas que han quedado con las secuelas del virus.
Rosa Alba López es una fisioterapeuta en Teletón y comenta que ya estaban considerando abrir terapia respiratoria para niños, pero cuando llegó la pandemia se aprovechó ese recurso para ponerlo al servicio como rehabilitación para quienes habían padecido del virus y no se habían recuperado.
“Al inicio dio temor porque era algo desconocido, me daba temor contagiarme y después contagiar a mi esposo o a mi hijo, pero ya tenemos más de un año y no me he contagiado, ahora lo veo como algo muy emocionante estar trabajando en rehabilitación, me encanta cuando veo que los pacientes van mejorando, cuando me dicen ya puedo barrer, ya me puedo poner la ropa, cosas pequeñas como que me digan que ya pueden cantar, me encanta porque ya pueden volver a lo que era su vida”, explicó Alba.
Explica que los pacientes se presentan a una evaluación de caminata de seis minutos con lo que se determina el tratamiento que más necesitan, este puede ser terapia respiratoria, terapia ocupacional para reinsertarlos en la vida diaria, rehabilitación individual para mejorar la fuerza muscular y psicología entre otros.
Geybi Burgos es actualmente atendida en Teletón por Alba, estuvo interna en un triaje por 15 días en mayo de este año, pero hasta la fecha sigue con secuelas importantes que no le permiten regresar a su vida normal.
Comenta que todo el tiempo se cuidó mucho para no contagiarse, pero no tuvo acceso a la vacuna para que la protegiera antes de enfermarse, ya que para el tiempo que se contagió solo el uno por ciento de los hondureños habían recibido al menos una dosis del inoculante, según los datos del Observatorio Social Vacunas Para Todos de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ).
“El total de dosis administradas a nivel nacional son 61,390 hasta la fecha (29 de abril), equivalente al 1.07 por ciento de la población, falta el 98.93 por ciento por vacunar… Honduras tiene el último lugar en Centroamérica en recepción de vacunas en este momento y por eso es el país con menor acceso para los ciudadanos”, detalló Jorge Coello de la ASJ.
“Cuando salí del triaje daba tres pasos y sentía que había corrido una maratón, tenía escalofríos, cansancio, fatiga, debilidad, no podía mirar a lo largo ni hacia arriba porque me mareaba, incluso ahora todavía sigo con el cansancio” relata Geybi.
Del triaje fue remitida a la Teletón, pero pensó que no era necesario y creyó se iba a recuperar en su casa, miraba en Youtube programas de respiración y los hizo por mes y medio, pero no mejoraba.
“Moverme de la cama al baño era muy difícil, sentía una debilidad, un temblor en el cuerpo, aunque quería controlar el cuerpo no podía, de la cama la baño hay unos seis o siete pasos y se me dificultaba mucho, igual vestirse, cambiarse, al bañarse cuando me caía el agua de la ducha sentía que me ahogaba”, explica Geybi.
Además de eso, en la noche perdía el sueño, tenía un fuerte insomnio y mientras pensaba le daba taquicardia (ahora sabe que eran ataques de ansiedad), no podía cocinar, no lograba levantar cosas livianas, hasta cepillarse los dientes se le dificultaba.
Dice que sigue afectada de los nervios, que no puede tener a nadie detrás porque piensa que es un ladrón y que cualquier ruido la conmociona, sigue con problemas para ver de largo, cuando antes tenía una visión correcta.
“Me sentía fatal, porque yo decía ¿Dios será que me voy a quedar así, haciéndolo todo lentamente? Emocionalmente es bien difícil porque uno piensa que no va a volver a ser la misma persona“, confiesa Geybi.
Para Alba uno de los retos más grandes es mejorar el estado de ánimo del paciente. Muchos llegan obligados por los familiares, que les dicen que quieren que se recuperen, pero ellos llegan disminuidos porque no son capaces de hacer las labores más básicas por sí mismos, no son capaces ni siquiera de bañarse o vestirse.
Incluso los pocos que llegan animados o se sienten fuertes, cuando hacen los ejercicios se dan cuenta que están aún afectados, Alba celebra cada pequeña mejoría junto a sus pacientes “cada día que logran hacer una repetición más es una gran victoria, Teletón les dice aquí estamos, no te vamos a dejar”.
Explica que es un largo camino, comenta que no existe un tiempo de recuperación, puede ir de un ciclo de solo diez sesiones hasta los tres o cuatro meses, depende del paciente, considera que es indispensable el apoyo de la familia y la sociedad. “Yo les digo ámense que son campeones ya han salido de eso y van a mejorar, yo les digo que vamos a ir a caminar a la tigra o que vamos a bailar el 31, se les debe de inspirar esa motivación”.
Geybi tiene dos meses de tratamiento en Teletón y dice haber mejorado bastante. Considera que este es un problema poco visibilizado en Honduras ya que “el sistema de salud solo se preocupa por la enfermedad del Covid, pero muchos quedamos mal, yo no conozco de otra institución que ayude con las secuelas y la verdad es que esto también mata, se debe de poner más atención”.
La conclusión de la doctora Durón es muy clara. “El Covid-19 no termina en la sala de hospitalización, no termina al dar de alta al paciente, no termina cuando el paciente se va a su casa. Este paciente tiene que luego continuar con un periodo de recuperación muy prolongado que puede durar seis meses o doce meses”.
Honduras ha avanzado en la vacunación gracias a las donaciones de los Estados Unidos, de la iniciativa COVAX y las compras que ha realizado el Gobierno, para noviembre han llegado al país cerca de nueve millones de dosis y se han vacunado 3.5 millones de personas equivalentes al 57 por ciento de la población elegible según el portal Vacunas Abiertas de la ASJ.