La violencia doméstica es uno de los problemas que más afectan a las mujeres en Honduras. ¿Cómo cree que se puede combatir?
R.
Es un sistema patriarcal que sostiene la estructura social de la mayoría de Latinoamérica especialmente, porque hay un desnivel entre el hombre y la mujer que genera violencia, y donde hay violencia, siempre hay consecuencias. Cuando yo hablo de patriarcado y machismo lo enfoco como ideología y las ideologías las practicamos los hombres y las mujeres y por eso la violencia en esta estructura patriarcal y machista a veces se modifica, pero se sostiene de una u otra manera.
El primer paso talvez no para eliminarlo, pero sí para incidir y disminuir la violencia a la mujer, al niño y a la niña y a los adolescentes y en forma paralela a los hombres es hablar y romper el silencio. La violencia se sostiene porque del tema no se habla en ninguno de los ámbitos—escolar, familiar y mucho menos en el ámbito de las iglesias.
¿Cómo romper el esquema en una sociedad formada en el machismo y donde las autoridades no toman conciencia?
R.
Hablando con el varón. Yo hace cinco años coordino grupos de hombres que ejercen violencia y trabajamos porque la violencia no es una enfermedad, es una conducta aprendida y todo aquello que aprendemos mal lo podemos desaprender.
No se puede hacer desde una sola institución ni desde una sola profesión, hay que formar redes interdisciplinarias para poder derribar esta estructura patriarcal que cada vez les trae más dolor a las familias. La enseñanza debe ser que una familia puede vivir en conflicto, pero no con violencia, porque el problema no es el conflicto sino de cómo lo resolvemos.
En Honduras diversas entidades trabajan el tema, pero la violencia doméstica en lugar de disminuir aumenta. ¿Por qué será?
R.
Hay que seguir insistiendo en las políticas públicas y en la aplicación, porque a veces las políticas públicas están pero no se aplican, las leyes a veces también son muy bien categorizadas, pero a la hora de aplicarlas se hace con una mirada más patriarcal del derecho romano, pero para disminuir la violencia contra la mujer hay que romper un paradigma y empezar a trabajar con los hombres porque en una familia donde se ejerce violencia y uno trabaja con los niños y se empodera esa familia, la mujer sale del riesgo, ese señor se va a formar otra familia y allí también va a tener otra mujer y otra situación de violencia.
Hay que trabajar criticando ese modelo que nos perjudica, incluir una perspectiva de género, empezar a combatir la asimetría de poder, para que la mujer esté por encima del varón, sino para lograr una equidad de género donde hayan iguales derechos e igual deberes.
¿Qué conocimiento tiene usted de la situación de género en Honduras?
R.
He estado leyendo en internet y he encontrado agrupaciones de mujeres que están luchando y trabajando, pero también con los pocos que he conversado he notado que no están muy conscientes del tema de género y hay una confusión todavía al respecto.
Los medios de comunicación a nivel de Latinoamérica perjudican mucho porque objetivizan a las mujeres y a los varones, ridiculizan las situaciones y es difícil de combatir eso, pero allí también hay que hacer incidencia.
¿Por qué cree usted que las mujeres que han incursionado en la política o que ocupan cargos importantes siguen esos parámetros ya establecidos?
R.
Es que no solo se trata de ser mujer, porque yo puedo ser mujer y tener una cultura patriarcal como hay juezas que juzgan con una mirada machista y patriarcal, pero es ahí donde el Estado debe tener dentro de la curricula escolar el abordaje de este tema y la perspectiva de género a todas las tipologías de violencia.
Hay que capacitar y acudir a los tratados internacionales y hay que obligar a las estructuras a que se cumplan.